Los mapaches están haciéndose más adorables para adaptarse a los seres humanos: así estamos 'disneyficando' el campo
Es mejor no andarse con rodeos: en algunas partes de EEUU, lo de los mapaches se ha convertido en un maldito infierno. El boom demográfico en zonas urbanas, la invasión constante de propiedades, el comportamiento agresivo y el riesgo de enfermedades han generado un sin fin de situaciones problemáticas.
De hecho, la enorme disponibilidad de alimento proveniente de la basura humana están convirtiendo en toda situación en un problema.
Y, sin embargo, a la par, estamos viendo un fenómeno curioso: los mapaches están en proceso de domesticación.
¿Domesticación? Eso parece. Un reciente estudio ha evaluado 20.000 fotografías de mapaches urbanos y rurales y lo que han encontrado es «una clara reducción en la longitud del hocico». Se trata, como explica Nardine Saad en la BBC, de «un cambio físico consistente con las primeras etapas de domesticación observadas en gatos y perros».
No es la única señal de domesticación: según Artem Apostolov, investigador principal del trabajo, se encuentran «respuestas de huída (o lucha) atenuadas» y los animales parecen sentirse más cómodos a nuestro alrededor.
¿Por qué está pasando esto? Según Raffaela Lesch, coautora del estudio, «la basura es realmente el motor de todo esto». «Dondequiera que vayamos los humanos, hay basura, y a los animales les encanta nuestra basura», decía en Scientific American. Pero lo cierto es que no es fácil acceder a esa basura.
Se necesita ser lo suficientemente audaz como para hurgar en los contenedores, pero no tanto como para representar una amenaza. Y esa presión evolutiva, tiende a seleccionar líneas genéticas con buen comportamiento.
Buen comportamiento y más cosas. Durante años, los científicos han asociado la domesticación a cambios anatómicos y morfológicos muy concretos como colas rizadas, orejas caídas, despigmentación, cerebros más pequeños y esqueletos faciales reducidos. Es algo que podemos ver fácilmente si compramos un perro y un lobo.
Lo que estamos viendo con el caso de los mapaches es que la hipótesis de la domesticación activa (el hecho de que los humanos capturaran y domesticaran a los animales) no se adapta bien a estos datos. «El proceso podría en realidad comenzar mucho antes de lo que se creía — sostienen estos autores — especialmente cuando los animales se acostumbraron a los entornos humanos».
Es decir, creíamos que estábamos domesticando el mundo y, en realidad, era el mundo el que nos estaba domesticando a nosotros.
Imagen | Joshua J Cotten
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