Han remolcado un coche usando aceite de cocina: este nuevo material biodegradable es mucho más que un simple sustituto del plástico
El aceite usado que generamos en la cocina parece que no tiene más vida que acabar desechado, pero la realidad es muy diferente. El Santo Grial, ahora mismo de la ciencia de materiales moderna, es por lado deshacernos de la dependencia del petróleo, pero también solucionar el problema de los residuos que ya generamos. Y esto es algo que se ha hecho evidente con el aceite de la freidora, que ahora tiene una nueva función: ser un adhesivo.
Un avance. Un equipo de la Universidad de Carolina del Sur ha matado dos pájaros de un tiro con una solución sorprendente: transformar el aceite de la freidora en un material que imita al polietileno, pero que es biodegradable y adhesivo. Pero es tan fuerte este adhesivo que incluso ha logrado remolcar un coche usando solo dos placas de acero unidas con este material.
El problema del aceite. El plástico que usamos en nuestro día a día es el polietileno, que es barato, flexible y resistente. Pero tiene un grave problema: es de origen fósil y con lo difícil que es su degradación hace que contribuya a la contaminación global.
Por otro lado, tenemos el aceite de cocina usado. Se estima que generamos unos 3.800 millones de litros al año en todo el mundo, y aunque se usa para producir biodiésel o lubricante, convertirlo en termoplásticos de alto rendimiento era un terreno apenas explorado debido a la complejidad de su composición química.
Rompiendo la grasa. Lo que ha logrado el equipo liderado por Chuanbing Tang y Olga Kuksenok no es simplemente «reciclar» el aceite, sino deconstruirlo y volver a ensamblarlo a nivel molecular. Y esto es algo fundamental, ya que se puede aprovechar tanto los ácidos grasos como el glicerol que forman parte de esta grasa.
Al polimerizar estos componentes, crearon poliésteres alifáticos que imitan casi a la perfección las propiedades mecánicas del polietileno de baja densidad (LDPE), el plástico que usamos habitualmente en bolsas y envases.
Un nuevo material. La sorpresa llegó cuando el resultado de este experimento no generaba un polietileno tradicional que es inerte, sino que este nuevo material derivado del aceite tiene grupos químicos que pueden actuar como ‘ganchos’ moleculares. Es decir, se puede llegar a pegar como un pegamento.
La investigación quiso demostrar su capacidad de pegamento en diferentes superficies como por ejemplo el acero inoxidable, el cobre, la madera o el cartón. Y los resultados fueron sorprendentes, ya que en las pruebas de resistencia al corte superó a otros adhesivos comerciales de renombre, e incluso se podía llegar a usar como una pistola de silicona para sellar cajas.
Moviendo un coche. Sin duda esta es la prueba de fuego que quiso demostrar que el aceite usado tiene una gran fuerza a sus espaldas. Para ello unieron dos placas de acero con este polímero y las usaron para tirar de un sedán de cuatro puertas cuesta arriba. La unión en este caso aguantó sin ningún tipo de problema.
La importancia. Esto es un gran paso hacia la economía circular. No estamos hablando solo de hacer un plástico «menos malo», sino de crear nuevos materiales con un alto valor añadido, como es su capacidad de pegamento con un residuo que tenemos en la cocina. Y que en muchas cosas puede ser difícil de reciclar.
Imagina un futuro donde el aceite de las patatas fritas de hoy se convierta en el parachoques de tu coche o en el adhesivo de tu próximo paquete de Amazon, para luego volver a ser procesado sin acabar en un vertedero. Esto es precisamente lo que la ciencia está intentando conseguir para aumentar las estrategias de reciclado y de dependencia de los recursos fósiles.
Imágenes | Zoshua Colah Scott Sanker
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