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Mis vivencias con el balón

Empezare por presentarme estimados lectores. Muchos de mis amigos me conocen como “el chita”, más adelante aclararemos el porqué del mote. La vida me hizo contador y mi pasión Director Técnico Profesional egresado del ENDIT en 2018.

Nací, crecí y me enamoré del Club Deportivo Toluca en esas bellas épocas (para mí) porque para el club eran tiempos no muy buenos. Era la época del “Chato” Ferreira, “Larry” Olmedo, Agustín Manzo, el gran príncipe Juan Carlos Paz, “Morris” Ruiz y de Pedro Munguía, entre otros. Tenía apenas 8 años, y recuerdo como si fuera día de reyes aquellos sábados esperando con ansia el llamado de mi padre para decirme; “vístete de rojo y apoya al Toluca”. Tenía entonces la certeza de que al día siguiente iríamos al estadio.

No podía dormir de la emoción era una sensación indescriptible cada domingo, era como el segundo beso de tu primer amor, porque el primero no tiene “máuser” en fin, Esos sábados en la noche siempre  preparaba mi suéter rojo y mi bandera del Toluca. 

Domingo a las 9 de la mañana cual toque de “diana” recuerdo con claridad la voz de mi papá decir; ¡vamos a prepararnos que hoy juega el Toluca!  Nos íbamos en familia, mi madre con dos de mis hermanos a la alameda mientras mi papá mi hermano mayor y yo al estadio. Almorzábamos en los tacos de carnitas de pino Suarez 507 centro en la subida hacia Matlazincas, y de ahí a la “la bombonera”. Cada 15 días se repetía el ritual, íbamos a sombra general atrás de la portería, mi padre y sus amigos; el mismo cervecero, el mismo dulcero etc., era como estar en tu casa, saltaban al campo los rivales y esperaba con ansia la salida del túnel de mi equipo, playera roja, short blanco y medias rojas. Recuerdo como mi cuerpo se llenaba de adrenalina al ver a los jugadores salían a la cancha con niños en brazos y corriendo con ellos ¡Qué no daría por estar ahí en ese momento!  claro antes salían los animadores, “el diablo mayor” con la piñata que volaba 30 metros a lo alto y explotaba, seguro era para intimidar al rival.

Me aprendía las alineaciones, gritaba que se la pasaran a Paz, a Manzo o al “Morris”,  para meter gol y que ganara mi equipo, y cuando eso pasaba… cuando entraba el balón a la red, no me importaba ver los festejos de los jugadores, más que el gol, lo que más disfrutaba era que mi papá me cargara y me diera un beso gritándome con una inmensa alegría; ¡goooool guerito! ¡goooool de Toluca! ¡Lo que daría por volver a vivir eso!… lo que daría.

En fin, ahí nació y se cultivó esta mi pasión por el futbol lo jugué, aunque NO fui nada malo tampoco lo pude hacer a nivel profesional. Pero eso, si con más amor y dedicación que muchos de ellos. También forme un equipo de primos, de hermanos y vecinos en los 90s.  De ahí brincamos al profesionalismo al adquirir un equipo de 3ª división, y justo ahí, empieza una nueva historia, con el mismo amor y entrega, pero desde una perspectiva diferente; las vivencias como hombre de pantalón largo, pasar de la cancha al escritorio no es un tema tan sencillo como parece y menos ser un novato teniéndote que parar en las oficinas de la FMF a defender lo tuyo ante muchos personajes con un colmillo largo y retorcido. Ya no es el llano, ya no es pagar solo el arbitraje y las chelas terminando el juego. 

El juego ya no es solo eso, ya es futbol profesional y llego el tiempo de construir el camino y dotar de las herramientas deportivas, de infraestructura para que los jóvenes cumplan sus sueños, pero no basta solo soñarlo, hay que construirlos, sembrar el futuro y hacerlos financieramente sustentables. No todos lograran ser profesionales, pero la meta es que conseguir que al final TODOS sean mejores personas. De eso les estaremos platicando en este espacio.

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