Enviar este objetivo de 320 dólares desde Japón a España cuesta 29 dólares. Enviarlo a EEUU cuesta 2.000, y no es un error tipográfico

Para los vendedores internacionales, enviar ciertos productos a Estados Unidos no tiene sentido, así que para evitar esas ventas están acudiendo a una técnica singular: no tocar el precio del producto, y en lugar de eso subir los precios de envío a cantidades absurdas. Es un método infalible y una curiosa respuesta a la restrictiva política de aranceles impuesta por Donald Trump.
2.000 dólares por enviar un producto de 320. Un vendedor japonés de eBay llamado Ninjacamera.Japan vende un objetivo para cámaras Olympus que tiene un precio de 319,99 dólares. Hasta ahí todo bien. La sorpresa se la llevan quienes quieren pedir ese producto desde EEUU, porque enviarlo allí cuesta 2.000 dólares, cuando el envío a países como España cuesta 29 dólares. En Xataka hemos comprobado el dato, y efectivamente es así.
Por qué. La razón es sencilla. Nada más iniciar su presidencia, Donald Trump inició una guerra de aranceles con todo el mundo, pero es que además puso fin a la excepción «de minimis». Dicha excepción permitía que los paquetes con valor por debajo de 800 dólares podían entrar en EEUU sin pagar impuestos. Es algo que empresas como Temu o Shein aprovecharon para «explotar» comercialmente en el país norteamericano, pero ahora ese atajo comercial ha desaparecido. Resultado: enviar productos «baratos» a EEUU sale demasiado caro.
Los compradores online de EEUU lo tienen crudo. Dicha exención dejó de estar activa para China y Hong Kong en mayo de 2025, y para el resto del mundo la exención se eliminó definitivamente a finales de agosto. El cambio afecta especialmente a los compradores online de EEUU, sobre todo a los que aprovechan las tiendas online extranjeras para adquirir todo tipo de productos baratos.
Los vendedores tienen solución fácil. Como señalan en 404Media, para los vendedores extranjeros es mucho más fácil subir el precio de envío a cantidades absurdas —como esos 2.000 dólares para el objetivo fotográfico— que borrar sus productos del inventario para excluirlos de su venta en Estados Unidos.
Adiós a las críticas negativas. No solo eso: imponer a los compradores el sobrecoste teórico al que obligan los nuevos aranceles haría que vieran cómo a ellos ese objetivo de 320 dólares les costaría mucho más caro y al resto de usuarios no. Si no conocen bien la situación con los aranceles, probablemente castigarían al vendedor con críticas online de todo tipo. Esos vendedores evitan dicho problema en gran medida con la sencilla técnica de subir los precios de los envíos.
Otro ejemplo. Según indican en The Wall Street Journal, un cliente compró una camisa de 77 dólares de una marca sueca y además de los gastos de envíos de 30 dólares se le cobraron otros 42,35 dólares adicionales por los aranceles. La camisa en realidad estaba fabricada en China: mientras que los productos de Suecia tienen unos aranceles del 15%, si provienen de China esa cifra sube al 54%. Otro compró componentes desde Canadá por valor de 640 dólares para arreglar un horno y le cobraron nada menos que 1.192,12 dólares en concepto de «cargos del gobierno», además de una comisión de intermediación de 128,17 dólares.
Una situación insostenible. Para los compradores estadounidenses la situación es realmente compleja, y comprar productos de todo tipo que provienen del extranjero puede acabar saliéndoles extraordinariamente caro. Las grandes empresas de mensajería que operan en EEUU —FedEx, DHL y UPS— indican en WSJ que los consumidores norteamericanos siguen estando confusos por la situación a pesar de sus FAQ, y no acaban de entender las implicaciones de los aranceles. A este paso la confusión se transformará en otra cosa.
Los aranceles siguen negociándose. La guerra comercial entre EEUU y China sigue en un punto delicado. Tras una escalada casi cómica de los aranceles que una y otra iban a activar, ambos países firmaron una tregua a finales de mayo y también se concedieron condiciones especiales para los semiconductores y productos electrónicos. Todos esos términos siguen sin concretarse, pero China tiene muchas más bazas para negociar que Europa, cuyo acuerdo con EEUU fue un desastre para los países de la UE.
España (y el resto del mundo) se libran por ahora. Este tipo de subidas extraordinarias de los precios de envío o los recargos por «impuestos del gobierno» afectan únicamente a los compradores de EEUU. Esa es la razón de que los precios que vemos en todo tipo de plataformas de comercio electrónico no se hayan disparado de momento, pero las políticas arancelarias y el delicado equilibrio comercial podrían provocar cambios notables en los precios que pagan los consumidores al comprar productos en el extranjero.