Amazon prepara una inversión de 10.000 millones en OpenAI porque si no puedes con tu enemigo lo mejor es unirte a él
Leónidas, tuviera six-pack o no, murió en las Termópilas, pero lo curioso para nuestra historia es justo lo que pasó después. Los persas de Jerjes habían arrasado el Ática, y ante la amenaza de que toda Grecia cayera, los espartanos —que desconfiaban profundamente de los atenienses— aceptaron unir fuerzas con ellos. La guerra hace extraños aliados, dicen, y esta historia nos viene que ni al pelo para explicar lo que está pasando con la IA. Todos están aliándose. Luego os cuento cómo acabó lo de los espartanos y los atenienses.
Qué ha pasado. OpenAI está negociando una alianza con Amazon según la cual esta última invertiría unos 10.000 millones de dólares en OpenAI. En The Information fueron los primeros en revelar esa negociación, ahora confirmada por fuentes cercanas a las conversaciones que ha sido citada en CNBC.
Qué ganan unos y otros. Gracias a ese acuerdo Amazon le venderá a OpenAI sus chips Tranium y también le alquilará más capacidad de cómputo en sus centros de datos para que OpenAI pueda expandir aún más la ejecución de sus modelos de IA y servicios como ChatGPT. Lo que gana OpenAI es, una vez más, recursos económicos para poder seguir creciendo. O lo que es lo mismo: dinero para quemar en esa hoguera en la que se ha convertido la IA.
Un acuerdo extraño. La alianza es sorprendente, sobre todo teniendo en cuenta que Amazon ya había puesto sus huevos en otra cesta. En concreto, en la de Anthropic, rival absoluta de OpenAI en la carrera de la IA. Se estima que Amazon ha invertido un total de 8.000 millones de dólares en Anthropic, pero ahora hay otra realidad: la de que todos invierten en todos.
Anthropic, el mejor ejemplo. Lo cierto es que en los últimos meses hemos visto más y más acuerdos de financiación circular. Microsoft, que había invertido 13.000 millones de dólares, anunció el mes pasado que invertiría 5.000 millones de dólares en Anthropic, y NVIDIA también se apuntó doblando esa cantidad: invertirá 10.000 millones en ella. Y ya puestos, hasta Google se ha aliado con Anthropic.
Que viva la financiación circular. Pero desde luego la gran protagonista de esos acuerdos en OpenAI, que ha ido recibiendo cheques en blanco (o casi) de gigantes como NVIDIA —100.000 millones—, con Broadcom o con AMD. Estamos ante un gigantesco castillo de naipes que tiene el peligro de desmoronarse. Pero mientras no lo hace, los jugadores siguen añadiendo pisos. O lo que es lo mismo, dinero.
¿Win-Win? El acuerdo es desde luego interesante para Amazon, que lleva desde 2015 trabajando en sus propios chips de IA. Los Trainium son la última expresión de ese esfuerzo, y que OpenAI vaya a usarlos para entrenar sus modelos —junto a los de sus competidores, que conste— es un buen respaldo para ese desarrollo. De hecho hubo un respaldo quizás más interesante hace poco hacia esos chips: el de Apple.
Y por supuesto, AWS. En realidad este acuerdo es una continuación de ese idilio (¿temporal?) entre Amazon y OpenAI. Esta última, una vez liberados sus lazos con Microsoft, comenzó a buscar nuevas novias en el ámbito de la infraestructura, y hace poco más de un mes anunció un acuerdo con Amazon Web Services por valor de 38.000 millones de dólares.
Esto va de preservación. Todos estos acuerdos entre las grandes tecnológicas no van de dinero, porque esas inversiones circulares no son más que intercambios de especie que se compensan unos con otros. De lo que van es de ser más fuertes y de protegerse. Y si caen, eso sí, caerán todas juntas.
Volvamos a Grecia. La alianza entre Esparta y Grecia cristalizó en la batalla naval de Salamina (también en el 480 a.C., poco después de la de las Termópilas), una de las más importantes de la historia de la humanidad. Esparta cedió el mando naval a Atenas a regañadientes, pero la estrategia funcionó. Esa unión de fuerzas logró una victoria decisiva que salvó a Grecia de ser conquistada por Persia.
Alianzas que acaban como acaban. Tras esa batalla y la de Platea un año después, la alianza comenzó a deteriorarse y acabó por romperse. Atenas y Esparta volvieron a ser enemigos. De hecho, 50 años después (430 a.C) ambas se enfrentarían durante más de un cuarto de siglo en la Guerra del Peloponeso. Era algo totalmente lógico, como lo será le hecho de que todas estas alianzas acaben como deben: con cada empresa yendo a lo suyo.
Imagen | OpenAI








