Un tren tarda tres días en viajar de Bilbao a León y cuesta 1.300 euros: el Expreso de La Robla es el "Orient Express" del norte

Vivimos en un entorno en el que tener los niveles de cortisol disparados e ir con prisa a todos sitios forma parte de la rutina diaria. Por ese motivo, viajar en tren vuelve a ser un símbolo de distinción. No por llegar antes, sino por cómo se llega.
En pleno auge del llamado «slow luxury«, donde el tiempo se convierte en el verdadero lujo, el Expreso de La Robla emerge como una de las experiencias ferroviarias más exclusivas de España. Su propuesta: recuperar el placer de viajar sin prisa, disfrutando cada tramo del trayecto como si formara parte del destino.
Un viaje donde el tiempo se detiene
El Expreso de La Robla recorre el norte peninsular en dos rutas: La ruta de la Robla y la Ruta del peregrino. La primera une Bilbao y León a lo largo de tres días y dos noches, mientras que la segunda ruta es circular y recoge el espíritu del Camino de Santiago con inicio y final en Oviedo, ampliando su duración hasta los seis días y cinco noches. Ambas con un formato pensado para quienes buscan algo más que un simple desplazamiento.
Aunque el viaje transcurre a bordo del tren, el itinerario se construye también alrededor de las paradas. Las jornadas alternan trayectos acunados por el suave traqueteo de las vías con visitas guiadas a enclaves culturales del norte. Desde museos y monumentos hasta localidades históricas, todas ellas acompañadas por un guía y un autocar de apoyo que desplaza a los viajeros para hacer las visitas.

La gastronomía también forma parte esencial del viaje con comidas y cenas servidas en los lujosos comedores del tren que evocan a épocas pasadas. Por la noche, el tren permanece estacionado para garantizar un descanso completo, manteniendo esa calma que define la experiencia.
Al igual que en los otros trenes de lujo de Renfe, viajar en el Expreso de La Robla no es una experiencia económica. El precio medio se sitúa entre los 1.300 y los 1.700 euros por persona, una cifra que refuerza su condición de producto premium dentro de la oferta turística española.

Lo más top es viajar como hace 100 años
Restaurado con mimo para conservar el espíritu de los grandes trenes clásicos, el Expreso de la Robla combina coches salón con amplios ventanales, compartimentos cálidos con literas y baño privado, y un ambiente que intenta replicar la edad dorada del ferrocarril de principios del siglo XX.

Esta experiencia se suma al movimiento global que ha devuelto protagonismo a los trenes de lujo que están resurgiendo por toda Europa. El auge del «slow luxury» se refleja en la recuperación de rutas míticas y en el lanzamiento de nuevas propuestas donde el viaje lento es el eje central.

En los últimos años hemos visto como volvían a las vías propuestas de lujo como las del Venice Simplon-Orient-Express de Belmond, con suites que alcanzan precios similares a los de los hoteles más exclusivos, son la evidencia de hasta qué punto la élite económica ha vuelto a mirar al ferrocarril como símbolo de estilo de vida.
En España, Renfe ha seguido el mismo camino con la renovación del tren Al-Ándalus, que ha reforzado su posicionamiento como alternativa nacional al modelo Orient Express, ofreciendo una forma diferente de conocer el sur de España a un ritmo más sosegado.
En ese contexto, el Expreso de La Robla ocupa un espacio singular en el que se combina la estética de lujo clásico con un enfoque más íntimo y un recorrido por algunos de los paisajes más verdes y tranquilos del norte de la península.
El nuevo lujo es la experiencia de viajar de forma pausada, cuidada y muy alejada de la velocidad que domina el transporte actual, este tren representa una forma de viajar que convierte cada kilómetro en parte del recuerdo. Un lujo que no se mide en rapidez, sino en la capacidad de disfrutar del trayecto.
Imagen | Flickr (Luxury Train Consultancy), Renfe




