Entretenimiento

BUSCO UNA LUCIÉRNAGA.

Por Diana Marines.

No, a veces no es tan fácil aceptar que lo que nos sostenía se derrumbó, que los ciclos terminan y personas se van, que la vida tiene un principio y un fin y se acaba cuando más queremos vivir.
El miedo nos carcome, nos cierra puertas y la posibilidad de seguir adelante, el miedo paraliza, ancla, el miedo nos lleva a la soledad y ella a conocer el infierno junto con todos sus demonios.

Buscamos una respuesta, buscamos a Dios, un ser divino, una esperanza, una luz dentro de tanta oscuridad, algo que nos haga creer que somos escuchados, que hay un ser supremo que puede sacarnos del suplicio de tener que sufrir y llorar por aquello que anhelamos.

Pero, nada pasa, todo apunta a que nadie nos escucha, todo sigue igual y nada se mueve…
La vida, lo que parecía algo divertido cuando niños, ahora no es más que sombras y un suspiro de los colores que se apagan con el soplido de una vela, la última flama de lo que en una noche encendió el fuego de una cena romántica.

Todo se extingue, como el aliento de un desahuciado, como el alma cuando la muerte la abraza, como el frio que se siente cuando un amor te abandona…

No hay esperanzas, no hay una luciérnaga que ilumine entre tanta oscuridad, solo existe esta absurda soledad que me grita pero, estoy tan lejos de escuchar. Me detengo por un momento, a ensordecer mi mente y mi pensamiento y, es entonces donde escucho una voz que viene desde dentro, es el eco discordante de mi Dios interno, el que me guía y me resiste cuando mis columnas ya no pueden sostenerme. Hacia tanto tiempo que no escuchaba su voz… tan dulce, tan apacible y amorosa.

  • Deja caer sobre mi todo tu dolor, deja que los pedazos que
    tienes se terminen de caer por completo, no intentes pegar lo
    que ya está roto, eso ya no sirve, ya no puedes reparar algo
    que desde hace muchos años caducó en tu vida.
  • Por favor! Solo quiero saber si estaré bien, no quiero
    perderme en el dolor de no saber reconocerme después, de
    soltar de mis piezas rotas y no poder seguir andando. Tengo
    miedo a no poder volver a amar, de partir de esta vida sin una
    huella dejar.–le dije.
  • ¿Cómo quieres saber reconocerte, si aún no te conoces? El
    amor del que temes no encontrar, siempre ha estado y estará
    dentro de ti, no está puesto en nadie más. Entrégate a dar, a
    compartir, a trascender en la vida de los demás, esa es quizá
    la mejor huella que puedas edificar sobre aquellos que
    conozcas, créeme esa es la clave para ser eterno. Suelta!
    Libera! Confía! Abandónate en mí, yo estoy aquí para guiarte.
    Pienso que a veces la respuesta está en donde menos esperamos y
    quizá sin miedo a equivocarme, la mejor siempre estará dentro de
    nosotros, en esa voz que nos pide ser escuchada. La de nuestro
    espíritu, nuestra conciencia y nuestro corazón.
    Hoy, aprendí a escucharme, a ser más resiliente conmigo y
    compasiva. Hoy, encontré dentro de mí, la luciérnaga que tanto
    buscaba.

Mostrar más
Botón volver arriba