Ultimas Noticias

Ucrania ha abierto el misil balístico ruso que ha arrasado sus ciudades. Su sorpresa es una condena: su principal proveedor es intocable

En el mes de octubre la inteligencia ucraniana llevó a cabo una investigación. Entonces encontró, una vez más, que el agujero que existe en torno a las sanciones internacionales es palpable y numérico. Kiev se había puesto a analizar piezas de los últimos misiles de crucero y balísticos de Moscú. Y lo que encontraron fue un Deja vú

Lo último: una investigación exhaustiva del misil Iskander ruso señala claramente a una superpotencia.

Letalidad en la línea de producción. El misil balístico Iskander-M, corazón del terror ruso contra ciudades ucranianas, descansa sobre un combustible sólido cuya mitad debería estar compuesta por perclorato de amonio. Ocurre que Rusia, tras décadas de declive industrial desde el colapso soviético, ya no puede producir a escala el ingrediente crítico para fabricarlo: clorato sódico de alta pureza

Esa carencia técnica, más que cualquiera de sus fuerzas militares, define la vulnerabilidad estratégica de un arma que ha devastado lugares como Kryvyi Rih, donde, por ejemplo, un impacto en noviembre de 2024 mató a una madre y a sus tres hijos. La caída sostenida en las tasas de interceptación ucranianas, incluso en áreas defendidas por Patriot, demuestra que cada misil que logra superar la defensa aérea impacta en zonas densamente pobladas y traduce esa dependencia industrial en tragedia humana.

La red que abastece. Ahora, en una investigación del RUSI, la inteligencia ucraniana ha encontrado que, en ausencia de capacidad doméstica, Moscú depende de dos proveedores esenciales: China, que aporta el 61% del clorato sódico importado, y Uzbekistán, que suministra el 39% restante a través de Farg’onaazot, una planta adquirida por Indorama por 140 millones de dólares y ligada familiarmente al conglomerado de Lakshmi Mittal. 

De esta forma, entre 2024 y mediados de 2025, solo la fábrica uzbeka envió más de 18 millones de dólares en insumos, parte de un flujo total cercano a los 37 millones que sostienen la producción de misiles usados repetidamente contra la acería ArcelorMittal en Kryvyi Rih, paradójica víctima del mismo entramado empresarial que contribuye involuntariamente a alimentar el programa ruso.

Combatlaunching2018 18

Lanzamiento de un Iskander en 2018

El agujero en el régimen de sanciones. Aunque el clorato sódico figura en las sanciones europeas como sustancia que sostiene la capacidad industrial rusa (la UE no puede moverlo), los principales proveedores (uzbekos y chinos) continúan sin ser sancionados. De hecho, la especialista Olena Yurchenko identifica tres fallos estructurales: la falta de cobertura integral de todos los precursores del combustible sólido, la ausencia de restricciones sobre proveedores de terceros países, y la omisión de sanciones a los exportadores y a los importadores rusos directamente implicados. 

El resultado es una cadena de suministro perfectamente funcional que opera entre las sombras jurídicas, permitiendo a Rusia reponer su arsenal pese al embargo occidental. Expertos señalan que este fenómeno se repite en sectores donde las empresas occidentales toleran indirectamente circuitos de “importación paralela”.

Geopolítica y cálculo político. Recordaban en Forbes que para la UE sería políticamente más asumible sancionar a Uzbekistán, cuyo peso económico y vínculos con Europa son menores que los de China. Qué duda cabe, castigar a proveedores chinos implicaría fricciones diplomáticas y comerciales profundas, lo que explica la reticencia de algunos Estados miembros. 

Sin embargo, mientras esas decisiones se posponen, Rusia avanza en nuevos complejos de producción interna que no estarán operativos hasta entre 2025 y 2027, prolongando un periodo crítico en el que la dependencia exterior sigue siendo el talón de Aquiles de su industria misilística.

La ironía estratégica que sostiene el conflicto. ArcelorMittal Kryvyi Rih, pilar económico de la ciudad y objetivo recurrente de los Iskander, ha aportado más de 500 millones en impuestos a Ucrania y más de 18 millones en ayuda humanitaria desde la invasión. El drama es evidente: la misma estructura empresarial que contribuye a reconstruir Ucrania se halla, por un eslabón lejano de su órbita corporativa, vinculada a la producción de los misiles que destruyen su infraestructura. 

Si la UE sancionara simultáneamente a los proveedores uzbekos y a los principales exportadores chinos, Rusia afrontaría años de inestabilidad, costes elevados y menor flexibilidad industrial. Incluso podría verse forzada a rediseñar sus motores y combustibles, comprometiendo la fiabilidad de su arsenal durante un periodo prolongado.

Lo que está en juego. Si se quiere también, la cuestión decisiva es si la política europea tendrá la valentía de cerrar las lagunas que permiten a conglomerados globales beneficiarse (directa o indirectamente) de ambos lados de la guerra. La razón es meridianamente clara: mientras persista esa excepción jurídica y económica, los Iskander seguirán volando y masacrando, sostenidos por una cadena de suministros que la tecnología rusa por sí sola no puede reemplazar.

Imagen | Vitaly V. Kuzmin, Mil.ru

En Xataka | Está ocurriendo algo devastador para Ucrania: las zonas de muerte están desapareciendo, y sus drones están volando a ciegas 

En Xataka | Durante años Europa se ha preguntado cómo detener a la flota fantasma rusa. Ucrania le acaba de mostrar el camino: con IA

source

Mostrar más
Botón volver arriba