Los árboles solares buscan resolver la paradoja de las renovables: crecer sin destruir la naturaleza

El crecimiento de las renovables está generando una paradoja evidente: el uso del suelo. En la lucha por producir energía limpia se están aprovechando espacios naturales que se quieren conservar intactos, como es el caso de Jaén. No obstante, un estudio reciente sugiere una alternativa tan simple como ingeniosa: los árboles solares.
Un megavatio sin deforestación. La investigación, publicada en Scientific Reports y liderada por Dan-Bi Um del Instituto Marítimo de Corea, modeló mediante simulaciones geoespaciales en 3D cómo se comportarían estas estructuras en un bosque costero del condado de Geoseong, en Corea del Sur.
El escenario elegido no era hipotético. En esta zona existe desde 2014 una planta solar convencional que cubre 22.856 m² y alberga 4.347 paneles planos de 230 W, con capacidad de 1 MW. Sin embargo, el coste ambiental pagó un alto precio: la eliminación del 98% de la cobertura forestal.
En cambio, la simulación con árboles solares arrojó un panorama radicalmente distinto. Para alcanzar el mismo megavatio de potencia bastan 87 árboles con paneles de 330 W, o apenas 63 árboles con paneles de 450 W, preservando hasta el 99% del bosque.
Energía limpia sin perder bosques. Como hemos señalado en Xataka, la expansión de la energía solar suele provocar conflictos entre los objetivos de energía renovable y la preservación de los ecosistemas. De hecho, según ha detallado el estudio, Corea del Sur es un ejemplo ilustrativo: la deforestación ligada a plantas solares pasó de 529 hectáreas en 2016 a 2.443 en 2018.
De esta manera, los árboles solares ofrecen una respuesta dual: generar electricidad mientras los bosques siguen funcionando como sumideros de carbono, hábitats biodiversos y barreras naturales contra la erosión. Según Um, esta propuesta se alinea con compromisos internacionales como la Declaración de Glasgow sobre Bosques y el Pacto Global de Renovables de la COP28, que plantea triplicar la capacidad renovable al 2030 sin destruir ecosistemas.
¿Cómo son los árboles? Lejos de ser una metáfora, estas estructuras imitan la forma de un árbol real. El primer prototipo se instaló en 2017 frente a la Asamblea Nacional en Seúl, diseñado por Hanwha Q CELLS. En cuanto a estructura, mide 4,8 metros de alto y 4,1 de ancho y sus “ramas” de acero sostienen 35 paneles solares. En total, cada árbol alcanza una capacidad de 11,5 kW (con módulos de 330 W) o 15,8 kW (con paneles de 450 W), suficiente para abastecer varios hogares.
En la simulación, los árboles se dispusieron en los bordes del terreno y a lo largo de senderos, separados cada 20 metros. El diseño no solo eleva la captación solar, también permite que la luz llegue al sotobosque y conserve la vegetación original. Además, el estudio añade un matiz interesante: los árboles solares podrían integrarse en espacios de uso social. En parques urbanos o senderos forestales, servirían además para alimentar iluminación nocturna con LED, ofrecer sombra a caminantes o incluso convertirse en puntos de observación de fauna y flora.
Obstáculos en el camino. De momento, la tecnología aún es incipiente. Según un estudio de 2022, el llamado forest-photovoltaic tiene costes de construcción más altos que los paneles planos, ya que requiere estructuras de soporte reforzadas. Sin embargo, en Corea —uno de los países con el suelo más caro del mundo— reducir la huella territorial puede ser más ventajoso a largo plazo. El problema es que todavía no existen estándares internacionales para certificar la resistencia de estas estructuras al viento o la nieve, ni grandes fabricantes produciendo árboles solares a escala industrial. Hoy son, sobre todo, prototipos o instalaciones piloto.
Más allá de Corea. Aunque el estudio se centró en Corea del Sur, Um sostiene que la metodología es aplicable en otros países que buscan ampliar renovables sin sacrificar bosques. Además, el concepto se relaciona con otras tendencias emergentes como la agrivoltaica: usar energía solar y al mismo tiempo mantener actividades productivas bajo los paneles.
En Corea, por ejemplo, ya se han probado variantes en zonas montañosas donde se cultiva ajo de montaña bajo árboles solares instalados cada 100 metros. Y en Europa, la agrivoltaica empieza a ganar terreno con viñedos y huerta de tomates que aprovechan la sombra de los paneles para mejorar calidad y resiliencia de los cultivos.
¿Solución simbólica o revolución real? El estudio ofrece la primera comparación cuantitativa rigurosa entre un parque solar plano y una instalación de árboles solares en un mismo terreno. Sus resultados son claros: se puede producir la misma electricidad con un impacto ambiental mucho menor.
Como ha concluido la investigación, los árboles solares representan “una prometedora solución dual” en un momento en que la humanidad parece obligada a elegir entre energía limpia y bosques. Tal vez, con innovaciones como esta, ya no tengamos que renunciar a ninguno de los dos.
Imagen | FreePik
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