Adiós a vacunar solo a los abuelos: la estrategia contra la gripe da un giro radical en España y tiene todo el sentido del mundo

Cada invierno, la historia se va repitiendo en nuestro país. Junto a la caída de las temperaturas, la gripe hace acto de presencia en nuestro entorno, haciendo que mucha gente comience a moquear, a toser o a estar con fiebre. De manera general, para poder prevenir lo peor de este virus durante los meses anteriores se apuesta por hacer campañas de vacunación a una parte de la población, mientras que en los ‘no agraciados’ se confía en el paracetamol y unos días un poco malos.
La epidemia. Desde hace unos días España se encuentra oficialmente en epidemia de gripe debido al aumento de los casos en buen parte de España, lo que ha llevado a algunas comunidades a activar la recomendación de usar mascarilla en algunas ubicaciones. Todo para evitar sobre todo seguir expandiendo el virus y no contagiar a aquellas personas más vulnerables que pueden acabar fácilmente ingresados en un hospital tensionando el sistema sanitario.
El problema de este año está en la ‘variante K‘ de este virus para el que no estábamos preparados del todo con las vacunas de las que se dispone y tampoco nuestro sistema inmunitario. Pero por suerte las armas con las que contamos tienen un efecto previsiblemente para minimizar sus efectos en el organismo.
Sistema de vacunación. En la actualidad la vacunación se recomienda de manera oficial a una población específica. Uno de estos grupos son los más pequeños de la casa, debido a que son un grupo de personas que actúan como vectores. Esto quiere decir que se puede infectar, tener una incubación muy larga y luego apenas presentar síntomas. El problema es que van a poder ir contagiando a todo lo que los rodea, como a sus padres o incluso a las personas ancianas como los abuelos, lo que sí supone un grave problema, ya que van a manifestar de manera agresiva la enfermedad.
De esta manera, la estrategia es bloquear este vector con la vacunación de los menores de seis años, aunque no sin estar libre de problemas bioéticos. Por otro lado está la vacunación a las personas mayores, personal sanitario o inmunodeprimidos, donde la infección por este virus puede suponer llevarlos a un estado de salud muy delicado.
Vacunación para todos. Vacunar a una pequeña parte de la población es la estrategia que ahora mismo encima de la mesa, pero cada vez son más voces las que apuntan a la necesidad de tener que hacer vacunaciones masivas. Como ocurrió durante la pandemia por COVID-19.
De esta manera, la Asociación Española de Vacunología (AEV) y el Comité Asesor de Vacunas de la AEP defienden esta estrategia por la estadística pura que hay en nuestro país. Apuntan a que mientras las coberturas vacunales no sean masivas, el virus siempre encuentra «brechas» para circular. Si solo vacunamos a los abuelos, el virus circula libremente entre los niños (los grandes transmisores) y los adultos jóvenes, mutando y manteniéndose fuerte hasta que, inevitablemente, salta de nuevo al vulnerable.
Las claves. Como hemos dicho antes, la AEP lleva años insistiendo en la vacunación infantil universal (de 6 a 59 meses). No solo para proteger al niño, sino porque los niños son vectores muy eficientes, y concluyen que si se frena el virus en las guarderías y colegios, proteges indirectamente a toda la comunidad. Pero cada vez hay más voces que apuntan a la necesidad de que los menores de 17 años también deberían entrar dentro de los criterios técnicos para recibir esta vacuna.
Pero no solo a estos, ya que organismos internacionales como el ECDC y la OMS han señalado que ampliar las coberturas a «segmentos amplios de la población» (incluyendo convivientes y trabajadores activos) es la única forma real de contener la onda epidémica. Cuanta más gente vacunada haya al inicio de la ola, menos «autopistas» tiene el virus para moverse.
Ya se está haciendo. Desde las administraciones públicas ya vemos como se está recomendando la vacunación antes de que llegue el pico máximo de esta epidemia que se espera justo en Navidad, ya que es cuando más se puede juntar la gente en un espacio cerrado. De esta manera, la propia Ministra de Sanidad, Mónica García, apunta a que «se vacune toda la población» sin hacer referencia a los criterios que hay establecidos en los planes técnicos.
Y es algo que las comunidades autónomas están haciendo, abriendo la puerta a todo aquel que se quiera vacunar eliminando las restricciones. Cataluña, por ejemplo, desde el 1 de diciembre se ha abierto a que cualquier persona que quiera inmunizarse lo pueda hacer.
Por su lado, Galicia y Castilla y León han implementado campañas de vacunación masiva sin cita previa («puertas abiertas») durante los fines de semana, facilitando que cualquiera que pase por allí pueda recibir el pinchazo. se han sumado a la estrategia de «acelerar la inmunización» eliminando las barreras burocráticas de la cita previa.
El mensaje subyacente de estas políticas es claro: si tienes un brazo y voluntad, te queremos vacunado ahora.
Cuanto antes, mejor. Los expertos en este caso son bastante claros debido a que la vacuna no ‘funciona’ al momento de inocularse. Hay que esperar unas semanas para generar la protección óptima contra el virus para reducir los síntomas en el caso de que se contraiga la enfermedad.
Imágenes | Mufid Majnun








