En 2023 un asteroide se desintegró sobre las costas de Normandía. En ese momento no fuimos conscientes de la suerte que tuvimos
13 de febrero de 2023. Eran las 4:59 de la madrugada cuando una violenta explosión iluminó los cielos de Normandía, al norte de Francia. No fue un rayo, ni tampoco un misil. Fue el final de un viaje de millones de kilómetros para un pequeño asteroide llamado 2023 CX1.
Siete horas de preaviso. La roca de 650 kilogramos tenía apenas un metro de diámetro, por lo que había sido detectada solo siete horas antes de su impacto. Pero lo más inquietante no fue su llegada sorpresa, sino su comportamiento al entrar en la atmósfera terrestre.
Un análisis exhaustivo publicado dos años y medio después en Nature Astronomy ha revelado que, si el asteroide hubiera sido más grande, las consecuencias de su extraordinaria explosión podrían haber sido devastadoras.
Un meteoro de alto riesgo. La mayoría de los meteoritos se van fragmentando a medida que descienden por la atmósfera, pero 2023 CX1 aguantó intacto hasta alcanzar una distancia al suelo de solo 28 kilómetros. En ese punto, la presión hizo que estallara como una bomba.
Tras viajar por el espacio unos 30 millones de años, el asteroide liberó el 98% de toda su energía cinética en una fracción de segundo. Y en una región muy concentrada de la atmósfera, cuando alcanzó una presión dinámica de 4 megapascales.
No se compara con Cheliábinsk. El comportamiento de 2023 CX1 fue radicalmente distinto al del bólido cuya explosión de 500 kilotones rompió ventanas y causó cientos de heridos en Rusia en 2013. El de Francia generó una onda de choque esférica en lugar de cilíndrica, concentrando mucha más energía y aumentando enormemente el área de suelo afectada por la sobrepresión.
Según los investigadores, este tipo de fragmentación abrupta podría causar mucho más daño que las fragmentaciones progresivas de cuerpos de tamaño similar. Los franceses tuvieron suerte de que fuera tan pequeño.
Más leña para la defensa planetaria. El análisis se basó en una cantidad de observaciones sin precedentes tras movilizar a la comunidad científica y ciudadana en esas siete horas de margen. La predicción de la caída por parte de la ESA y la NASA tuvo un margen de error de menos de 20 metros entre la trayectoria prevista y la observada, lo que a su vez facilitó la recuperación de más de cien fragmentos del meteorito en la comuna de Saint-Pierre-Le Viger.
Según resume el CSIC, que participó en la investigación, este evento confirma la existencia de una nueva población de asteroides, las condritas de tipo L, capaces de estas violentas explosiones. «Estos asteroides deben tenerse en cuenta en las estrategias de defensa planetaria, ya que representan un mayor riesgo para las zonas pobladas», sentencia Auriane Egal, primera autora del estudio.
Con lo que sabemos hoy, tal vez las autoridades activen planes de evacuación la próxima vez que nos amenace un asteroide de este tipo. Siempre que los sistemas de detección no fallen, y detecten la amenaza a tiempo.
Imagen | ESA