Por: El Husmeador

¡GOBIERNO DE SHEINBAUM GASTA MILLONES DEL ERARIO EN CAZAR FANTASMAS DIGITALES… ¡MIENTRAS MÉXICO SE HUNDE EN SANGRE Y CORRUPCIÓN!
En un espectáculo que más parece de circo político que de gobernanza sería, la presidenta Claudia Sheinbaum dedicó este jueves una hora entera de su «Mañanera del Pueblo» a desmontar la «Marcha de la Generación Z» del 15 de noviembre, tachándola de «inorgánica» y financiada por una supuesta conspiración de la «derecha internacional». Con un análisis presentado por Miguel Elorza, el flamante «Detector de Mentiras» del gobierno –un filósofo veracruzano reciclado en cazador de bots–, se reveló que al menos 90 millones de pesos privados (estimados de inversionistas opositores como Salinas Pliego) habrían sido inyectados en más de 8 millones de bots y cuentas falsas para impulsar esta movilización juvenil. ¿El fin? Supuestamente, sembrar violencia y desestabilizar al régimen de la Cuarta Transformación (4T). Pero esperen: ¿Y el costo de este despliegue estatal? El gobierno no explicó cuánto del erario público se invirtió en gráficos, vídeos con IA y semanas de «investigación» de Infodemia para armar este show. ¿Semanas de burócratas pagados con impuestos? ¿Contratos millonarios a consultores? Mientras, el país arde… ¿O solo el sueldo de Elorza, ahora estrella de las mañaneras cada miércoles? La ironía es tan gruesa que corta el aire: hace apenas días, los líderes de la 4T –desde Sheinbaum hasta sus aliados en Morena– minimizaban esta marcha como «insignificante», un capricho de chavos con banderas piratas inspiradas en protestas globales contra la corrupción y la inseguridad. Hoy, de la noche a la mañana, se convierte en una «amenaza violenta» que amerita un despliegue estatal digno de una guerra fría digital. ¿Por qué el cambio? Fácil: porque la Generación Z –jóvenes nacidos entre 1997 y 2012, hartos de 100 mil homicidios dolosos en el sexenio de AMLO, 110 mil desaparecidos forzados y un desempleo juvenil que roza más del 10%– empieza a doler en las encuestas. Organizaciones como Generación Z México se han deslindado de la convocatoria del 15N, insistiendo en que es «apartidista» y motivada por el «hartazgo social», no por Salinas Pliego ni Vicente Fox (quien, a sus 83 años, se «sumó» torpemente al movimiento, ganándose burlas presidenciales como «ni a chavorrucos llegan»). Pero el gobierno, en lugar de dialogar, opta por la descalificación: «No se dejen manipular», predica Sheinbaum, como si los jóvenes no supieran discernir entre un bot y un grito genuino de auxilio ante la violencia que les roba el futuro. Este no es un caso aislado; es el patrón tóxico de un gobierno que prefiere cazar sombras en redes antes que enfrentar la luz cruda de sus fallas.
Recordemos movimientos similares en la historia mexicana, donde la descalificación oficialista no solo falló en apagar el fuego, sino que lo avivó hasta incendiar el país:
El #YoSoy132 (2012): Bajo el gobierno de Felipe Calderón y la llegada de Peña Nieto, estudiantes universitarios protestaron contra la manipulación mediática y la imposición electoral. El régimen los tildó de «infiltrados» por «izquierdistas radicales» y «narcos disfrazados». Consecuencia: la movilización creció, Peña ganó con sospechas de fraude, y México vio nacer una ola de indignación que desembocó en la elección de AMLO en 2018. Lección ignorada por la 4T: menospreciar a la juventud solo acelera su radicalización.
La CNTE y Ayotzinapa (2013-2014): La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y los normalistas de Ayotzinapa exigían justicia y educación digna. Peña los llamó «golpistas» y «bloqueadores profesionales», financiando campañas de desprestigio con dinero público. Resultado: la masacre de Iguala (43 desaparecidos), represión brutal y un escándalo internacional que hundió al PRI en el descrédito eterno. Hoy, la CNTE –aliada ocasional de la 4T– anuncia un paro nacional para el 13-14 de noviembre, y Sheinbaum la critica por «no entender» las mesas de diálogo. ¿Hipocresía o déjà vu?
El movimiento feminista #NiUnaMenos (2019-2021): Bajo AMLO, las marchas contra el feminicidio fueron «descalificadas» como «provocaciones conservadoras» o «feminazis pagadas por ONGs extranjeras». Consecuencia: la violencia de género explotó (10 feminicidios diarios), las protestas escalaron a incendios en el Palacio Nacional, y la 4T perdió credibilidad entre mujeres jóvenes –precisamente la Gen Z que ahora acusa de «manipulada».
En todos estos casos, el patrón es idéntico, un gobierno autocomplaciente gasta erario en narrativas de «conspiración externa» mientras ignora el clamor interno. ¿Y qué ha logrado Sheinbaum con su circo mañanero? Nada más que avivar el descontento. Si ese «gran esfuerzo» –como lo llama el pueblo– se destinara a investigar la corrupción rampante en la 4T (¿dónde están los 600 mil millones del Tren Maya, con sus sobrecostos y desvíos?), el narcotráfico que controla puertos y carreteras (con puertos abiertos al fentanilo que mata a 100 mil al año), los 30 mil homicidios dolosos anuales, las 110 mil desapariciones forzadas (muchas por fuerzas estatales), el huachicol fiscal que drena billones (incluyendo al «honesto» Pemex), las medicinas falsas que matan niños en IMSS, o las obras faraónicas como el AIFA (aeropuerto vacío con deudas eternas) y la «Línea Aérea Mexicana» (un capricho subsidiado con 2 mil millones mensuales), México sería un país transparente, no un matadero disfrazado de transformación.
Solo imaginemos que se puede hacer con 90 millones de pesos, se podrían auditar hospitales colapsados o crear empleos dignos para la Gen Z –esos chavos con títulos universitarios sirviendo lattes por 8 mil pesos al mes, sin prestaciones ni futuro.
En cambio, el gobierno prefiere bots cazadores de bots, mientras el país pierde una generación entera en el limbo de la precariedad. Sheinbaum, ¿cuándo el «Detector de Mentiras» investigará las suyas propias? ¿O seguiremos fingiendo que la 4T no es solo un relevo de corruptelas con retórica popular?
La marcha del 15N, orgánica o no, es un grito sordo que el Palacio ignora. Si la historia enseña algo, es que descalificar a la juventud no la silencia: la arma. Y cuando estalle, no habrá bots que la detengan.












