Estimados lectores gracias por sus lecturas de la columna pasada, celebro que les hayan gustado las inspiradoras historias de vida de nuestros queridos “Morris” Ruíz y el “Vicky” Estrada. Si su deseo es conocer de igual manera los pormenores de algún otro jugador de nuestros queridos diablos rojos n o duden en hacérmelo saber escribiéndome a mis redes sociales.
Seguimos con los sueños de nuestros jóvenes un este tema primordial en su vida y desarrollo personal y profesional pues significan el cimiento de la construcción de las personas que serán en el futuro, de estas bases, de los valores y estructuras que adquieran en la familia en la edad temprana dependerá todo.
Es en casa donde todo comienza, y es imprescindible que desde ahí se inculque que el deporte siempre ira ligado a los estudios, es la combinación perfecta para llegar al éxito deportivo y social. El deporte lleva consigo las enseñanzas de disciplina, perseverancia, competencia, tolerancia a la frustración necesarias en todos los ámbitos. El deporte puede proporcionar el acceso a instituciones educativas de excelencia que en ocasiones la economía familiar NO puede enfrentar.
Lamentablemente hoy en día aún son pocas las Universidades privadas de nuestro país que invierten académica en deportistas de excelencia, el tecnológico de Monterrey fue pionero, al que se le han ido sumando otras como a UDLAP, la Ibero y algunas otras. En México no es como en Estados Unidos por ejemplo donde si tu hijo es un gran deportista puedes alcanzar la beca académica. Es una ecuación perfecta, te preparan profesionalmente sin costo a cambio de que tu talento deportivo represente a la institución, pero NO de manera incondicional, no basta ser buen atleta, si no apruebas o das el promedio académico exigido ¡adiós beca! Es una responsabilidad compartida que aplaudo.
Lo que para mí es francamente incomprensible o qué las universidades públicas como mi alma mater la UAEM no impulse y fomente a gran escala este modelo de combinar estudios + deporte = beca. Nací en Toluca, estudié ahí y es triste reconocer que en este rubro nuestra máxima casa de estudios está en pañales por decirlo de forma amable. Ni siquiera a través del futbol profesional, que el deporte masivo de nuestro país pudo sacarle provecho por la apatía, la ignorancia, la falta experiencia de quien se encargó de estos temas peso más que los factores económicos, que aparecieron justamente por la falta de un proyecto financieramente sustentable y responsable.
La franquicia un equipo de la liga de ascenso próximamente llamada de expansión fue arrumbado dilapidado por ignorancia. Era un activo de la UAEM que abandonaron, en perjuicio del patrimonio universitario. ¿Sabe en cuanto negociaron la franquicia de Zacatepec que jugara en Morelia? En cuatro millones de dólares ¡Más de 80 millones de pesos! ¿Por qué ese costo? Porque la ligamx les ofreció dar 20 millones de pesos anuales para costear a los equipos durante 5 años. ¡Eso pudo haber obtenido la Universidad! Acaben la frase que p……..s
Potros de la UAEM y su patronato NO pudo conseguir ni siquiera los 15 millones de pesos que requería para operar media temporada y después vender la franquicia. Dejaron la liga, dañando el patrimonio, perdiendo un activo. Si esto era grave, lo que vino después fue abominable.
La ignorancia deportiva del Rector es ilimitada y de todos conocida, pero lo que es peor es la soberbia e incapacidad mostrada por sus de sus asesores (ojo secretario de administración) que dictaminaron o no encontraron el camino para que la categoría de la 3ª División fuera sustentable. El costo de operación del equipo no rebasa los 900 mil pesos el año.
La tercera división es aspiracional, es formativa, crea identidad y es de bajo costo. NO puede catalogarse como un gasto, sino como una inversión que bien manejada debe ser autosustentable y hasta productiva a través de las escuelitas y centros de formación universitaria, si hubiera existido un proyecto adecuado.
La UAEM tiene un padrón de más de 84 mil estudiantes en todo el Estado. Increíblemente con ese número no pudieron encontrar a 30 jóvenes futbolistas talentosos para becarlos y formarlos en la estructura de una tercera división al menos. ¿Así o más grande la muestra de su incapacidad?
A las autoridades universitarias sencillamente les valió un cacahuate perder la franquicia del ascenso, tirar a la borda y a su suerte a los jóvenes de la tercera. En la comida o cena de fin de año se gastan muchísimo más que los 900 mil pesos que cuesta operar al año un equipo y mejor ni hablamos de regalitos, cortesías, viajecitos o negocios turbios.
Es una pena que desaparezcan esas divisiones, porque también existe una afición, que poca pero fiel, pedía a gritos que por lo menos les dejaran la 3ª División y así poder desquitarse de esa última final que perdieron en “el chivo” Córdoba contra “el Histeria”, vaya que les dolió, aun con 8 minutos de compensación no pudimos, me narra el aux. técnico de esa época, lo menciono como vivencia, la cual sucedió hace un tiempo en el estadio calificado por un portal como “el más bonito del mundo”. Fue una gran final, en un duelo que estaba convirtiéndose en un clásico toluqueño de esa división, siempre ganado por los nuevos en la división.
Hoy ese estadio NO tendrá más sueños, estará semi utilizado y casi en el abandono. Ojalá nuestra máxima casa de estudios llegue gente capaz, profesional que conozca el tema de futbol, su operación, con una perspectiva y un proyecto deportivo financiero sustentable y de lago plazo. Estoy cierto de que puede con esta estructura se puede cuajar uno de los mejores proyectos a nivel nacional.
El gran “chivo” Córdoba NO merecen convertirse en un elefante blanco. “La Aratmosfera” ese gran mural de Leopoldo Flores lego a la humanidad merece, al menos atestiguar como los sueños de muchos jóvenes mexiquenses se pueden cumplir en una cancha de futbol.
Gracias estimados lectores y espero sus comentarios en mi cuenta de twitter @elchitavivenci1
“El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta” Pablo Neruda.
