Asturias afronta un problema peculiar: está produciendo tanta energía que ya no sabe literalmente dónde meterla

Hace un año todo indicaba que Asturias iba a convertirse en el nuevo hub español de almacenamiento energético. Pero estos planes, que iban a ayudar a integrar renovables, aliviar la red y atraer industria, chocaron con la realidad. Hoy por hoy, el panorama es muy distinto. La región no solo ha paralizado nuevas instalaciones de almacenamiento, sino que un informe oficial acaba de confirmar un diagnóstico más preocupante.
Asturias está saturada de energía, pero no sabe dónde meterla. En resumen, la red eléctrica del área central está al límite.
La CNMC destapa el problema. El detonante es un conflicto aparentemente técnico entre EDP (Hidrocantábrico Distribución) y Red Eléctrica de España por el acceso a la subestación de Carrió. Como han relatado medios locales, la distribuidora solicitó sustituir dos transformadores para aumentar su capacidad de 513 MW a 665 MW, pero REE lo rechazó argumentando que la red no podía alimentar tanta demanda simultánea.
Ese rechazo llevó el caso a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), que emitió una resolución con un mensaje contundente: la red de transporte en la zona central está saturada, no puede conceder nuevos permisos, existe «sobrecapacidad relevante» y hay un «riesgo para la seguridad del suministro en caso de fallo simple, en la época estival».
Además, la propia comisión reconoce que la causa se remonta a 2007, cuando se produjo la separación entre distribución y transporte y se transfirieron activos a REE sin documentar las capacidades de acceso garantizadas. Como explica el informe oficial, durante años REE y EDP operaron «como siempre», pero con interpretaciones opuestas sobre cuánta capacidad estaba realmente asegurada para la red asturiana.
¿Qué significa que esté saturada? Aunque pueda parecer un concepto técnico, la CNMC ha detallado en su informe una imagen más precisa de lo que ocurre. Para empezar, la saturación implica que la red no puede conceder ni un solo acceso más. El regulador detecta una «saturación total de capacidad, sin posibilidad de conceder nuevos permisos de acceso ni conexión». Esto se traduce en que ninguna industria nueva, ningún parque renovable y ningún proyecto de almacenamiento puede conectarse: la red está literalmente llena.
A ese bloqueo se suma otro problema de fondo. La red del centro de Asturias no cumple el criterio legal mínimo conocido como N-1, que obliga a garantizar el suministro incluso si falla un componente clave. Sin embargo, la propia CNMC confirma que ese requisito no se cumple: si cae un transformador o una línea principal, no existe una vía alternativa capaz de absorber la energía, lo que convierte cualquier incidente en un riesgo potencial.
La situación es aún más delicada según los datos. El informe del regulador señala que dos grandes consumidores electrointensivos ya absorben 686 MW, a lo que hay que sumar los 200 MW que necesita EDP para alimentar la red de distribución. En total, más de 800 MW conectados. El problema es que la capacidad segura en verano —cuando las líneas rinden peor por las altas temperaturas— es de 754 MW. Dicho de otra forma: hay más potencia conectada de la que la red puede soportar en condiciones seguras.
Y el margen de maniobra es prácticamente inexistente. Según detalla la CNMC, si fallara el transformador 400/220 kV de Cardoso, toda la zona quedaría alimentada únicamente por una línea de 220 kV que no soporta el consumo actual en verano. En términos prácticos, esto significa que cualquier fallo simple podría desencadenar un problema real de suministro en plena época estival.
El punto es que hay energía, pero no se puede mover. La paradoja es evidente: Asturias quiere más renovables, quiere baterías, quiere electrificar su industria y quiere atraer nuevos proyectos estratégicos. Pero todo ese crecimiento necesita una red eléctrica robusta y con margen. Y ahora mismo, ese margen no existe.
Los transformadores de Carrió podrían manejar más potencia, sí, pero eso carece de importancia si las líneas que los conectan ya van al límite. Incluso la futura conversión a gas de la térmica de Aboño —señalada por el Principado como alivio futuro— no resuelve el problema actual, porque el cuello de botella está en el transporte, no en la generación.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Además del conflicto histórico entre REE y EDP, una cadena de factores han agravado la situación. Uno de los más determinantes es el incremento de potencia asignado a algunos grandes consumidores industriales. En 2022, Red Eléctrica concedió a un cliente electrointensivo un aumento de 132 MW, hasta alcanzar 450 MW de potencia entre Carrió y Tabiella. El regulador aclara que esa decisión no incumplió la normativa, pero sí subraya la falta de coordinación con EDP, que no fue informada y vio cómo el margen de capacidad de la zona se agotaba prácticamente de golpe.
A este problema se suma otro de más largo recorrido. Como recuerda El Comercio, los refuerzos necesarios para la red central llevan más de 20 años planificados, pero nunca se ejecutaron. El resultado es que Asturias afronta la electrificación industrial y el crecimiento previsto para los próximos años con una red que no se ha actualizado al ritmo de la demanda.
La evolución de la generación local. La situación se complica ya que la cogeneración, una tecnología clave para producir electricidad y calor cerca de los centros industriales, se ha desplomado. Según cifras publicadas por El Comercio, Asturias ha perdido un 82% de la producción de cogeneración en seis años. Eso implica menos energía generada en origen y, por tanto, más necesidad de traer electricidad desde fuera a través de una red que ya está saturada. El impacto económico y ambiental también es notable: 60 millones de euros menos de facturación industrial y 230.000 toneladas adicionales de CO₂.
¿Y ahora qué? El Gobierno asturiano insiste en que el problema quedará resuelto con el anillo central de 400 kV, una infraestructura gigantesca incluida en la planificación energética para 2030. Ese anillo duplicará la capacidad de transporte eléctrico en el área metropolitana y permitirá absorber el crecimiento industrial previsto.
Por su parte, Red Eléctrica ya tiene autorización para la nueva subestación de Cardoso, clave para ese anillo, con una inversión de 26,5 millones de euros. Sin embargo, la CNMC alerta de que el problema es inmediato, no de dentro de cinco años. Por eso ha abierto un expediente informativo y ha pedido medidas urgentes al Ministerio y al Principado. La oposición, especialmente Foro Asturias, critica que el Gobierno «mira hacia otro lado» mientras la red está «al borde del colapso».
Un cuello de botella. El punto es que Asturias tiene energía, industria que busca electrificarse, proyectos renovables y empresas dispuestas a invertir. Sin embargo, no tiene red suficiente para mover esa energía. El gran obstáculo no está en las centrales ni en las baterías: está en los cables, transformadores y líneas que conectan todo el sistema.
La región está atrapada en un cuello de botella energético que amenaza su desarrollo industrial y su seguridad de suministro. Y aunque la solución está planificada, su ejecución marcará la diferencia entre avanzar hacia un modelo energético moderno o quedarse bloqueada por falta de capacidad para seguir creciendo.
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