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España se ha vuelto loca con el autocuidado: un elixir verde destilado por monjas hace 400 años es el mejor ejemplo

En el siglo XVII, un boticario confió a las benedictinas francesas de Notre-Dame du Calvaire una fórmula secreta hecha con salvia, romero, miel y menta piperita. Cuatro siglos después, las monjas de Bouzy-la-Forêt siguen destilando su famosa «Agua Esmeralda» como loción calmante y energizante. Un símbolo de cómo lo «natural» ha acompañado siempre al cuidado de la salud, mucho antes de que las redes sociales lo convirtieran en una tendencia

El autocuidado está de moda. En España, ocho de cada diez personas consideran que el autocuidado es clave para mantener una buena salud, según la Asociación para el Autocuidado de la Salud (anefp). Y esta percepción no se queda en la teoría: está impulsando un mercado en plena expansión. Así es el caso de la empresa italiana Aboca, la cual ha facturado más de 50 millones de euros en España con productos sanitarios naturales para problemas comunes como tos, reflujo o irritaciones, según El Confidencial.

Al mismo tiempo, la fiebre de los suplementos y la nutricosmética se ha instalado en supermercados, farmacias y redes sociales. El 75% de los españoles ha consumido algún suplemento: desde colágeno hasta vitaminas o cafés enriquecidos. La diferencia está en que las personas más mayores confían en cápsulas y protocolos antienvejecimiento, mientras que los jóvenes buscan lo mismo en snacks o bebidas “funcionales”.

El autocuidado ya no es marginal. La I Radiografía del Autocuidado en España (2025), elaborada por anefp, ofrece una fotografía clara:

  • El 85,3% cree que el autocuidado puede mejorar la asistencia sanitaria.
  • 8 de cada 10 lo ven fundamental para preservar la salud.
  • Solo 1 de cada 3 lo asocia directamente con prevención de enfermedades.
  • El 42,5% reconoce que la falta de conocimiento es la principal barrera para practicarlo.

La conclusión es evidente: hay interés y disposición, pero aún falta educación sanitaria para un autocuidado responsable.

Natural sí, pero regulado. No todo lo que se vende como “natural” tiene la misma base. Los productos sanitarios naturales actúan por mecanismos físicos o de soporte (por ejemplo, crear una barrera contra la acidez), y cuentan con regulación europea (Reglamento 2017/745) que garantiza su seguridad y eficacia.

Como recuerda la normativa de la UE, todo producto sanitario debe llevar el marcado CE, lo que asegura que cumple requisitos de seguridad, salud y protección ambiental. La clave, advierten los expertos, es no confundir natural con inocuo: cualquier sustancia, vegetal o sintética, tiene efectos reales sobre el organismo.

¿Pero es homeopatía? Conviene aclararlo: productos sanitarios naturales y homeopatía no son lo mismo. Los primeros cuentan con regulación europea, estudios clínicos y mecanismos de acción comprobables. En cambio, la homeopatía se basa en diluciones extremas sin evidencia científica más allá del efecto placebo.

En España, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) tiene registrados más de 1.100 productos homeopáticos. Pese a ello, la confianza ciudadana se desploma: en 2020 solo un 17,2% de los encuestados afirmaba creer bastante o mucho en este tipo de tratamiento frente al más del 50% que decía lo contrario. El negocio, que llegó a mover decenas de millones, está en declive. Y los expertos coinciden: confundir “natural” con homeopatía es un error que puede minar la credibilidad del autocuidado responsable.

Un cambio cultural. Más que una moda, el autocuidado refleja un cambio cultural profundo. Como ya hemos escrito en Xataka, la prevención, estética y bienestar emocional se mezclan en una nueva cultura que promete energía, juventud o control de la salud, pero que también revela obsesiones y presiones sociales.

Las redes sociales han acelerado este fenómeno y se han convertido en escaparates de las marcas, donde el autocuidado aparece tanto como parte de la rutina diaria como en forma de tendencia viral. La salud mental añade otra capa: con altos niveles de estrés y ansiedad, muchos recurren al autocuidado como estrategia personal, aunque un 42,5% reconoce la falta de conocimiento como principal barrera, según anefp. A ello se suman desigualdades sociales que condicionan los hábitos, como señalan investigaciones de la Revista Clínica de Medicina Familiar.

Lo que antes parecía una excentricidad —una loción de monjas o un batido funcional— hoy es parte de una nueva cultura de la salud que combina ciencia, tradición y marketing, y refleja la aspiración contemporánea de controlar no solo cuánto vivimos, sino cómo lo hacemos.

Entre tradición y futuro. Desde la discreta destilación de Agua Esmeralda en un convento francés hasta los suplementos virales en redes sociales, el autocuidado ha recorrido un largo camino. Hoy, representa un mercado sólido, regulado y en crecimiento, pero también un fenómeno cultural que refleja nuestras obsesiones: vivir más, vivir mejor o, simplemente, sentir que tenemos el control de nuestra salud.

Lo que está claro es que el autocuidado ya no es una práctica marginal. Es una industria que combina tradición, ciencia y marketing, y que obliga a preguntarnos no solo cómo queremos cuidarnos, sino con qué criterios.

Imagen | Unsplash y Unsplash

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