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Análisis

Por: Tomás Flores Rosales

  • Desde Palacio Nacional y Palacio de Gobierno estatal se opera a fin de evitar la “judicialización” de la elección de la nueva gobernadora y así en la noche del 4 de junio las partes en contienda reconozcan el triunfo o derrota.
  • Andrés Manuel López Obrador y Alfredo del Mazo Maza han evitado, hasta el momento, inmiscuirse de manera pública en el proceso sucesorio mexiquense.
  • Pacto de caballeros limita acción política del gobernador en funciones.

    El pacto de caballeros, hasta el momento, entre Andrés Manuel López Obrador y Alfredo del Mazo Maza, relativo al proceso electoral que culminará con la unción de la sucesora del segundo, se ha respetado por ambas partes:
    Desde Palacio Nacional, el presidente de la República no ha intervenido durante los 36 días efectivos de la campaña que sostienen Delfina Gómez Álvarez y Alejandra del Moral Vela, rumbo a la gubernatura del Estado de México; la primera, abanderada de Morena, PT, PVEM, mientras la ex alcaldesa de Cuautitlán Izcalli porta la casaca de PRI, PAN, PRD, NA.
    Y aún cuando faltan 22 días de actividad proselitista, no hay indicios de que desde “La Mañanera”, bunker diario del tabasqueño, se perciba cierta intervención para influir en favor de la ex secretaria de Educación de parte del titular del poder Ejecutivo federal, aun cuando hay que aclarar que no hay materia para que así lo haga.
    En contraparte, en el caso del mexiquense, sí hay materia de sobra para que desde Palacio de Gobierno estatal salga a respaldar, aun cuando sea de manera sutil, a su compañera de partido, incluso una aspiracionista si se le quiere ver así, pues se atreve a tratar de convertirse en la sucesora de Alfredo del Mazo Maza.
    Pero ni lo uno ni lo otro, los 22 días de cuenta regresiva se administrarán en función del pacto AMLO-Del Mazo en lo relativo a “dejar hacer, dejar pasar”; es decir:
    A.- Si gana en las urnas, Alejandra del Moral, que bueno para ella, y B.- Si pierde en las urnas, Alejandra del Moral, que malo para todos los priistas.
    Y es que a Alfredo del Mazo le ha tocado finiquitar compromisos de largo y mediano plazos de naturaleza política:
    a.- concluir el pacto Enrique Peña – López Obrador, en lo que respecta a comicios mexiquenses, y
    b.- sacrificar su talante de ganador de elecciones con fines de cierta impunidad a su favor mismo, que se desgaja del contexto presidente de la República en funciones y gobernador saliente.
    Esto significa que “cada quien su golpe”, parafraseando a ciertos ocultos mentores de la política, pues Del Mazo se podrá ir libre a casa y AMLO únicamente observarlo en polvorosa, con la entrega, mucho antes, de la gubernatura del Estado de México, que no es poca cosa dirían los “fans” del mítico “Grupo Atlacomulco”.
    Lo cierto es que si bien se ha respetado el acuerdo de “no intervención”, la idea también implícita, al estilo priista, es que al no haber recursos de inconformidad animados, de manera indirecta, de las tallas del presidente de la República y del gobernador en turno, se aleja el fantasma de la “judicialización”, lo que implicaría que Alejandra del Moral estaría lista para reconocer su derrota la misma noche del cierre de casillas; es decir, en el amanecer del 5 de junio próximo prácticamente habría nueva gobernadora del Estado de México y el resto es lo de menos, pues el proceso entrega-recepción ya está avanzado.

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