Por: El Husmeador

ROCHA MOYA, EL GOBERNADOR NARCO, ¡ENTREGA AL MAYO ZAMBADA POR ÓRDENES DE LOS CHAPITOS!
¿Quién lo diría? El gobernador que se pavonea con discursos de «paz y prosperidad» en las mañaneras recicladas de Morena resulta ser el peón perfecto en el ajedrez sangriento del narco. Audios explosivos, filtrados como una granada en la sede del poder, revelan que Rubén Rocha Moya no solo sabía del secuestro de Ismael «El Mayo» Zambada, sino que fue el enlace directo con los hijos de El Chapo Guzmán, los infames Chapitos. ¡Una traición que hunde a la 4T en el fango del crimen organizado hasta el cuello!
Imaginemos la escena: una finca remota en las afueras de Culiacán, el 25 de julio de 2024. «Huertos del Pedregal», un nombre idílico para un matadero político. Allí, bajo el sol abrasador de Sinaloa, Joaquín Guzmán López el Güero Moreno, ahijado traidor de El Mayo, tiende la emboscada. No es un golpe de suerte, no es un «regalo» sorpresa a los gringos, como balbuceó el gobierno de López Obrador en su momento. No, señores: es una operación orquestada con el sello de la complicidad estatal. Y en el centro de todo, Rocha Moya, recibiendo instrucciones como un sicario de bajo rango. Los audios, entregados por un informante clave de la facción de los Chapitos y analizados por los periodistas José Luis Montenegro y Ricardo Ravelo en su libro La cuarta transformación del crimen organizado, son una bomba de tiempo. En uno de ellos, se escucha cómo Rocha es alertado con una semana de antelación sobre la «entrega» del capo al FBI. «Es arriesgado», le advierten, pero el gobernador, lejos de alarmarse, coordina la logística: una reunión falsa para atraer a Zambada, con Melesio Cuén el operador político asesinado después– como carnada. Otro audio es aún más demoledor: los Chapitos le ordenan directamente a Rocha no asistir a la cita, pretextando «razones personales fuera del país». ¿Por qué? Porque el gobernador ya había cumplido su rol: allanar el camino para que El Mayo cayera en la trampa, envuelto en un saco y volando directo a una celda en Virginia.
Montenegro, en exclusiva para Aristegui Noticias, lo deja claro: «Estos materiales forman parte de la investigación que muestra la negociación desde Sinaloa, con conocimiento de autoridades mexicanas y estadounidenses».
Y no es un chisme de cantina; es evidencia grabada, confirmada por múltiples fuentes. Rocha, el hombre que AMLO defendió a capa y espada «Mi Rocha no tiene nada que ver», mintió el tabasqueño en su agonía presidencial, ahora emerge como el eslabón perdido entre el Palacio Nacional y los laboratorios de fentanilo. Pero vayamos al meollo de esta podredumbre: ¿quién gana con esto? Los Chapitos, por supuesto, eliminan a su eterno rival por el control del Cártel de Sinaloa y se ganan el favor de Washington con un «regalo» que vale miles de millones en sentencias y decomisos. EE.UU., con su hipocresía de por medio, encubre el secuestro porque les conviene: Zambada soltando nombres en la corte, desmantelando redes que llegan hasta la misma Casa Blanca. ¿Y México? Ah, México se queda con la factura: un estado fallido donde los gobernadores bailan al son de los narcos, y la «austeridad republicana» es solo un eufemismo para sobornos en maletines. Recuerden las cartas de El Mayo desde su mazmorra: acusaciones directas contra los Guzmán López por traidores, y un dedo acusador hacia el gobierno mexicano. Hoy, con la confesión de culpabilidad de Joaquín Guzmán López en Nueva York admitiendo el secuestro sin beneficio alguno para él ni su hermano Ovidio, todo encaja.
¿Casualidad que el fiscal Gertz Manero fuera «corrido» justo cuando las investigaciones apuntaban a Sinaloa? ¿O que Rocha siga en su trono, intocable, mientras el país arde en balaceras y desapariciones? Esta no es solo una historia de audios; es el epitafio de la Cuarta Transformación. López Obrador, que juraba «abrazos, no balazos», termina su sexenio regalando capos a los yanquis vía sus virreyes locales. Sheinbaum, la «científica» en el poder, calla como una esfinge mientras el narco se ríe en su cara. ¿Y Rocha? Ese señor de traje impecable, con su sonrisa de tiburón, es la prueba viviente de que en Sinaloa la frontera entre política y crimen no existe: es una misma bestia con dos cabezas. Que caiga el telón. Los mexicanos merecemos investigaciones independientes, no las farsas de la FGR. Juicios públicos, no pactos en las sombras. Y para Rocha Moya: la renuncia ya, o mejor, extradición. Porque si el gobernador de un estado es títere de los Chapitos, ¿qué nos queda? Un país secuestrado por sus propios traidores. ¡Que tiemble el Palacio! La verdad, una vez liberada, no se calla ni con balas ni con mañaneras.
Sigan los audios… vendrán más.












