Parecía difícil que el ejército de China tuviera más sorpresas en 2025. Estábamos equivocados, y es una bestia de 64 metros

Hace apenas dos semanas China completaba ese plan de dominación mundial que había escenificado al final del verano a través de un desfile militar sin parangón. Y lo hacía mostrando el Type 076 en sus primeras pruebas, un salto tecnológico sin precedentes en la industria naval china al tratarse de un buque de asalto anfibio con propulsión eléctrica y catapultas electromagnéticas.
Resulta que había un “one more thing”.
Desafiando lo conocido. Sí, la aparición de un misterioso trimarán negro en lo que parece ser el astillero de Huangpu ha revelado por primera vez la silueta completa de una nave que China llevaba meses ocultando bajo lonas y que hasta ahora solo se conocía por análisis satelitales.
Sus líneas combinan rasgos propios de un buque de superficie con elementos inequívocamente submarinos, dando forma a un diseño híbrido de unos 64 metros de eslora pensado para operar tanto en navegación expuesta como en modo submersible, una arquitectura que amplia radicalmente las posibilidades de sigilo, alcance y supervivencia frente a sensores adversarios.
Teorías. Contaban los analistas de TWZ que la presencia de un propulsor tipo pump-jet, visible en la nueva imagen, refuerza la impresión de que se ha priorizado la discreción acústica y la eficiencia durante largos desplazamientos, mientras su vela con marcas de profundidad, snorkel o mástil apunta a ciclos de inmersión prolongados y a un comportamiento más cercano al de un submarino ligero que al de un simple vehículo de superficie no tripulado.
Con o sin humanos. Esa ha sido la gran pregunta desde que se hizo pública la imagen: la cuestión de si la nave opera con tripulación o si pertenece a la nueva generación de USV/UUV híbridos que China ha comenzado a desplegar en los últimos años. Su diseño, sin superestructura clásica y con una vela mínima, respalda la posibilidad de un vehículo capaz de sumergirse casi por completo, lo que la situaría en una categoría intermedia entre un dron semisumergible y un submarino de pequeño desplazamiento.
La presencia de marcas de calado en la vela y otras zonas del casco sugiere que la inmersión total está contemplada, y que la nave es algo más sofisticado que los semisumergibles utilizados en operaciones de vigilancia o infiltración. Si se confirma que es un sistema no tripulado (o de tripulación mínima) estaríamos ante un salto notable en la doctrina naval china, que lleva años experimentando con flotas distribuidas de plataformas autónomas capaces de operar lejos de bases y con menor riesgo político.

Render visto en redes de la embarcación
Más hipótesis. Una de las teorías más sólidas sostiene que este trimarán representa la evolución china del concepto de arsenal naval: un buque furtivo, difícil de detectar, sin tripulación o con tripulación reducida, cargado con misiles de ataque terrestre o antibuque que podría emerger, lanzar su salvas y volver a desaparecer bajo las olas.
En tiempos de proliferación de sensores, guerra antisatélite y vigilancia constante, una plataforma así ampliaría la profundidad de fuego de la marina china sin exponer fragatas o destructores más valiosos. Aunque en la imagen disponible no se aprecia un sistema VLS que confirme esta función, el volumen interno de la nave y su perfil encajan con los renderizados no oficiales que desde hace años circulan sobre un posible prototipo semi-submersible capaz de esconder su señal térmica y radar. Si China estuviera probando este concepto, trataría de replicar la lógica que Estados Unidos exploró hace décadas: un “arsenal flotante” que aporta masa de fuego sin comprometer buques tripulados.

Render no oficial aparecido en redes antes de la imagen filtrada
La opción del buque nodriza de drones. Otra interpretación con peso creciente es la de un buque nodriza de drones, tanto aéreos como marítimos, una idea que encajaría con la revolución táctica vista en el Mar Negro, donde Ucrania ha demostrado el potencial devastador de enjambres lanzados desde pequeñas plataformas. En este caso, el interior del trimarán podría albergar drones VTOL o lanzadores tipo rampa para municiones merodeadoras de largo alcance similares a los Shahed, ampliando la capacidad china de saturar defensas o realizar ataques a distancia sin comprometer aviones tripulados.
La ausencia de una cubierta de vuelo convencional no descarta esta función: un sistema de catapulta interna o lanzadores inclinados podrían adaptarse sin necesidad de un hangar abierto. Este enfoque convertiría a la nave en un multiplicador de fuerza dentro de una arquitectura de combate distribuido que el PLAN lleva años cultivando, inspirándose tanto en el modelo estadounidense como en las lecciones recientes de la guerra en Ucrania.
Misiones secretas. Una tercera posibilidad es que se trate de una plataforma pensada para operaciones especiales, capaz de infiltrar equipos en archipiélagos, arrecifes o zonas litorales altamente vigiladas sin la señal acústica y térmica de un submarino convencional. La capacidad de navegar en superficie a largas distancias y luego sumergirse para ocultarse se alinea con doctrinas de fuerzas especiales que privilegian la penetración silenciosa y la exfiltración discreta.
Buques similares han sido desarrollados por Estados Unidos (como el Sealion) y por otras marinas que operan en entornos densamente monitorizados. China, con su creciente interés por proyectar poder en el mar de China Meridional y el estrecho de Taiwán, tendría un incentivo claro para ensayar vehículos capaces de moverse entre islotes y aguas poco profundas donde un submarino estándar sería impracticable.
Un banco de pruebas. No puede descartarse, sin embargo, que este trimarán sea ante todo un prototipo destinado a experimentar con tecnologías que acabarán integrándose en otras plataformas. La historia reciente de la PLAN está repleta de buques de prueba y estructuras experimentales usadas para validar sensores, propulsores, cascos furtivos o sistemas autónomos antes de escalar su producción.
La ambigüedad es parte del mensaje: al mostrar una nave de propósito indeterminado, China introduce incertidumbre en la planificación adversaria, obligando a Estados Unidos, Japón y Australia a contemplar toda una colección de amenazas potenciales sin poder descartar ninguna. En ese sentido, la opacidad, reforzada por su pintura negra y la ausencia de detalles oficiales, forma parte del juego estratégico.
Un síntoma. Sea como fuere, por ahora solo hay una certeza: el hallazgo de la imagen no disipa el misterio, sino que lo amplía. La nave representa un experimento deliberado con conceptos que están redefiniendo la guerra marítima del siglo XXI: plataformas autónomas, sistemas híbridos, arsenales flotantes, nodrizas de enjambres y vehículos capaces de alternar entre sigilo e intensidad operativa.
A medida que aparezcan nuevas fotografías o tests en mar abierto, la silueta de este trimarán dejará de ser un enigma aislado para convertirse en una pieza visible de la estrategia naval china, una estrategia que busca diluir la frontera entre superficie y profundidad, entre tripulado y autónomo, entre presencia y desaparición. Puede que todavía no sepamos su función exacta, pero sí sabemos que anuncia una tendencia: el futuro de la guerra naval será híbrido, distribuido y, por encima de todo, mucho más difícil de anticipar.
En Xataka | China ya tiene listo el Type 076: un barco de asalto anfibio para revolucionar su capacidad naval







