Estamos utilizando la palabra "depresión" por encima de nuestras posibilidades: muchas veces el problema es otro

En los últimos años, el uso de la palabra ‘depresión’ la verdad es que se ha ido expandiendo para denominar así a prácticamente cualquier tipo de estado de estar un poco más triste de lo normal. Esto es precisamente lo que ha querido remarcar la psicóloga Marian Rojas, que señala que «mucha gente no tiene depresión, lo que tiene es una vida vacía», un fenómeno que merece una aproximación cuidadosa desde la medicina para evitar una confusión diagnóstica y un tratamiento inadecuado.
De esta manera, cuando se tiene un vacío existencial, se puede llegar a pensar que es una depresión lo que se está padeciendo. Pero la realidad es muy diferente, y el tratamiento puede ser inservible (más allá del efecto placebo).
Qué es el vacío existencial. Se describe como una sensación de falta de sentido, propósito o satisfacción en la vida que se está teniendo. De esta manera, no es un trastorno mental per se, sino más bien un estado humano que puede generar angustia, desesperanza y desconexión consigo mismo y con el entorno. Según Viktor Frankl, pionero en logoterapia, el vacío existencial ocurre cuando el individuo no encuentra motivos que den significado a su existencia, generando una profunda frustración vital y una sensación de “estar vacío por dentro».
Vacío existencial. De esta manera, los estudios científicos respaldan que el vacío existencial se asocia con sentimientos de desesperanza y apatía, y puede ser un factor de riesgo para desarrollar un problema de ansiedad o depresión si no se aborda a tiempo. Pero no es que el vacío existencial sea un sinónimo de padecer una depresión que si es un trastorno mental que altera, de manera muy básica, la química de nuestro cerebro.
Lo que sí es cierto es que esta falta de sentido también está ligada a un mayor riesgo suicida, principalmente cuando la persona se siente inútil o desorientada en su propósito de vida.
Qué es la depresión clínica. Por otro lado, tenemos este trastorno mental que se puede diagnosticar por parte de un médico y que se caracteriza por una combinación persistente de síntomas como la tristeza profunda, la pérdida de interés o placer, la fatiga, cambios en el apetito y en el sueño. Esta es una condición que requiere una combinación de terapia psicológica junto a fármacos que puedan revertir en parte esta situación.
Es importante destacar que aunque la depresión puede conllevar sentimientos de vacío, tristeza y desesperanza, el vacío existencial puede aparecer sin que existan los signos clínicos que permiten diagnosticar una depresión. Por lo tanto, no todo malestar relacionado con la insatisfacción vital debe ser etiquetado automáticamente como depresión.
Diferencias claves. Lo primero a entender en este caso es que la depresión se manifiesta con síntomas persistentes durante al menos dos semanas y que afecta a múltiples áreas de la vida. Pero el vacío experimental puede ser un malestar menos intenso y que se limita a situaciones más temporales.
Además, la depresión presenta síntomas físicos claros como la fatiga o la alteración del sueño, algo que no concuerda con el vacío existencial que si se relaciona con la falta de propósito y sentido vital.
Pero un punto más importante, es que en la depresión existe una alteración bioquímica en el cerebro relacionada con la serotonina y otros neurotransmisores. Y es por ello que damos fármacos específicos para poder aumentar la concentración de estas moléculas que se ven alteradas en este trastorno mental. Pero en el vacío existencial no ocurre esto.
Por qué es importante. El hecho de diferenciarlos es fundamental para dar la mejor ayuda posible, porque no es lo mismo tratar a una persona con una depresión que con un vacío experimental.
Como hemos dicho antes, la depresión clínica puede requerir de tratamiento farmacológico, terapia cognitiva o incluso ambas a la vez. Pero por otro lado el vacío experimental solo necesita de intervenciones psicoterapéuticas orientadas a encontrar significado y valores personales.
Porque básicamente dar un antidepresivo a alguien que no tiene depresión es como darle un caramelo, puesto que si no se tiene ninguna alteración en el nivel de neurotransmisores a nivel cerebral el efecto es nulo. Es igual que darle antidepresivos a alguien que no tiene esta enfermedad, ya que no va a causar ningún efecto ni si quiera tener una mayor euforia.
Recuperar el control de la narrativa. Lo que Marian Rojas pone sobre la mesa no es una negación de la depresión, una enfermedad grave y real que requiere tratamiento riguroso, sino una advertencia sobre cómo estamos interpretando nuestro propio malestar.
En un mundo hiperconectado, pero socialmente atomizado, es fácil sentir ese vacío. La solución fácil es pedir un diagnóstico médico que valide nuestro dolor. La solución difícil, pero a menudo la necesaria según la psicología moderna, es aceptar que a veces estar mal no significa estar enfermo, sino que es una señal de alerta de nuestro cerebro para que hagamos cambios estructurales en cómo vivimos, en qué trabajamos y a quién amamos.
Como sugieren los estudios sobre calidad de vida y salud mental la cura para la «vida vacía» no está en la farmacia, sino en la reorientación de los valores y la reconexión con un propósito, algo que, lamentablemente, ningún algoritmo ni prescripción puede hacer por nosotros.
Imágenes | Sydney Latham Nik Shuliahin
En Xataka | Hemos encontrado una pista sobre la depresión en un lugar inesperado: el vinagre








