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Los hongos que desafiaron Chernóbil también desafían el espacio profundo: así es como la radiosíntesis quiere llevarnos a Marte

En mayo de 1997, Nelli Zhdanova se internó en la estación nuclear de Chernóbil y descubrió algo curioso: el techo, las paredes y hasta el interior de los conductos del reactor estaban negros. Por algún motivo inexplicable, todos esos lugares que hasta ese momento se consideraban incompatibles con la vida estaban llenos de moho.

No solo eso. Descubrió que esos hongos no solo sobrevivían a dosis brutales de radiación, sino que se aprovechaban de ella, se alimentaban de ella, crecían hacia ella.

Lo que no sabía es que esos oscurísimo hongos radiotróficos eran nuestra mejor baza para viajar al espacio.

Porque ahora no basta con entenderlos… Ya sabemos que estos organismos realizan una suerte de radiosíntesis usando melanina para convertir la radiación ionizante en energía química utilizable. Y, por si fuera poco, sabemos que una capa de apenas 1,7 mm podía reducir en torno a un 2–2,5% la radiación medida bajo ella. 

Era cuestión de tiempo que nos pusiéramos manos a la obra y surgiera una nueva ola de estudios que combine biología, ciencia de los materiales y ensayos en órbita baja. 

…necesitamos cambiar el mundo. La idea básicaahora mismo es crear biocompuestos donde la melanina (fungal, animal o sintética) se mezcle con polímeros como el PLA (ácido poliláctico) para mejorar su estabilidad estructural y, sobre todo, su capacidad de blindaje frente a radiación espacial. 

A base de melanina y con los mecanismos de reparación de ADN de los hongos bajo el brazo, la idea de crear una bis-escudo de protección en el espacio profundo está encima de la mesa. Hablamos de una de las mejores soluciones (ligera, autorreparable y versátil) para viajar a Marte esquivando los problemas de la microrradiación

Una enorme caja de herramientas. Por supuesto, esto es solo el principio. Los extremofilos han demostrado ser una increíble caja de herramientas y el interés en los hongos de Chernóbil es parte de esa idea, de ese sueño, de esa esperanza.

¿Pero es realista o es puro hype? Esa es la gran cuestión, ¿no es cierto? Al fin y al cabo, las cifras de blindaje actuales son modestas: reducciones del 2–4%; y buena parte de la comunidad lo ve como algo complementario (y no una tecnología capaz de sustituir a otras). 

Sobre todo, porque hay muchas dudas sobre cómo conseguiremos resolver todos los problemas de bioseguridad que un montón de hongos en un espacio cerrado en el espacio profundo. Por suerte, tenemos tiempo para conseguirlo.

Imagen | Jorge Fernández Salas | Photobank Kiev

En Xataka | Chernóbil se llenó de hongos tras el accidente nuclear. Gracias a ellos descubrimos una «nueva forma de fotosíntesis»

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