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Después de lanzar 13.000 kg de bombas sobre Irán, la victoria de EEUU parecía un hecho. Hasta que aparecieron unas imágenes

Si las imágenes no mienten, y todo indica que no lo hacen, en los días previos a la operación aérea estadounidense contra las instalaciones nucleares de Irán, los satelitales captaron y revelaron movimientos inusuales en el complejo de enriquecimiento de uranio de Fordow, uno de los tres objetivos de la Operación Martillo. No solo eso. A Estados Unidos se le acaba de caer parte de la proclama victoriosa con un informe que pone en seria duda el resultado de la misión.

La anticipación. Según el análisis visual de las fotografías tomadas por Maxar Technologies entre el 19 y el 20 de junio, una serie de camiones de carga, bulldozers y maquinaria pesada se posicionaron en los accesos al túnel principal del complejo subterráneo. La actividad registrada sugiere labores deliberadas en las entradas con tierra.

Dicho de otra forma, las instantáneas indican que Irán selló claramente los accesos a su instalación nuclear subterránea de Fordow días antes de los bombardeos estadounidenses, lo que sugiere que buscaba protegerla de posibles incursiones terrestres israelíes.

Implicaciones. Aunque Estados Unidos asegura haber destruido capacidades clave, los analistas sostenían hasta ayer que el sellado previo, junto con la posibilidad de que material nuclear haya sido dispersado, planteaba dudas sobre el impacto real del ataque. Además, las entradas bloqueadas dificultan la evaluación de daños, y existen indicios de otras instalaciones nucleares no inspeccionadas, lo que alimentan la incertidumbre sobre el futuro del programa atómico iraní.

El informe. Plus: en las últimas horas el triunfalismo en la Casa Blanca ha dado paso al silencio. El ataque tildado como una operación militar demoledora que “volatilizó” la capacidad nuclear de Teherán se ha encontrado con un informe de la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) que contradice directamente esa narrativa, estimando que los bombardeos apenas han retrasado el programa nuclear iraní por menos de seis meses.

Esta evaluación preliminar, divulgada por medios como CNN o el New York Times, ha desencadenado un duro cruce entre organismos de inteligencia, el Pentágono, la presidencia de Estados Unidos y líderes políticos tanto nacionales como internacionales, abriendo un nuevo frente de disputa sobre la veracidad, utilidad y legitimidad de la ofensiva aérea.

En este primer plano de la imagen del 20 de junio se aprecian vehículos y revestimientos adicionales. Imagen satelital ©2025 Maxar Technologies

Primer plano de una imagen del 20 de junio donde se aprecian vehículos y revestimientos adicionales

Narrativa frente a evaluación. Según la DIA, el bombardeo múltiple con B-2 y misiles lanzados desde submarinos que alcanzó complejos estratégicos como Natanz, Fordow e Isfahán, no logró destruir de forma definitiva la infraestructura nuclear iraní. Esta conclusión refuerza la afirmación previa de las agencias de inteligencia estadounidenses, que sostenían que Irán no se encontraba en ese momento construyendo una bomba nuclear.

No obstante, Trump ha rechazado tanto esas valoraciones como las nuevas filtraciones, calificándolas de “noticias falsas” difundidas por los medios y reafirmando que los blancos fueron “completamente destruidos”. El presidente publicó en Truth Social que la operación fue “una de las más exitosas de la historia militar” y que cualquier voz disonante no era más que una maniobra para “socavar” su liderazgo.

Cierre de filas. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, respaldó la postura presidencial. Alegó que las catorce bombas de 13.000 kg empleadas impactaron con precisión quirúrgica en todos los objetivos y que los efectos quedaron “enterrados bajo montañas de escombros”. También calificó como malintencionadas las filtraciones del informe de la DIA y defendió que el ataque “aniquiló la capacidad de Irán para crear armas nucleares”.

En consonancia, la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, desestimó la validez del informe filtrado, atacó a su presunto autor como “un perdedor de bajo nivel dentro de la comunidad de inteligencia” y enfatizó que los resultados del bombardeo fueron “una obliteración total”. A pesar de estas declaraciones, el gobierno pospuso sin explicación detallada la sesión informativa clasificada en el Congreso que debía analizar los resultados del ataque, lo cual encendió aún más las críticas.

Reacciones internacionales. Desde Teherán, el presidente iraní Masoud Pezeshkian minimizó el impacto de los bombardeos, asegurando que “el enemigo agresor fracasó en su objetivo de destruir instalaciones, reducir el conocimiento nuclear o provocar inestabilidad social”. También afirmó que, pese a las pérdidas humanas sufridas durante los doce días de guerra con Israel, el daño causado a la contraparte fue “más allá de lo imaginable”.

Esta afirmación desafía frontalmente las declaraciones de Trump y del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, quien respaldó sin reservas la versión estadounidense. Netanyahu afirmó que las campañas de bombardeo conjuntas habían llevado el programa nuclear iraní “a la ruina” y advirtió que replicarían la ofensiva si Teherán intenta reconstruirlo.

Percepción vs alcance real. Contaba el Financial Times que, en términos estratégicos, la operación no parece haber alcanzado el efecto disuasivo estructural que proclamó la administración Trump. El informe de inteligencia sugiere que la infraestructura dañada podrá ser reparada o reemplazada, y que la ofensiva solo ha producido una interrupción táctica limitada en el tiempo. Además, la reacción política estadounidense refleja profundas divisiones entre quienes ven en el ataque un acto de firmeza frente a Teherán y quienes temen que se haya tratado más de una maniobra propagandística que de una acción militar con efectos duraderos.

Plus: el hecho de que los complejos científicos y técnicos de Irán no hayan sido neutralizados permanentemente pone en duda la eficacia del bombardeo como mecanismo de disuasión y deja abierta la puerta a una nueva fase del conflicto nuclear.

Impacto limitado. Así las cosas, tanto las imágenes satelitales como el informe de inteligencia suponen un jarro de agua fría para la retórica de la operación, concebida como una demostración de fuerza y resolución, pero que con el paso de los días ha devenido en un episodio marcado por tensiones internas, dudas estratégicas y narrativas enfrentadas.

Si bien el bombardeo evidenció la capacidad estadounidense para golpear instalaciones profundamente protegidas, no parece que haya erradicado la amenaza potencial que representa el programa nuclear iraní. La polémica generada no solo debilita la posición comunicativa de la administración Trump, sino que también deja en evidencia la creciente distancia entre la retórica política y las valoraciones técnicas en temas de seguridad internacional.

Si se quiere también, la historia de la Operación Martillo es un fiel reflejo de un conflicto que, lejos de haberse resuelto, podría entrar ahora en una fase aún más compleja y volátil.

Imagen | Maxar

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