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Nueva York produce y consume tantas pizzas al año que ha tenido una idea insólita: un contenedor específico para sus cajas

A problemas complicados, ya se sabe: soluciones imaginativas. En Nueva York, una ciudad gigantesca con un aún más gigantesco amor por la fast food, llevan tiempo dándole vueltas a qué hacer con los residuos de las cajas de cartón de las pizzas. Quizás parezca una exageración, pero en la Gran Manzana el tema se las trae. Allí se devoran miles y miles de pizzas todos los días y tras cada festín queda siempre lo mismo: algún que otro borde mordisqueado y una gran caja de cartón, cuadrada, habitualmente manchada de salsa o aceite. Encajarlas en los cubos de basura normales no suele ser fácil. Y si la caja asoma se queda a merced de los insectos. O peor aún, de las ratas (no pocas) que corretean por la ciudad.

Para solucionarlo, los responsables de su gran parque urbano, el emblemático Central Park, han tenido una idea: instalar un cubo especial para cajas de pizza.

¿Qué hago ahora con esto? Esa es probablemente la pregunta que se hacen a diario muchos de los neoyorquinos y turistas que acuden a Central Park para darse el gustazo de devorar una pizza en pleno corazón urbano neoyorquino. Después del picnic se quedan con una gran (y pringosa) caja de cartón que a duras penas entra en los cubos de basura. Incluso aunque sean vecinos cívicos y se afanen en doblar el envase para encajarlo en el contenedor, lo más probable es que este siga siendo un problema: habitualmente ocupa gran parte del espacio. O incluso lo bloquea.


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¿Tan grave es el problema? Desde luego no es algo puntual. Betsy Smith, directiva de Central Park Conservancy, la institución que se encarga desde hace décadas del cuidado del parque, explica que un día soleado los empleados pueden encontrarse detrás del Museo Metropolitano de Arte con más de 100 cajas. E insisten: eso solo en esa zona en concreto del parque, que mide 341 hectáreas.

La gente las deja encima de los cubos de basura y contenedores de reciclaje, apiladas. Algunos incluso optan por deshacerlas y meterlas en los cubículos, pero eso no soluciona el problema. Con las cajas dentro resulta mucho más difícil seguir arrojando desperdicios. La situación llegó a tal extremo que para el Central Park Conservancy las cajas de pizza acabaron convirtiéndose en «un problema importante». «No era una forma eficiente de recoger la basura», zanjan.

Si algo no funciona… Mejor cambiarlo, que es exactamente lo que se propusieron hacer en Central Park Conservancy para acabar con el desorden de las cajas de pizza. Su idea es sencilla: instalar un contenedor especial para los envases de pizza, un colector creado a propósito para apilar las cajas de forma ordenada. Y sobre todo evitar que queden expuestos a insectos y roedores, otro gran problema de la ciudad que ya le ha llevado a replantarse la gestión de sus residuos.

«La gente quiere hacer lo correcto, quiere reciclar, y nosotros solo les estamos ofreciendo una oportunidad mejor para hacerlo», explica Smith a The New York Times. De momento han instalado solo uno de estos nuevos contenedores, aunque los empleados del parque se dedicarán a vaciarlo al menos tres veces al día. El cubo se sitúa además en una zona muy concurrida entre los amantes de los pícnics.

Un contenedor de 1.500 dólares. «Los contenedores de basura circulares tradicionales no están diseñados para acoger cajas, lo que provoca que se atasquen y puedan atraer roedores», comenta a la NBC Kat Brady, portavoz de Central Park Conservancy. El cubo piloto se ha «diseñado específicamente» para las populares cajas de cartón cuadradas, tiene capacidad para unos 50 envases —aunque podría acoger más si se aplastan— y costó 1.500 dólares. Si la experiencia funciona y da buenos resultados, el modelo podría llevarse a otros puntos de Central Park.

Pero… ¿Tantas pizzas hay? Si la referencia del centenar de cajas diarias que aporta el Central Park Conservancy no fuera suficiente hay otros indicadores que dan una idea de hasta qué punto les maravilla la pizza a los neoyorquinos. Algunas fuentes hablan de que devoran hasta 500.000 cada jornada y que las pizzerías más populares llegan a usar más de mil cajas diarias. El fenómeno, por supuesto, no es exclusivo de la Gran Manzana. Hace una década The Atlantic y The Washington Post se hicieron eco de un estudio que concluía que la industria pizzera de EEUU sirve 100 acres del plato al día, equivalente a alrededor de 40,5 hectáreas.

En la Gran Manzana la pasión pizzera es tal que, destaca The New York Times, el departamento de saneamiento de la ciudad ha adaptado su funcionamiento para gestionar la avalancha de desperdicios que estos platos generan. A diferencia de lo que ocurre en otras ciudades, donde no se reciclan los envases grasientos —abunda el rotativo— en Nueva York puede hacerse pasados unos días o incluso horas. Así se permite que acaben reconvertidos en rollos de papel, cartones o nuevas cajas.

Imagen | The Central Park Conservancy

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