Panorama de la Nueva Normalidad

Desde el inicio de la pandemia la ciudadanía entendió que
habría un antes y un después del Covid-19, y ya comenzamos a vivir lo
que se ha dado en llamar Nueva Normalidad

Por: Myriam Ríos

Nueva normalidad es un término que se utilizó para dar nombre a las
condiciones en que quedó la economía luego de la Gran Recesión (1929)
y se ha utilizado en otras ocasiones, como en la crisis financiera de 2008
cuando el economista egipcio Mohamed El-Erian llamó nueva normalidad
a las secuelas de esa crisis. Casi desde el principio de la cuarentena,
derivada por la pandemia de Covid-19, se volvió un lugar común decir que
esto era un parteaguas y que las cosas no volverían a ser igual.
Estas ideas las retomó el gobierno de la 4T para presentar la Nueva
normalidad como “la estrategia de reapertura de actividades sociales,
educativas y económicas ante la emergencia sanitaria de Covid-19 en
México”. Y afirmó que se desarrolló bajo los principios de privilegiar la vida
y la salud, la solidaridad de todos y no discriminación, la economía moral y
la eficiencia productiva, y la responsabilidad compartida de los sectores
público, privado y social. Esta reapertura se lleva de manera paulatina, aun
cuando se siguen presentando altos índices de contagios y numerosas
defunciones.
Pero enfrentarnos a la realidad no solo es una cuestión de semáforos o
medidas sanitarias, útiles sin duda, pero con consecuencias importantes.

Nueva normalidad económica

Si bien las afectaciones económicas derivadas por la pandemia son a nivel
mundial, en México ya desde el año pasado los especialistas observaron
una desaceleración económica, misma que se acentuó en el primer
trimestre del 2020 no solo por la pandemia sino también por la caída en los
precios del petróleo. Y las proyecciones no son alentadoras, de acuerdo al
Fondo Monetario Internacional la economía en México podría contraerse –
10.5% este año, mientras que el Banco Mundial pronostica -7.5% y la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, -8.6%.
Las empresas y hogares han presentado disminuciones abruptas de sus
ingresos, debido a la cuarentena. Julio es el mes en que ha cambiado el
semáforo de rojo a naranja, en la mayoría de las entidades. Esto ha
significado el reinicio de las primeras actividades consideradas no
esenciales. Y en algunos casos, empujados más por la presión de las personas por ganar el sustento, que por una disminución de contagios de
Covid-19. Para este regreso las autoridades trabajaron en la creación de
protocolos sanitarios, que incluyen mantener sana distancia, uso de gel
antibacerial y cubre bocas, así como la sanitización de espacios.
Aún se desconocen las cifras exactas de desempleo así como de las
pequeñas y medianas empresas que cerrarán definitivamente, pero se
sabe que son altas. En el Congreso del Estado de México se habla de 140
mil mexiquenses que perdieron su empleo por la contingencia, y el
gobierno ha respondido con una serie de programas de apoyo y créditos.
Pero nada parece ser suficiente y las críticas no se han hecho esperar, por
ejemplo, para el Programa de Apoyo al Desempleo en que se dieron
menos de 24 horas para la inscripción. También, hace apenas unos días,
el gobierno federal anunció un recorte de 151 millones de pesos a Inmujer,
para canalizar esos recursos a la atención de la emergencia sanitaria y
diversas asociaciones ya externaron su desacuerdo. Es decir, parece que
cada vez que se intenta tapar un hoyo, otro se abre.
Por otro lado, el empleo informal y el outsourcing, esa subcontratación de
servicios que muchas empresas realizan para evitar el pago de salarios y
prestaciones, ya se venía incrementando, como lo demuestran los
resultados del Censo Económico 2019, realizado por el Inegi: de 27.1
millones de personas empleadas en alguna empresa, el 18.9% pertenecía
al sector informal, pues no contaba con ningún contrato. Cabe señalar, que
el presidente del Inegi afirmó que el censo mencionado es un retrato de la
economía del país antes de la pandemia y que se realizará otro para
conocer las nuevas condiciones.
Es ese panorama económico que se vislumbra desalentador, las personas
buscan cómo sobrevivir y llevar el sustento a sus hogares.

Nueva normalidad política con vicios de la antigua

Prácticamente desde que inició la pandemia no han dejado de llover
críticas al manejo que han llevado al respecto tanto el gobierno federal
como los gobiernos estatales. Que si deberían aplicar más pruebas, que si
se debería mantener o no la cuarentena, que si la gente tendría que haberse encerrado desde antes o después. Que si el subsecretario de
Salud informa adecuadamente o no. Lo cierto que aún cuando ya
conocíamos los casos de otros países el coronavirus tomó por sorpresa
por su velocidad de propagación.

Constantemente también se compara a México en relación al número de
casos y defunciones con otros países. Se le ha comparado, por ejemplo,
con Bélgica que tiene una población que no llega a los 11 millones
quinientos mil habitantes, mientras que México tiene más de 126 mil
millones, o con Italia que tiene una población de poco más de 60 millones;
es decir, tan solo por densidad poblacional es difícil la comparación, más
aún si ubicamos estos países desde el punto de vista económico. Lo que
deja en claro esta información es una práctica constante en el medio
político, líderes de opinión y redes sociales, que es la descalificación.
La pandemia llegó, además, en un año en que arrancan los procesos de
las elecciones intermedias (2020-2021), donde se eligen tanto diputados
federales como locales y 15 gubernaturas (Baja California, Baja California
Sur, Campeche, Chihuahua, Colima, Guerrero, Michoacán, Nayarit, Nuevo
León, Querétaro, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas).
En el Estado de México se elegirán congreso y alcaldías. De modo que las
alianzas comienzan a cocinarse, sin que hasta el momento de este
reportaje se haya dado a conocer alguna en Edomex.
Lo que sí ya está sucediendo, y que el INE marca como ilegal, es
aprovechar la ayuda social generada por la pandemia para publicitarse. En
el Estado de México, el coordinador de los diputados locales morenistas,
Maurilio Hernández reconoció que algunos morenistas en la entidad
“cometieron equivocaciones al hacer promoción personalizada en la
entrega de apoyos durante los primeros meses de la pandemia”.
Asimismo, algunos legisladores del PAN incurrieron en la misma práctica.

Nueva normalidad social

Resguardarse en casa para protegerse del Covid-19 no solo ha
repercutido en una severa crisis económica y la pérdida de miles de vidas, también en nuestra vida cotidiana. Los estudiantes de educación básica no
regresarán en agosto a las clases presenciales, posiblemente en
septiembre, pero eso dependerá de las cifras de contagios. Además de las
medida sanitarias, no se saben con exactitud los protocolos que se
seguirán, pero las autoridades educativas ya han hablado de formación de
grupos más pequeños, así como de recreos escalonados en unos casos y
de suspensión de recesos en otros. Por lo pronto la pandemia ha
profundizado las desigualdades sociales con la impartición de clases en
línea, por ejemplo, pues en estos tiempos tecnológicos sigue habiendo un
alto porcentaje de la población que no tiene acceso a Internet, equipos de
cómputo ni otros dispositivos electrónicos. El Inegi reporta que para 2019,
los hogares con computadora en México es del 44.3%.
Los espacios de transporte son un riesgo importante de contagios, por la
concentración de personas, ante ello las autoridades del Estado de México
han establecido protocolos específicos, como la sanitización, sana
distancia fomentada por un aforo del 30%, así como uso de cubre bocas y
gel antibacterial. El programa Sendero Seguro, anunciado en conjunto por
autoridades gubernamentales, empresarios y transportistas se presentó
como una iniciativa en la que se crearon rutas especiales para llevar con
seguridad a los empleados de las zonas industriales, pero todo parece
indicar que ganó la avaricia sobre las buenas intenciones y ninguno de los
involucrados quiso aportar económicamente para esta causa, así que está
a punto de desaparecer.
Apenas también están reabriendo los almacenes, restaurantes y hoteles,
todos con protocolos sanitarios, que incluyen un porcentaje de aforo.
Fiestas, reuniones, idas al cine o teatros, todo el entretenimiento aún no se
reactiva, pero la ciudadanía nos damos cuenta de que la realidad ha sido
trastocada y la forma de relacionarnos entre nosotros y con lo que nos
rodea se está transformando. Pero quizá no se trata de simplemente de
aceptar una nueva normalidad sino de construirla, de responsabilizarnos y
de entender que todos en algún momento tendremos contacto con el virus,
aceptar que muchos no sobrevivirán y enfrentar el riesgo; de rescatar lo
que vale la pena conservar y eliminar lo que no nos sirve o nos corrompe.

Y pensar que en algún momento hay que volvernos a ver la cara,
abrazarnos y besarnos.