La "mancha fría" del Atlántico norte es uno de los mayores enigmas en el clima oceánico. Es posible que lo hayamos resuelto
Hay una región del Atlántico norte que desde hace años intriga a expertos en climatología y oceanografía. La llaman la “mancha fría” del Atlántico y es un pequeño oasis en un océano cuyas aguas han ido templándose con el paso de los años. En cuestión de semanas, dos estudios nos acercan a la resolución de este enigma.
Dos estudios. Las dos nuevas investigaciones publicadas en las últimas semanas, una en la revista Communications Earth & Environment y la otra en Sciences Advances abordan la enigmática mancha y dan explicaciones diferenciadas pero complemtarias de las dinámicas oceanográficas detrás de esta mancha fría en la superficie del mar. Uno de los ejes centrales para ambos estudios es la circulación de vuelco meridional del Atlántico (AMOC), una de las corrientes marítimas más importantes para el clima a ambos lados del “charco”.
Una mancha fría. La mancha fría del Atlántico es una región relativamente pequeña de la superficie océano cuya temperatura media ha descendido (unos 0,3º Celsius) en lugar de ascender como ha sucedido con la mayor parte de aguas superficiales. La mancha está ubicada al sur de Groenlandia, no muy lejos de las costas de Terranova, cerca de las aguas del océano Ártico.
AMOC. Ambos trabajos señalaban directamente a la corriente AMOC como la pieza central de este rompecabezas climático. Pero, ¿qué es exactamente AMOC? La circulación de vuelco meridional del Atlántico es una corriente conectada a la circulación termohalina que transporta agua de norte a sur y de sur a norte en el océano Atlántico.
El el Atlántico norte la corriente transporta por las capas superficiales del océano las aguas cálidas de las latitudes tropicales hacia latitudes altas y la frontera con el Ártico. Llegada a estas latitudes, el agua se enfría y desciende a capas más profundas del océano, donde es arrastrada en una corriente de vuelta hacia el Atlántico sur.
Esta corriente no solo transporta masas de agua de distinta temperatura sino también de distinta salinidad: el agua de los trópicos es más cálida y a la par más salada que el agua en el entorno del Ártico.
Una corriente debilitada. El primero de los estudios se centró en el debilitamiento de esta corriente observado en los últimos años. En su análisis, el equipo empleó observaciones directas de la corriente en las últimas dos décadas con medidas indirectas tomadas a lo largo del último siglo con el fin de “reconstruir” los cambios en esta circulación.
Contrastaron estos datos con las predicciones que distintos modelos oceanográficos generaban bajo distintos supuestos. Según su análisis, tan solo una corriente AMOC debilitada se podía vincular a los datos correspondientes a las observaciones compiladas.
“Es una correlación muy robusta”, explicaba en una nota de prensa Yuan Li, coautor del estudio. “Si miras a las observaciones y las comparas con todas las simulaciones, solo un escenario de AMOC-debilitado reproduce el enfriamiento en esta única región.”
Por mar y por aire. El segundo estudio señalaba sin embargo que el debilitamiento de la corriente AMOC podría no ser el único factor relevante en la aparición de la mancha fría del Atlántico. Según este estudio, el debilitamiento habría sido el detonante inicial, pero el enfriamiento de la mancha habría reducido a su vez la evaporación y la humedad en la atmósfera de la región.
Puesto que el vapor de agua es un gas de efecto invernadero, esto habría resultado a su vez en le reducción de este efecto y por tanto un enfriamiento regional. “Reducir el efecto invernadero, por decirlo sencillamente, retroalimentará la superficie y amplificará la anomalía fría existente”, señalaba también en una nota de prensa Yifei Fan, coautora de este segundo estudio.
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