EL HUSMEADOR

«El ajedrez de Washington en México: ¿Un golpe de realidad para la 4T?»
La próxima visita a México del secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, no es un evento diplomático más. Es un movimiento clave en un tablero de ajedrez geopolítico, donde la ficha principal es la seguridad, pero los peones son la corrupción y el narcotráfico.
Para los mexicanos , que vivimos el día a día con la incertidumbre de la inseguridad y un futuro incierto, este encuentro tiene un significado profundo y debe ser analizado sin fanatismos.
- Narcotráfico y corrupción: un problema binacional
- El desafío para la Presidenta Claudia Sheinbaum
- El papel de López Obrador en esta conversación
La atención de la prensa y las redes sociales se ha volcado en las acusaciones de «El Mayo» Zambada, uno de los líderes del Cártel de Sinaloa, que ha señalado directamente a políticos y autoridades. Estas declaraciones, que no son nuevas, pero sí adquieren un peso distinto en este contexto, refuerzan la postura de Marco Rubio y de la administración de Donald Trump: el narcotráfico no es solo un problema de crimen organizado, sino una amenaza a la seguridad nacional de EE.UU. El enfoque de Rubio ha sido muy claro: combatir a los cárteles como si fueran organizaciones terroristas.
Esto nos lleva a un punto crítico: la corrupción. Rubio ha sido un crítico incisivo del sexenio anterior, llegando incluso a acusar al expresidente López Obrador de «entregar» territorios a los cárteles. Esta narrativa, que conecta al poder político con el crimen organizado, es una de las principales cartas que jugará Rubio en su visita. Por lo tanto, no se puede esperar que se le dé la espalda a los temas de corrupción, más bien se acentuarán.
Ante este escenario, la posición de la presidenta Claudia Sheinbaum es extremadamente delicada. Por un lado, debe mostrarse como una líder fuerte y comprometida con la soberanía de México. Ella ya ha dejado claro que no aceptará una «invasión» o una intervención militar de EE.UU., como han propuesto algunos en el pasado.
Su estrategia, según ha adelantado, se centrará en un nuevo acuerdo de seguridad basado en la cooperación, el respeto mutuo y la responsabilidad compartida. Esto implica un juego de cintura político para demostrar que México tiene el control de su territorio, al tiempo que se alinea con las prioridades de seguridad de su vecino del norte.
Sin embargo, el reto será cómo abordar las acusaciones del pasado. La administración de la Cuarta Transformación, de la que ella forma parte, ha sido señalada por Rubio, lo que obliga a Sheinbaum a desmarcarse de esa narrativa sin romper con su predecesor. Esto se convierte en una danza diplomática de alto riesgo, donde cada palabra y cada gesto serán analizados minuciosamente.
Aunque ya no es presidente, el rol de Andrés Manuel López Obrador en esta conversación es innegable. Las acusaciones de Rubio y las afirmaciones de «El Mayo» Zambada impactan directamente en el legado de la 4T. El hecho de que Rubio lo haya llamado «narcopolítico» en el pasado coloca a López Obrador en el centro de la polémica, y su silencio o su defensa en este tema serán parte del debate público. Su figura se mantiene como una referencia para la opinión pública, y su influencia será un factor determinante en la forma en que el gobierno actual maneje esta crisis.
Es muy probable que, además de la agenda oficial, Marco Rubio traiga un mensaje privado de parte de Donald Trump. La diplomacia de alto nivel, especialmente entre dos naciones con una relación tan compleja como México y Estados Unidos, siempre tiene un componente de comunicación fuera de los reflectores. La visita de Rubio a México y luego a Ecuador es significativa. Demuestra que la administración actual de Estados Unidos está poniendo un énfasis renovado en la seguridad y en la influencia en América Latina, temas que han sido prioritarios para Trump. Por lo tanto, no es descabellado pensar que Rubio actuará como un emisario personal para transmitir la seriedad y urgencia de estos mensajes directamente a la presidenta Sheinbaum.
En resumen, la visita de Marco Rubio es mucho más que una reunión protocolaria. Es un momento de la verdad para el gobierno de Sheinbaum, una oportunidad para reafirmar su soberanía y su estrategia de seguridad, pero también para enfrentar de frente los señalamientos de corrupción y narcotráfico que han permeado la relación bilateral.
