Opinión

LA SOLEDAD…

Por: Dra. H.C. Diana Marines
La soledad, un estado que el ser humano a veces necesita vivir para
reencontrarse consigo mismo, para hurgar en sus pensamientos y
respirar hondo. La soledad, aunque suene un poco ilógico, es una
excelente compañera, permite visualizar mejor el panorama por el
que estemos atravesando, esclarece la mente, es un momento de
plenitud y reencuentro, también suele ser la mejor aliada cuando el
corazón está herido.
La soledad, es la amiga de quien por las noches suspira, de quien
anhela un reencuentro, de los que lloran en silencio o quien desea
un beso inesperado. Es la inspiración de los pintores, la musa de los
poetas, el consuelo de los que sufren en sigilo, ahí nace la
esperanza de quienes esperan. La soledad puede ser abrumadora,
sombría, a veces puede causar miedo, sin embargo; cuando se le
conoce a fondo, cuando entiendes que estar solo es parte de la vida
y de la oportunidad de respirar más profundo, entonces es como
valoras tu verdadero ser y al final ella termina siendo la mejor
sinfonía.
La soledad, puede ser la mejor consejera, una aliada indiscutible
para hacer lo que nos plazca, ella no juzga, no limita, no contabiliza
el tiempo y sobre todo, no hace preguntas pero, en esa libertad tan
desmedida de sentirse sin ataduras, la soledad nos lleva a encarar
que nadie espera por nuestra presencia, que un abrazo se anhela,
que las caricias se valoran, que una queja se evalúa pues discutir
con alguien a veces resulta ser demasiado absurdo, la soledad no
absuelve y va de la mano con el tiempo, ambos no perdonan.

La soledad, no es mala con quien la vive, simplemente se puede
hacer adictiva y, reconstruirse una vida teniendo tan arraigada la
soledad disfrazada de libertad, puede conllevar a vivir sin un
verdadero amor.
Un ser humano, siempre es fiel a sus ideales, sus metas, sus
proyectos pero, no puede existir eternamente sin un amor que le
acompañe al final de sus días, sin un confidente, un alma gemela
que le sostenga y le apoye. La soledad es sana, es purificadora, es
honesta porque nos lleva a conocernos realmente frente a un
espejo pero, cuando se apropia como un ladrón de nuestra mente y
sobre todo, de nuestro corazón, entonces el amor se vuele hielo,
las caricias espuma y los detalles un recuerdo…
Cuando la soledad nos lleva a ver lo que dejamos ir, posiblemente
ya es demasiado tarde para volver y es entonces en donde ya no
hay marcha atrás, quizá sucederá que alguien que nos abra una
puerta pero, nunca como la que la soledad nos llevó a no poder
abrir para no entrar nunca más y es justo ahí, en donde al perder lo
que se tenía se encara y se padece, la verdadera soledad.

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