Los cruceros están viviendo su momento más dulce tras rozar la quiebra durante la pandemia. La transformación no solo es económica: están redefiniendo el concepto de lo que solían ser hasta ahora las vacaciones en torno a un crucero.
Por qué es importante. Este resurgir implica cambios sociales en nuestra forma de entender el ocio, el trabajo y la propia vida en la era post-pandemia.
La panorámica. El sector ha dado un giro de 180 grados. Durante los primeros compases de la pandemia era visto como uno de los escenarios peligrosos y que más complicada podían tener la vuelta a la plena normalidad, amenazando seriamente su futuro financiero.
Ahora son laboratorios de nuevas formas de vivir y entretenerse. Disney va a ir aumentando su flota progresivamente hasta 2031, cuando pretende duplicar la actual. Virgin ha lanzado un pase anual ilimitado de 120.000 dólares. Y están llegando cruceros-residencia en los que vivir hasta cuatro años.
En cifras:
- 31,7 millones de pasajeros en 2023, superando los 29,7 millones pre-pandemia.
- Disney invertirá 12.000 millones de dólares en una década para expandir esta línea de negocio.
- Los cruceros Disney tienen una ocupación media del 92,4%.
Entre líneas. La transformación va más allá de la recuperación económica. Los cruceros están captando un público cada vez más joven y diverso, y la experiencia a bordo está pasando de ser la de unas vacaciones tradicionales a algo más cercano a una comunidad flotante.
Las claves del cambio:
- Democratización. Los millennials, con menor poder adquisitivo que los baby boomers o la generación X, ahora ven los cruceros como una forma accesible de experimentar cierto lujo.
- Integración trabajo-ocio. Los barcos se han adaptado al trabajo remoto, ofrecen espacios de coworking y WiFi de buena calidad pensados para trabajar desde allí.
- Comunidades flotantes. Está en auge el concepto de «vida en el mar», con cruceros residenciales de larga duración.
- Tecnología. Los barcos incorporan cada vez más facilidades tecnológicas que atraen para la comunicación y el entretenimiento a bordo. Virgin hasta ha empezado a aceptar Bitcoin, algo no tan útil como su significado sobre la evolución del sector.
Además, los operadores de cruceros están rediseñando sus barcos para convertirlos en destinos en sí mismos. Lo más importante ya no es las ciudades a las que llega, sino la experiencia a bordo.
El Disney Treasure ofrece talleres temáticos de Star Wars o experiencias Marvel. Royal Caribbean ha ido construyendo parques acuáticos flotantes. Y hasta está consiguiendo hacer privadas playas en sus destinos para ofrecer una integración vertical del viaje.
En detalle. Es un fenómeno que habla de una nueva concepción del lujo como parte de una tendencia mayor. La que, al contrario que generaciones pasadas, ya no se centra en las posesiones, sino en las experiencias.
Un crucero de cuatro días en Disney puede costar el doble que uno similar en el Royal Caribbean, pero sus clientes están dispuestos a pagar más por esas experiencias únicas, memorables… y compartibles.
- Los cruceros ya no son un nicho turístico tradicional.
- Han pasado a ser un laboratorio de otras formas de vida y de consumo.
No es una tendencia pasajera, es un reflejo de cómo la sociedad post-pandémica está cambiando sus hábitos de consumo, trabajo, movilidad y ocio.
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