OSFEM presume fiscalización, pero sigue sin tocar intereses en la era de la 4T

Aunque el Órgano Superior de Fiscalización del Estado de México informó miles de observaciones y auditorías, especialistas y legisladores señalan que la institución continúa sin emitir sanciones de peso ni avanzar en investigaciones que verdaderamente desincentiven el desvío de recursos.
Staff
El Órgano Superior de Fiscalización del Estado de México (OSFEM) presentó su Informe de Resultados de las Cuentas Públicas 2024 con cifras récord: 5 mil 634 observaciones, 815 pliegos de observación, más de 163 auditorías y casi 100 mil procedimientos de revisión. Sin embargo, detrás del volumen técnico y el lenguaje institucional, persiste una crítica que año con año se repite: la fiscalización mexiquense parece quedarse en el papel y rara vez se traduce en sanciones efectivas.
Pese al discurso de la Auditora Superior, Liliana Dávalos Ham quien aseguró que “la transparencia es la base de la confianza” y que fiscalizar “es servir”, la percepción pública es que el OSFEM mantiene una operación limitada, sin golpes contundentes a la corrupción y con un desempeño que, para muchos, es más administrativo que correctivo.
En la práctica, el órgano fiscalizador ha emitido observaciones y recomendaciones que avanzan lentamente hacia investigaciones o procesos sancionadores. Para críticos del organismo, este patrón lo convierte en una institución que revisa, observa y notifica, pero que pocas veces logra fincar responsabilidades o desmontar redes de corrupción en municipios y entidades estatales.
Aun cuando el informe presume auditorías en legalidad, inversión física, desempeño y cumplimiento financiero, el historial reciente muestra que pocas derivan en sanciones públicas o procesos penales. Legisladores consultados señalan que el OSFEM opera más como un ente conciliador que como un organismo autónomo con capacidad para enfrentar irregularidades de forma frontal. Por ello, persiste la percepción de que el órgano “rasguña” pero no actúa con la severidad que la ciudadanía exige.
No es menor la preocupación en torno al uso político de la fiscalización. En la era de la 4T mexiquense, voces críticas advierten que el OSFEM aún arrastra prácticas en las que la dureza de las observaciones puede variar según la cercanía o distancia con ciertos grupos políticos, mientras que la ciudadanía se queda sin resultados verificables sobre los grandes casos de opacidad o mal manejo del erario.
Pese al esfuerzo técnico que presume el informe y al trabajo de las 674 personas servidoras públicas que integran el órgano, el reto central permanece: que las observaciones no se queden en estadísticas y que el OSFEM evolucione hacia una fiscalización con consecuencias reales, imparcial y capaz de sostener su palabra con resultados.
Mientras ello no ocurra, la pregunta seguirá rondando cada entrega anual de resultados: ¿se fiscaliza para informar o se fiscaliza para corregir? En el Estado de México, la respuesta aún está pendiente












