Fuga en Tenancingo destapa fallas graves en el sistema penitenciario mexiquense

La evasión de un sentenciado a 60 años exhibe negligencias, posibles complicidades y un modelo carcelario al borde del colapso.
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Un escape que desmonta el discurso oficial de control, la huida de Alejandro Andrés Olvera Murillo, condenado a seis décadas de prisión por secuestro exprés, no sólo activó un operativo de búsqueda a nivel estatal y federal, sino que reveló nuevamente las grietas profundas del sistema penitenciario del Estado de México. El interno fue reportado como no localizado durante el pase de lista del 7 de diciembre en el penal de Tenancingo Sur “El Salitre”, pese a que días antes no existían advertencias de riesgo sobre él.
El secretario de Seguridad estatal, Cristóbal Castañeda Camarillo, admitió que el operativo se mantiene activo bajo estricto sigilo: “Se están haciendo las actividades de búsqueda… ya se dio aviso a autoridades de todas las entidades y federales”.
Aunque el reo purgaba una condena elevada, el titular de Seguridad aseguró que no era catalogado como altamente peligroso. No obstante, la forma en que salió del penal apunta a una operación facilitada desde fuera.
“Parece que tuvo el apoyo de una mujer… estamos revisando cómo se dio la salida y por dónde logró evadirse”, señaló Castañeda.
De manera preliminar, se presume que escaló un muro cercano a una torre de vigilancia, lo que sugiere desatención o posible colusión en el área.
La indagatoria interna avanza sobre un amplio rango de funcionarios, aunque por ahora no se ha confirmado un número preciso de posibles implicados.
“Desde el director hasta los custodios que estaban dentro están siendo revisados”, reconoció el secretario.
La revisión de cámaras, reportes y movimientos es clave para determinar si se trató de una fuga improvisada o planeada con complicidad interna, uno de los señalamientos recurrentes en penales estatales.
Castañeda calificó el caso como “un hecho aislado”, pero las cifras dibujan otra realidad. En un año, la población penitenciaria creció de 35 mil a más de 37 mil 500 internos, un incremento que agrava la saturación y deja en evidencia la insuficiencia del personal de custodia.
“Tenemos un tema vulnerable… la plantilla no alcanza para vigilar a 37 mil personas privadas de la libertad”, reconoció.
El reconocimiento oficial a la vulnerabilidad operativa contrasta con el discurso institucional sobre control, disciplina y fortalecimiento del sistema.
Tras la evasión, todos los centros penitenciarios fueron puestos en revisión. El penal de Tenancingo recibe supervisión específica por la magnitud del incidente, mientras que los proyectos de ampliación principalmente en Nezahualcóyotl están programados para arrancar el próximo año.
La Secretaría de Seguridad también reconoce la necesidad inmediata de incrementar la fuerza de custodios, un problema estructural que se ha arrastrado por años y que hoy se Aunque el operativo de búsqueda continúa, la fuga de Olvera Murillo evidencia fallas elementales: vigilancia debilitada, infraestructura insuficiente, supervisión laxa y un cuerpo de custodios rebasado.
El caso vuelve a colocar al sistema penitenciario del Estado de México en el centro del debate por su vulnerabilidad.












