Un momento incómodo se está volviendo habitual en las reuniones: alguien las graba con IA sin avisar y nadie sabe qué hacer
Hay un momento incómodo que se está volviendo habitual en las reuniones, presenciales u online: alguien entra a la reunión, abre el portátil y sin decir nada activa su bot de IA para grabar y transcribir.
El resto se queda en silencio, calibrando si protestar o fingir que no pasa nada. Pensando si tiene la jerarquía suficiente para levantar la voz o si le saldrá a pagar.
Bienvenidos a la era de la vigilancia corporativa normalizada.
Como suele ocurrir, la tecnología ha llegado antes que las reglas. Los asistentes de IA pueden grabar, transcribir, analizar el tono, identificar quién habla más, hacer inferencias sobre nosotros y hasta sugerir respuestas en tiempo real. Pero nadie sabe qué hacer con eso socialmente.
¿Es de mala educación activar un bot sin avisar? ¿Dónde van esos datos? ¿Quién más los va a conocer? ¿Qué van a procesar con ellos?
Es la paradoja clásica de toda disrupción tecnológica: la herramienta existe, funciona, promete eficiencia, pero las normas sociales van tres pasos por detrás. Como cuando llegaron los móviles y tardamos años en decidir si era aceptable contestar en el cine o hablar en el ascensor. Con las Ray-Ban Meta estamos viviendo algo parecido.
Solo que esta vez los riesgos son mayores. Porque el bot no solo graba: interpreta, analiza, almacena. Puede captar no solo lo que dices, sino cómo lo dices, cuándo dudas, con quién estás más o menos de acuerdo. Y todo eso queda registrado en la otra parte, pero también en servidores de empresas que ya saben demasiado sobre nosotros.
La solución no vendrá de la tecnología, sino de nosotros. Necesitamos desarrollar rápido una etiqueta clara:
- Avisar antes de grabar o invitar al bot.
- Especificar para qué se usará la información.
- Preguntar si alguien se siente incómodo.
- Normalizar políticas de empresa que los restrinjan, al menos los de ciertos tipos.
Si no lo hacemos, acabaremos normalizando que cualquier conversación pueda convertirse en datos a tratar sin nuestro consentimiento. Y esa no es una reunión a la que queremos asistir.
Imagen destacada | Xataka