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Grillas y otros chismes

Por: El Husmeador

En esta columna no emitimos opinión alguna solo comentamos las notas selectas de chismes de la grilla y los acontecimientos más importantes en los periódicos, las redes sociales y medios electrónicos.

  • La falta de acuerdos.
  • Reaparece AMLO.
  • Morena en San Lázaro: catarata de reformas.
  • Insabi dejó sin transparentar 177 mil mdp en sólo dos rubros.

    En política la falta de acuerdos tendrá siempre implicaciones y consecuencias. Se trate de acuerdos internos o con los actores con quienes se interactúa, la construcción de acuerdos es clave para la gobernabilidad. El cierre del periodo ordinario ha generado presión en el desahogo de la agenda legislativa, que ha dejado al descubierto la ausencia de acuerdos, o de acuerdos firmes. La Ley Minera que fue aprobada en Cámara de Diputados por un bloque legislativo encabezado por Morena, por poner un ejemplo, fue frenada en el Senado, por no haber construido acuerdos con la oposición ni al interior del mismo partido. Si bien el contexto electoral y la antesala de la elección presidencial inciden para que cada vez la oposición tenga menos incentivos para colaborar y acompañar la agenda legislativa del partido en el poder, Morena tampoco se esfuerza mucho por construirlos, lo que afecta en el desahogo de la agenda prioritaria del presidente. En esta condición y circunstancia, es claro que impulsar reformas constitucionales será una tarea más ardua y difícil. El tiempo de colaboración interpartidista ha pasado, y ahora es precisamente la competencia partidista la que determina en parte los resultados. Una buena ley depende no solo de su pertinencia y relevancia, de una técnica legislativa que la soporte y la robustezca, sino, sobre todo, de un arduo trabajo con el resto de los partidos y también con los correligionarios.
    El presidente Andrés Manuel López Obrador finalmente reapareció en un video en el que detalló lo acontecido el fin de semana en Mérida, Yucatán, sobre su salud. Qué bueno que esté bien y recuperándose, pero qué mal que se haya dejado correr el rumor sobre su enfermedad por parte de su vocero, Jesús Ramírez, quien solamente contribuyó a la desinformación. Eso sí, Ramírez quiso colar ayer en la conferencia matutina una pregunta sobre si el gobierno apoyaba una candidatura de AMLO al Premio Nobel de la Paz. El cuestionamiento se le hizo al secretario de Gobernación, Adán Augusto López, quien le reviró al vocero la pregunta y le pidió al reportero gestionar la solicitud con el vocero. Todo lo sucedido es una cátedra de lo que debe ser un pésimo manejo de crisis, no es la primera vez que el ex reportero de La Jornada queda en ridículo por no estar informado sobre las actividades del Presidente. En el video de 18 minutos que hizo para hablar de su salud, el presidente se quejó de las lamentables especulaciones que se dieron sobre si le había pasado algo irreparable. Tiene razón en quejarse. También lo pudo haber evitado si hubiera querido: la vez anterior que tuvo Covid sólo dejó pasar medio día entre que anunció el contagio y emitió el primer video para decir que estaba bien; esta vez fueron tres días. Salvo que tener al país distraído especulando en la mar de desinformación sobre su salud hubiera sido parte de una estrategia política: Mientras el Presidente convalecía, Morena y sus aliados se despacharon en la Cámara de Diputados: sepultaron al Insabi que ellos mismos crearon, acabaron con Financiera Rural que ellos mismos quebraron, prácticamente deshicieron al Conacyt, y le dieron el Ejército el control del Tren Maya, todo el dinero de los permisos de ingreso al país que pagan los extranjeros y más poder sobre el espacio aéreo.
    En la Cámara de Diputados, Morena y sus aliados aprobaron reformas de la agenda presidencial. Se avaló la desaparición de instituciones, favorecimiento al Tren Maya y fortalecimiento del control militar del espacio aéreo y vías férreas. Todas las iniciativas promovidas por AMLO pasaron al Senado para su aval y sólo requieren de mayoría simple. De un jalón, se aprobaron iniciativas como la desaparición del Insabi, y las reformas del Ejecutivo para garantizar que el Tren Maya cuente con una asignación en uso de vías férreas que el gobierno podrá otorgar por tiempo indefinido, y para reorientar recursos del Fonatur a una paraestatal a cargo de militares que administrará y operará el proyecto. Además, se extinguió Finrural. También se elimina el Conacyt para dar paso al Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación. Asimismo, se otorgó a la SFP atribuciones para planear y ejecutar las contrataciones del gobierno, al tiempo de realizar también las auditorías a tales procesos. El colmo es que tanto los morenistas como en el gobierno federal saben que varias de estas reformas serán impugnadas ante el Poder Judicial y en una de ésas, declaradas inconstitucionales. ¡N’mbre, unos genios!
    En apenas tres años de existencia, el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) gastó 234 mil millones de pesos mediante la figura del fideicomiso con la finalidad de cubrir gastos catastróficos por enfermedades y mejorar la infraestructura sanitaria; sin embargo, el 75 por ciento de esos recursos fueron gastados en total opacidad. Reportes financieros revelan que el Insabi destinó entre 2020 y 2022 cerca de 57 mil millones de pesos del Fideicomiso Fondo de Salud para el Bienestar (Fonsabi), para comprar vacunas contra el Covid-19, medicamentos, servicios médicos y ambulancias; así como para apoyar el desarrollo de infraestructura en las entidades federativas. Sin embargo, los 177 mil millones de pesos restantes que se reportan en el fideicomiso se mantienen en total opacidad, ya que no aparecen en ningún reporte de gastos del instituto, ni tampoco se especifican en los informes trimestrales que presenta la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) ante el Congreso de la Unión.
    Cabe señalar que en 2020 el entonces Fideicomiso del Sistema de Protección Social en Salud se convirtió en el Fonsabi, pero entre 2015 y 2019 los gobiernos federales destinaron ingresos acumulados por 109 mil 700 millones de pesos, los cuales derivaban del 11 por ciento del presupuesto que fuera aprobado cada año para el extinto Seguro Popular. A partir de dicho cambio, los montos de ingresos y gastos en el Fonsabi comenzaron a registrar incrementos importantes respecto a lo que se registró en los años anteriores. En 2020 se inyectaron 46 mil 305 millones de pesos y para 2021 se registró el récord de ingresos con 92 mil 344 millones. De esta manera en tan solo dos años se habían depositado más recursos a este fideicomiso que en los cinco años anteriores. Los reportes de la SHCP añaden que para 2022 los gastos del fideicomiso fueron de 44 mil 214 millones de pesos, lo que representa un decremento de casi la mitad respecto a lo reportado un año anterior.

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