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Tenemos nuestra capacidad de atención tan rota que ha surgido una industria boyante: teclados "sin distracciones"

En 2024 se publicaron en España más de 90.000 libros. Se estima que en Estados Unidos la cifra fue mucho mayor y llegó a los tres millones, incluyendo libros autopublicados. Esos números dejan algo muy claro: el mundo se ha llenado de escritores.

Quienes escriben lo hacen además de muchas formas. La máquina de escribir tradicional prácticamente ha desaparecido para ceder paso al ordenador, y la versatilidad de este producto tecnológico ha hecho que la experiencia sea más personal que nunca.

El folio en blanco, pero en la pantalla

Así, mientras que unos escriben en el ordenador de sobremesa, otros lo hacen en el portátil, pero en esa experiencia importan mucho los detalles, como el tipo de teclado utilizado —con los populares teclados mecánicos, por ejemplo— o, desde luego, la aplicación que cada uno usa para escribir.

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El célebre caso de George R.R. Martin con el mítico y viejísimo WordStar es casi anecdótico, porque en la actualidad hay multitud de rivales mucho más modernos. Microsoft Word es la opción obvia, pero los rivales han apretado de forma notable en este sector. Así, han aparecido una enorme cantidad de aplicaciones y servicios pensados para escritores como Scrivener, Ulysses, iAWriter, Manuskript, o Ghostwriter.

En muchos casos uno de los focos de esas aplicaciones no era solo ayudar al escritor en ámbitos como la estructura de la novela o la organización de los personajes y la trama. También suelen contar con un modo sin distracciones, que suele manifestarse con la versión digital del folio en blanco: la interfaz totalmente vacía, sin barras de herramientas o menús. Solo un cursor parpadeando y esperando por nosotros.

Bienvenidos a los teclados sin distracciones

A esas aplicaciones software les acompañan además algunos dispositivos hardware específicamente orientados a escritores. Son una versión moderna de las máquinas de escribir tradicionales: productos pensados totalmente para hacer una cosa y solo una: escribir.

Teclados

Freewrite Traveler.

Estos «teclados sin distracciones» suelen integrar pequeñas pantallas en las que se va mostrando el texto que estamos escribiendo, pero no hay nada más que podamos hacer con ellos. Tienen conectividad a internet, pero solo con el objetivo de poder sincronizar esos textos con la nube para guardarlos. Nada de navegadores web, nada de redes sociales, nada de (se supone) distracciones. Todos ellos tratan de crear una «burbuja de concentración» para que quien escriba se centre exclusivamente en ello.

El claro referente en este segmento es Freewrite, de la empresa Astrohaus, que fabrica varios modelos de teclados sin distracciones con esa propuesta. En ellos contamos normalmente con:

  • Conectividad a internet
  • Memoria flash pequeña pero suficiente para almacenar varios manuscritos
  • Batería interna
  • Pantalla: normalmente de tinta electrónica, pero también LCD

Esa pantalla de tinta electrónica de varios modelos hace más cómodo poder tener largas sesiones de escritura y contribuye a que la autonomía de la batería sea duradera. La alternativa más destacable a las máquinas de FreeWrite es Pomera, de la empresa japonesa King Jim, que ha lanzado algunos de su smodelos en plataformas de financiación colectiva como IndieGogo.

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Pomera DM250US

Se trata, eso sí, de dispositivos con un precio elevado para lo específicos que son. Aquí es probable que los limitados lotes de producción encarezcan estos productos, pero aun así su relación precio/prestaciones no es destacable. El Freewrite Traveler, por ejemplo, tiene un precio de 603,95 euros en la tienda oficial de Freewrite. El reciente rival de Pomera —con pantalla LCD— tiene un precio oficial de 449 dólares, casi 400 euros.

En Xataka hemos contactado con tres usuarios de estos dispositivos: dos de ellos de habla inglesa, y un joven español. Todos ellos han comprado y usado al menos uno de estos tipos de teclados sin distracciones o alguna alternativa similar, y han tenido la amabilidad de compartir con nosotros la experiencia.

Buscando sustituto digital al cuaderno y al boli

Ilia Epifanov, escritor y editor, ha publicado más de 30 trabajos, entre los que se encuentran historias cortas, libros e incluso cómics. Cuando se decidió a comprar uno de estos dispositivos, nos cuenta, «estaba buscando una máquina compacta y que me permitiera escribir sin distracciones». Descubrió los dispositivos de Freewrite, «pero el precio me pareció elevado, y además buscaba algo más portátil.

Acabó decidiéndose por el Nokia E7, un smartphone lanzado en 2011 que disponía de un teclado físico desplegable bajo la carcasa. «Es pequeño, bien hecho y provoca nostalgia», comentaba, «aunque desde luego tiene sus limitaciones». Admite que no se lo recomendaría a la mayoría de la gente, sobre todo porque el teclado no es adecuado para usarlo durante largos periodos de tiempo.

Pero para este usuario una de las claves de este viejo dispositivo es que es viejo y la mayoría de sus aplicaciones son hoy en día inútiles. Eso hace que lo enfoque únicamente como un teclado sin distracciones, porque como él dice «me encanta su simplicidad: despliegas el teclado y simplemente escribes».

Carl Dikington —pseudónimo que usa en Reddit nuestro segundo invitado— es un trabajador autónomo que se dedica a escribir tanto profesionalmente como por afición. Él también comenzó a buscar alternativas para escribir sin distracciones, y empezó por la más barata y menos tecnológica: un cuaderno y un boli.

Pronto se dio cuenta de aquello no le parecía práctico, y tras buscar dispositivos de este tipo se decantó por el Freewrite Traveler, que eligió por su portabilidad pero que «si soy honesto, elegí frente a otros por razones estéticas. Simplemente me gustaba su aspecto, y pensé que si iba a pasar buena parte del día mirándolo, quería que me gustase su diseño». Este tipo de productos «no hacen magia», confesaba.

«Sigues necesitando forzarte a sentarte y escribir, y esa siempre será una tarea compleja. Y ese es el verdadero problema. Dejamos que los ordenadores nos distraigan porque queremos evitar la dificultad de escribir. Eliminar esas distracciones no elimina el deseo de ser distraídos, y el mundo tiene un montón de fuentes de distracción adicionales a las que podemos someternos».

Es una reflexión importante, y revela la realidad de unos dispositivos que desde luego evitan las distracciones propias de un ordenador portátil, pero no pueden luchar contra otros muchos estímulos a nuestro alrededor, el primero de los cuales es el móvil.

Aún así, confiesa, para él es «placentero» escribir en la Freewrite Traveler, tanto a nivel visual como táctil. El producto, destacaba, era práctico: «podía llevarlo conmigo a todas partes, crear un borrador inicial, y luego transferir fácilmente el texto a mi ordenador para editarlo». Sin embargo su máquina se estropeó menos de un año después de comprarla, algo que al parecer es común entre los usuarios de este modelo, sobre todo debido a los problemas que surgen con sus teclas.

Eso ha hecho que Dikington afirme que no recomendaría este producto específico a nadie. Aunque este tipo de dispositivos son llamativos, «se los recomendaría solo a gente que tuviera expectativas realistas porque no va a solucionar tus problemas como escritor mágicamente«. Pero eso sí, también admite que te libra de los «desagradables y perjudiciales de escribir en un ordenador»:

«El resplandor de la pantalla, las innumerables distracciones, la facilidad con la que puedes enfrascarte en una interminable autoedición, y las ramificaciones psicológicas de estar en el mismo dispositivo en el que envías correos electrónicos, haces tus impuestos, lees las noticias, discutes con extraños, juegas, ves Netflix, y Dios sabe qué más… Siempre y cuando también guardes tu teléfono, estos dispositivos eliminan todo eso, ni más ni menos».

No hay solución perfecta

Eduardo Robsy (@EduRobsy), economista y escritor, es pertinaz. Lleva tiempo buscando alternativas al PC o portátil para escribir, y ha probado de todo. Empezó tratando de acostumbrarse a usar un smartphone y un teclado externo Bluetooth.

El problema, confiesa, es que el móvil representa «una tentación constante» aunque sea en el mejor de los casos, para documentarse o verificar alguna documentación. También experimentó con un dispositivo Android con pantalla de tinta electrónica, un buen teclado mecánico compacto y la aplicación iA Writer, pero aquello tampoco acabó de convencerlo. En ambos los sacrificios eran demasiado importantes.

Alphasmart Neo

Alphasmart Neo2

Acabó buscando algún dispositivo especializado y encontró de segunda mano un Alphasmart Neo, con una pequeña pantalla LCD no retroiluminada y que ni siquiera funciona con batería recargable, sino con pilas. Su bajo consumo hace que incluso con esa opción la autonomía sea enorme, de unas 700 horas.

El producto, lanzado hace unos 15 años, tiene limitaciones importantes, y por ejemplo su pequeña memoria no es capaz de almacenar más de 200 páginas de texto. No era posible configurar el teclado en castellano, pero no acabó de convencerle. La cosa, eso sí, mejoraba.

Pomera2

Pomera DM-100

Su siguiente paso fue comprar un King Jim Pomera DM-100 —descatalogado por el fabricante—, que tenía pantalla retroiluminada, era compacta y cómoda pero que nuevamente imponía limitaciones, sobre todo por ser un producto inicialmente pensado para el mercado japonés. El teclado tampoco era configurable, aunque el propio Robsy se programó una pequeña utilidad web para convertir textos y cambiar por ejemplo las apariciones de «:a» por «á». Seguía sin compensar usar estos productos, que te libraban de las distracciones pero te condenaban a sufrir otros problemas.

Su última adquisición ha sido la Freewrite Alpha, una de las máquinas más conocidas en este ámbito, algo más asequible que la Traveler. El teclado, confiesa «es bastante ruidoso» e incluso poniendo arandelas de silicona bajo las teclas «la barra espaciadora sigue siendo atronadora». Pero es configurable, lo que permite usar todos los caracteres de un teclado español convencional.

Freew

Freewrite Alpha

Tiene otras pegas, como que carece de teclas de función, ni funciones de selección, copiado y pegado, y eso hace que según Robsy «solo sirva para lo que pretendía Freewrite: teclear mucho y rápido, sin distracciones, para conseguir así un primer borrador de trabajo, en sucio, que editar después desde un ordenador completo».

Con la Freewrite Alpha se encontró con una herramienta destacable, pero no perfecta. Como explicaba, «sigue siendo una buena herramienta para hacer aquello para lo que fue diseñada: escribir sin echar la vista atrás para sacar, cuanto antes, un primer borrador de cualquier texto».

Tras todo este viaje, para él la conclusión que se puede aplicar a todos estos dispositivos es clara: «ninguno de ellos es perfecto. Todos ellos sobresalen en algún aspecto y muestran deficiencias en otros». De hecho, explica,

«La herramienta sin distracciones no funciona porque, por buena que sea,  por bien diseñada que esté, es nuestro cerebro el que resulta permeable a  la distracción. Lo importante, al fin y al cabo, es escribir. Todo lo  demás no son más que excusas para no hacerlo, para no dedicarle el  tiempo y la energía que requiere».

Imagen | Freewrite

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