Una mala racha arrasó mi cocina. La herramienta más útil de las finanzas personales me ha salvado
Dicen que las desgracias nunca llegan solas y, cuando se trata de electrodomésticos, esa es una realidad más que probable.
En el último año, todos los electrodomésticos de mi cocina han ido cayendo uno a uno. Primero la lavadora, luego la secadora, la cafetera, hace un par de meses el frigorífico y, ahora, el microondas está empezando a pitar aleatoriamente. Está pidiendo la hora. Ser adulto era esto.
Para una economía promedio, hacer frente al reemplazo de todos esos electrodomésticos en un solo año supone un bache importante. No obstante, hemos podido hacer frente a ese importante imprevisto gracias a una herramienta clave en las finanzas personales: el fondo de emergencias.
Preocupación en España por los imprevistos
La preocupación por no poder hacer frente a un gasto inesperado está muy presente en los hogares españoles. Un estudio del neobanco Nickel señala que al 64% de las personas encuestadas les inquieta que sus ahorros no sean suficientes para cubrir un imprevisto, cinco puntos porcentuales más que lo manifestado en el mismo estudio del año anterior.
El mismo informe muestra que un 28%, afirma haber planificado bien sus ahorros, mientras que un 8% declara no tener ningún ahorro disponible. Además, el impacto no es igual para todo el mundo: el 5% de los hombres dice no tener ahorros, frente a un 12% de las mujeres, y solo el 35% de los mayores de 65 años considera que tiene un colchón lo bastante amplio como para hacer frente a un imprevisto.
Por qué importa un fondo de emergencia
El caso de la escabechina de mis electrodomésticos es un buen ejemplo de lo que es y la importancia de tener un fondo de emergencia. Las entidades financieras definen el fondo de emergencia como una cantidad de dinero guardada solo para imprevistos, distinta de los ahorros para objetivos como viajes o reformas. Sirve para cubrir, por ejemplo, una avería del coche, una caldera que se estropea o un gasto sanitario repentino, sin descolocar todo el presupuesto del mes.
Disponer de este colchón aporta dos ventajas claras: por un lado, reduce el estrés porque permite afrontar gastos inesperados sin tomar decisiones precipitadas, y por otro, protege de caer en deudas que luego se hacen cuesta arriba.
¿Cuánto dinero necesitas?
Vale, es útil y necesario crear «un rinconcito» para imprevistos, pero ¿de cuánto dinero estaríamos hablando?
Factores como la inflación, el encarecimiento de la cesta de la compra o el estancamiento de los salarios hace que ahorrar sea una utopía. Según un informe elaborado por Triodos Bank, el 19,4% de los encuestados asegura no poder ahorrar nunca o casi nunca, mientras que el 36,9% solo puede hacerlo algunos meses. Solo el 43,7% afirma poder ahorrar con regularidad. Por lo tanto, es comprensible que la idea de ahorrar, cuando te sobra mes al final del salario, se te haga cuesta arriba. Que no cunda el pánico.

Algunas entidades bancarias coinciden en que el fondo debería cubrir entre tres y seis meses de gastos fijos mensuales, ajustando la cifra a la situación financiera de cada persona o familia.
En caso de tener ingresos variables o trabajos por cuenta propia, algunos expertos recomiendan ampliar ese margen cubriendo de seis a doce meses de gastos fijos. El resultado será tu objetivo de ahorro para el fondo de emergencia.
Para establecer una cifra de ahorro concreta, debes calcular cuánto gastas cada mes en vivienda, suministros, alimentación, transporte y otros gastos básicos, y multiplicar esa cantidad por seis o doce meses, en función de cada situación. Incluso hay calculadoras que te ayudan a establecer esa cifra.
Trucos para construir el fondo de emergencia sin agobios
Una vez se ha establecido el objetivo de ahorro, llega el momento de iniciar el plan para hacerlo posible. No es necesario emplear una gran cantidad de dinero mensual para este fondo, aunque sí conviene establecer una cuota mensual asumible. Pueden ser 10, 20 o 50 euros. Depende de tu economía. Lo importante es empezar a aportar.
Cuando se trata de dinero, la carne es débil y la tentación de saltarte la aportación mensual será muy fuerte, por lo que lo más recomendable es establecer una estrategia de ahorro.
Automatiza el ahorro mensual
Por un lado, separar físicamente ese fondo de emergencias del resto de tus ahorros. Por ejemplo, en una nueva cuenta. Al separarlo de tus ahorros o de tu cuenta corriente te resultará mucho más sencillo saber cuánto dinero tienes ahorrado en él y ajustar tu plan de ahorro.
Por otro lado, a nivel psicológico, ver cómo va creciendo esa cantidad te servirá como motivación para conseguir el objetivo.
Con el fin de evitar las tentaciones, lo más recomendable es automatizar el traspaso mensual de la cantidad que hayas establecido como cuota para tu fondo de emergencias. De ese modo, tan pronto como tu salario se ingrese en tu cuenta, esa cuota se reservará para emergencias sin que tengas que hacer nada. Si no te ves en la obligación de gestionar ese dinero cada mes, no tendrás tentaciones de no reservarlo.
No es lo que ahorras, es lo que no gastas
Cuando la capacidad de ahorro es limitada, tiene mucho sentido revisar los denominados «gastos hormiga«: cafés fuera de casa, compras impulsivas en aplicaciones, suscripciones a servicios que nunca usas o antojos frecuentes de bajo importe.
Redirigir esos pequeños gastos frecuentes hacia el fondo de emergencia puede marcar la diferencia con el tiempo, porque transforma dinero que se escapa casi sin darse cuenta en un colchón que protege frente a multas, reparaciones o facturas inesperadas.
Otra de las claves para conseguir que el fondo de emergencias crezca sin darte cuenta es redirigir el total o buena parte de cualquier ingreso inesperado, como devoluciones de impuestos, pagas extra, bonus, premios menores o regalos en efectivo a tu fondo, en lugar de a tu cuenta corriente. Al fin y al cabo, es un ingreso con el que no contabas, por lo que nada mejor que dedicarlo a una emergencia igualmente inesperada.
¿Cuándo usar el fondo de emergencias?
Parece una pregunta de Perogrullo, pero cuando se tiene una cierta cantidad de dinero ahorrada, es fácil olvidar el motivo que te hizo ahorrarla. Si es un fondo para emergencias, se usa para emergencias. Pero ¿qué es una emergencia?
No, una emergencia no es haberte quedado sin dinero para irte de vacaciones o para cambiar de móvil porque ha salido el nuevo modelo. Tampoco es emergencia una oferta buenísima del Black Friday.
Emergencias son los gastos imprevisibles que no se pueden posponer y que afectan a la estabilidad básica: una reparación urgente sin la que no se puede seguir trabajando o viviendo con seguridad. Una avería en el coche que usas a diario para ir a trabajar, la reparación de la caldera o la sustitución del frigorífico.
Es muy importante tener claro que ese fondo es para un uso de emergencia, ya que de lo contrario podrías usar ese fondo como si fueran simples ahorros. La diferencia es que los ahorros sí podrían variar en función de la situación económica. Sin embargo, el fondo de emergencias debería mantenerse siempre cercano al objetivo porque esa es su razón de ser: cubrirte cuando todo lo demás ha fallado.
Sin embargo, cuando se trate de una auténtica emergencia que no pueda ser cubierta de ninguna otra forma, no dudes en recurrir a este dinero. La idea no es sentir culpa, sino entender que el fondo existe precisamente para eso: para evitar endeudarse de forma innecesaria y ganar tiempo para recomponer poco a poco la estabilidad financiera después del susto y volver a reponer el dinero que se ha usado.
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Imagen | Unsplash (Sasun Bughdaryan), Pexels (maitree rimthong)







