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MSI MEG Vision X AI, análisis: el sobremesa más excesivo del año tiene una tablet incrustada para controlarlo al detalle

Si le pidiéramos a un usuario que dibujase un PC gaming de gama alta, el resultado sería casi siempre el mismo: una caja rectangular con cristal templado y muchas luces, destinada a vivir bajo el escritorio o en un rincón de la mesa. Es MSI la firma que busca algo diferente en el segmento más premium. El MSI MEG Vision X AI llega para desafiar esa imagen mental y, sobre todo, la interacción con ella.

¿Deja de ser la torre un mero contenedor de componentes? Eso voy a intentar desgranar en esta review. Cuando lo terminé de instalar en mi escritorio, me di cuenta que no estaba ante un “simple” PC con una RTX 5090; sino ante un dispositivo enorme, que destaca por una enorme pantalla táctil vertical que reclama el protagonismo visual y funcional.

A esto se le sume una una IA que promete ser útil para la gestión de los recursos del equipo, sin depender de la nube. Me parece de partida, una apuesta arriesgada para transformar el «hardware puro» en una experiencia de usuario más completa. Durante unas semanas, lo he estado probando a fondo para responder una duda que quizá tengas: ¿es esta pantalla el futuro del sobremesa más entusiasta o una curiosidad técnica más?

Ficha técnica del MSI MEG VISION X AI

MSI MEG Vision X AI 2NVZ9-234AT

pantalla

13 pulgadas táctil FHD (1920 x 1080)

Panel IPS-Level «AI HMI»

Inclinación 11.6º

procesador

Intel Core Ultra 9 285K (con NPU integrada)

gpu

NVIDIA GeForce RTX 5090 (32 GB GDDR7)

ram

128 GB DDR5

almacenamiento

2 TB SSD NVMe PCIe 5.0

puertos

Frontales:

1x USB 3.2 Gen 2 Type-C (10Gbps)

2x USB 3.2 Gen 1 Type-A (5Gbps)

1x Mic-in / 1x salida de auriculares

Traseros:

2x Thunderbolt 4

1x USB 3.2 Gen 2×2 Type-C (20Gbps)

3x USB 3.2 Gen 2 Type-A (10Gbps)

4x USB 3.2 Gen 1 Type-A (5Gbps)

1x RJ45 (5G LAN)

Conectores Wi-Fi 7 y Audio S/PDIF

Dimensiones

502,7 x 299,3 x 423,4 mm

18,23 kg

sistema operativo

Windows 11 Home / Pro

precio

Desde 5.199 euros

Diseño: me encanta su brutalismo

Hay una palabra que se me viene a la cabeza en cuanto saqué este ordenador de su caja: impone. Y lo hace empezando por la báscula. Es un bloque denso y pesado, tanto que me costó colocarlo yo solo encima del escritorio. Son 18,2 kilos, una barbaridad que gana sentido cuando vemos su interior.

MSI MEG VISION X AI

Esa densidad transmite una primera buena noticia: aquí no hay sensación de «caja vacía», se siente un producto premium y contundente desde el minuto uno.

MSI MEG Vision X

Estéticamente, MSI ha apostado por una línea que yo defino como brutalismo tech. Es elegante, sí, pero con ese toque futurista inevitable en el sector gaming. Eso sí, no es la típica torre llena de aristas agresivas sin sentido; aquí hay una intencionalidad muy evidente.

No obstante, se nota que el diseño apunta a un perfil muy concreto: el usuario entusiasta, el editor de vídeo intensivo, el creador de contenido que necesita una workstation o el que se dedica a la edición 3D. 

MSI MEG Vision X

El chasis tiene una peculiaridad estructural: un cuerpo principal que al tacto se siente frío (parece un policarbonato duro de alta calidad, aunque en un equipo de este presupuesto chirría encontrar plásticos) y una «ala derecha» de aluminio, esta sí, metálica y fría de verdad. 

MSI MEG VISION X AI

No deja de ser un detalle pero poder mover la antena del Wi-Fi es un puntazo

Esta pieza no es solo estética, le da un aspecto más ancho, casi de consola gigante, y es tremendamente útil para colocar la antena magnética del WiFi sin que estorbe. Aunque su función principal es otra: es clave para el diseño de cámaras separadas, ya que permite que la fuente de alimentación o la gráfica tomen aire fresco desde el lateral sin mezclarlo con el calor de la CPU.

La integración de la pantalla: luces y sombras

En el frontal reina la pantalla HMI. Con el equipo apagado, no estamos ante un «espejo negro» uniforme; se aprecia perfectamente dónde acaba el panel y dónde empieza el marco. Tiene unos bordes notables a los que, acostumbrados a los móviles «todo pantalla», se les ven las costuras.

MSI MEG VISION X

Y siendo honestos, la integración física me deja una sensación agridulce: da la impresión de ser una tablet incrustada en la torre más que una fusión orgánica. MSI no es nueva en esto —ya hemos visto algunos intentos con el dial del MEG Trident X2—, pero aquí han ido con todo al formato de 13 pulgadas.

La marca dice que la inclinación de 11,6 grados se inspira en la consola central de un coche, pero en la práctica, al tener la torre a mi derecha, no se siente tan natural interactuar con ella. Es un PC, no un Tesla, y mi memoria muscular no busca tocar la torre. Al menos, el panel tiene un tacto agradable y no es un imán de huellas excesivo si no tienes un foco de luz directo.

Un interior invisible y quirúrgico

Si el exterior es exuberante, el interior es puro arte. Mirar a través del cristal templado lateral es una delicia visual gracias al diseño. MSI ha escondido todos los conectores en la parte trasera de la placa base, dejando a la vista únicamente lo que importa: la refrigeración líquida de la CPU con su bloque LCD y la inmensa RTX 5090. Al no haber cables cruzando la placa, el espacio se ve diáfano, espacioso y elegante.

MSI MEG VISION X AI

Es un trabajo de gestión de cableado excepcional que, además, potencia la iluminación RGB Mystic Light. Los LEDs no están puestos al azar: tenemos iluminación en los ventiladores superiores, en la gráfica, en el bloque de la CPU y varias tiras diseminadas por el chasis que, al no tener obstáculos visuales, crean una atmósfera envolvente que, por cierto, da gusto controlar desde la pantalla táctil.

Conectividad y ventilación: todo en su sitio

MSI MEG VISION X AI

A nivel ergonómico, el temor a que la pantalla estorbara desapareció rápido. Los puertos frontales (dos USB-A rojos de alta velocidad, un USB-C y los jacks de audio) están situados en el chasis principal, a la izquierda de la pantalla, perfectamente accesibles. El botón de encendido corona la parte superior; tiene un click correcto, aunque para lo que cuesta el equipo, esperaba un tacto más robusto y premium.

MSI MEG VISION X AI Trasera

Para rematar, la apertura del panel lateral es sencillísima y sin herramientas, ideal para mantenimiento (o una mejora o expansión futura). Y ojo a la ventilación, porque es de los puntos fuertes: «respira» de maravilla gracias a tres ventiladores superiores que extraen calor, ventiladores inferiores que meten aire fresco directo a la gráfica, y una entrada de aire lateral oculta tras el «ala derecha» metálica. Un flujo de aire sensacional para un frontal que, aparentemente, me parecía muy hermético y cubierto.

Una pantalla con varias aristas

Si el diseño exterior me ha convencido por su contundencia, la experiencia con la AI HMI —ese panel de 13 pulgadas que domina el frontal— es una mezcla de luces y sombras. Empezando por lo básico: la visualización.

MSI MEG VISION X AI

Estamos ante un panel que se ve bien, sin grandes alardes. A una distancia normal de escritorio la nitidez es buena y los píxeles son indistinguibles, aunque se nota rápidamente que no es una OLED. Los negros son decentes, pero no profundos, y en ciertos ángulos (especialmente si no tienes la torre perfectamente alineada con tu altura) la visión no es del todo cómoda. Eso sí, he tenido que subir el brillo casi al máximo para sentirme a gusto, aunque por suerte no llega a deslumbrar ni molestar mientras miro al monitor principal. 

Lo que sí me ha dejado un poco frío es la sensación táctil. El panel es capacitivo y responde bien, pero el tacto bajo la yema del dedo se siente algo «plasticoso», lejos de la experiencia premium de cristal que ofrece, por ejemplo, una tablet moderna. No hay un lag dramático, pero la respuesta no es eléctrica; se nota que hay una capa de software intermedia gestionando cada toque.

Un detalle técnico es que este panel se alimenta directamente de la gráfica integrada del chip de Intel. Esto significa que la gestión de esta segunda pantalla no le roba ni un solo recurso a la RTX 5090, dejándola libre al 100% para los juegos.

Un centro de mando denso y el dilema de la memoria muscular

MSI MEG VISION X AI Pantalla

El software que gobierna esta pantalla es denso. Muy denso. La interfaz tiene una estética marcadamente gamer y futurista, casi técnica, que sí: no parece una BIOS antigua. Pero sí abruma de primeras con tantos controles.

Acepta gestos (swipes) para brillo o volumen y toques para interruptores, y cuenta con detalles que se agradecen, como un botón dedicado para apagar la pantalla si te cansas de ella. MSI permite anclar accesos directos a juegos o apps (en mi perfil de trabajo, Photoshop y Slack eran indispensables) en la parte inferior, diferenciando entre perfiles «Gaming» o «Working».

La idea es buena, pero en la práctica me he encontrado luchando contra mi propia memoria muscular. Me resulta infinitamente más rápido lanzar las apps con el ratón o el teclado en Windows 11 como llevo haciendo toda la vida. Intenté obligarme a usar el lanzador táctil, pero la falta de costumbre y la posición de la torre hacen que no termine de cuajar como método principal.

Cuesta abrir una app desde la pantalla de la torre en lugar de usar un antajo en el teclado

Donde sí brilla con luz propia es en la monitorización y control del hardware. Ver los relojes de CPU y GPU en tiempo real mola, pero lo verdaderamente útil es el control de los ventiladores. Poder pasar de un perfil «Silencioso» (que es una tumba) para escribir artículos a uno de «Rendimiento Máximo» con un solo toque antes de jugar es una gozada.

Aquí es donde la pantalla justifica su existencia frente al software de escritorio tradicional. Lo mismo ocurre con Mystic Light: controlar la iluminación RGB táctilmente es genial, intuitivo y mucho más cómodo que bucear en menús de Windows.

Cuando Windows se confunde

MSI MEG VISION X AI

Al final del día, esta HMI es una pantalla más para el sistema operativo, con todo lo bueno y lo malo que eso conlleva. Lo bueno: Es perfecta para dejar anclado Slack, Discord o Spotify. Tiene buena legibilidad y me ha permitido contestar a mi equipo sin minimizar mi ventana principal de trabajo.

Lo malo: Windows la trata como un monitor estándar y eso genera fricciones. El fallo más molesto es el robo del foco: si en medio de una partida toco la pantalla para subir los ventiladores o ajustar las luces, el sistema interpreta que he cambiado de ventana. El resultado es que algunos juegos se pausan o el teclado deja de responder hasta que vuelvo a hacer clic en el monitor principal.

Además, a veces algunos títulos o ventanas de programas deciden abrirse por defecto en la pantalla de la torre, haciéndolos ilegibles por la relación de aspecto vertical y obligándome a buscar la barra de título para arrastrarlos de vuelta.

Peor aún: jugando en pantalla completa, alguna vez se me ha «escapado» el cursor hacia la pantalla de la torre, haciendo clic accidentalmente y minimizando la partida en el peor momento.

MSI MEG VISION X AI

En cuanto al hardware multimedia integrado, cumple para un apuro. Los altavoces carecen de graves para disfrutar de música, y el micrófono capta bien la voz si estás cerca, pero tiende a recoger demasiado ruido ambiental si subes la ganancia. Son complementos funcionales para hablar con la IA o una llamada rápida, pero no sustituyen a unos buenos periféricos.

En definitiva, la pantalla HMI me ha obligado a replantear mi setup. He tenido que acercar la torre para llegar con la mano (lo que resta espacio de ratón), y aunque la ergonomía es correcta, acostumbrarse a soltar el ratón para tocar el PC requiere un esfuerzo consciente.

IA para la gestión del equipo

La «inteligencia» de este Vision X AI aterriza en un terreno mucho más prosaico, pero vital para el funcionamiento del equipo: el MSI AI Engine y el MSI Center.

MSI MEG VISION X AI

Todo el cerebro del PC reside en este software. Es el centro neurálgico desde el que se gestiona absolutamente todo: desde la refrigeración inteligente Silent Storm (que decide cuándo acelerar los ventiladores) hasta las copias de seguridad, el diagnóstico de hardware y, por supuesto, la personalización de la pantalla HMI de la torre.

El «AI Engine» se encarga de detectar qué tarea se ejecuta en el momento para ajustar automáticamente el rendimiento, el audio y las luces RGB. Sobre el papel, es cómodo; en la práctica, te ahorra tener que cambiar perfiles manualmente, aunque a veces peca de conservador con la ventilación.

El problema real no es lo que hace, sino cómo lo hace. Mientras que el diseño exterior del chasis es elegante y limpio, el software parece haberse quedado atrapado en una amalgama llamativa visualmente pero poco clara. La interfaz es densa y confusa y, para colmo, la aplicación se siente algo pesada. 

Resulta paradójico tener un hardware capaz de mover Cyberpunk a 120 FPS y que la aplicación nativa de control se tome un segundito para cargar una pestaña. MSI ha creado un hardware sobresaliente que pide a gritos un software más minimalista, rápido y, sobre todo, menos confuso.

Rendimiento controlado

Hablar de rendimiento cuando tengo delante una RTX 5090 y Core Ultra 9 285K es, sobre el papel, redundante. Sabía que iba a ser rápido. Lo que he venido a comprobar no es si corre los juegos, sino cómo los corre. Y la respuesta corta es: brutalidad 4K.

MSI MEG VISION X AI

La experiencia de juego en Ultra a esta resolución es algo que hay que ver para creer. La fluidez es absoluta en títulos optimizados como ‘Senua’s Saga: Hellblade II’ o ‘Cyberpunk 2077’. No hablo solo de tasas de frames altas, sino de una estabilidad de cuadro que hace que la imagen se sienta sólida como una roca. 

Sin embargo, ni siquiera este hardware puede librarse de los males del software moderno. En mis pruebas con ‘Indiana Jones y el Gran Círculo’ o ‘The Outer Worlds 2’, he notado el temido stuttering. 

Importante aclarar esto: no es culpa de la RTX 5090 ni falta de potencia del equipo. Es un problema inherente a la gestión de carga de activos y compilación de shaders del motor gráfico. Quitando esos tropiezos puntuales del motor, la experiencia es intachable. Tampoco podía esperar menos de este hardware.

MSI MEG VISION X AI

Mención aparte merece el DLSS 4. Nvidia sigue haciendo magia negra. Al activarlo, los FPS se disparan manteniendo la calidad visual casi intacta. Siendo muy quisquilloso y pegando la nariz al monitor, puedo apreciar una ligerísima nubosidad o suavizado en texturas lejanas, algo natural al reconstruir la imagen. Pero en movimiento ya digo que es imperceptible: el trabajo de escalado es espectacular.

El paraíso para los juegos (y benchmarks)

Para poner cifras a esa «magia», he pasado el NVIDIA DLSS Feature Test de 3DMark para comprobar cómo era el rendimiento con números. De unos respetables 77,92 FPS en nativo, el sistema salta a más de 250 FPS con la tecnología activada. Estamos hablando de más de un 300% de mejora gracias a la IA, validando que la arquitectura Blackwell no va solo de fuerza bruta, sino de eficiencia inteligente.

Pasando a los test sintéticos puros, los resultados de 3DMark son una declaración de intenciones: 33.449 puntos en Port Royal (con una media de 154 FPS en Ray Tracing puro) y más de 14.000 puntos en Speed Way demuestran que el trazado de rayos ha dejado de ser una carga para convertirse en un paseo para este hardware. 

Por su parte, Cinebench 2024 arroja 2.014 puntos en Multi-Core, asegurando que el Intel Core Ultra 9 tiene margen térmico suficiente dentro de este chasis para trabajar sin ahogarse.

Y para alimentar a esta bestia, el almacenamiento no se queda atrás. Como venía comentando, MSI prometía velocidad y CrystalDiskMark la confirmó: 12.083 MB/s de lectura y 11.477 MB/s de escritura.

Son cifras de vértigo propias del estándar PCIe 5.0. En la práctica, esto significa que la carga de texturas en entornos pesados es rapidísima, no hay cuello de botella tampoco con los datos.

Si los test sintéticos prometían, la realidad en juegos es una demostración de fuerza bruta con matices muy interesantes. He puesto a prueba el sistema en 4K con todo al máximo (presets Ultra/Épico y Path Tracing donde era posible) y los resultados confirman dos realidades: la RTX 5090 es imparable, pero el software actual a veces es su peor enemigo.

El caso de ‘Cyberpunk 2077’ es el sueño húmedo de cualquier entusiasta. Con Path Tracing (la carga gráfica más pesada que existe hoy) y DLSS 4, el equipo escupe una media de 120 FPS. Pero lo mejor no es la cifra alta, sino la estabilidad: la gráfica de frametimes es plana, con un stuttering prácticamente inexistente (0,1%).

Es la experiencia más fluida y visualmente impactante que he tenido en PC. Algo similar ocurre con ‘Senua’s Saga: Hellblade II’, el estandarte visual de Unreal Engine 5. Rozar los 100 FPS de media con esa calidad de texturas y geometría es brutal, pero mantener un 0% de stuttering demuestra que, cuando el motor acompaña, este hardware no tiene techo.

Sin embargo, la potencia desmedida también saca a relucir las costuras de otros motores. En ‘The Outer Worlds 2’, pese a una media absurda de 286 FPS, la herramienta de análisis detectó microtirones constantes debido a la carga de activos, algo que se repite en ‘Indiana Jones y el Gran Círculo’ (143 FPS de media).

Silencio, se juega

MSI MEG VISION X AI

Si el rendimiento gráfico impresiona, la gestión térmica me ha dejado aún más tranquilo: MSI vende la tecnología «Silent Storm AI Cooling» basándose en cámaras de aire separadas para CPU, GPU y fuente de alimentación. Y no parece ser simple marketing: funciona.

Tras sesiones largas de juego, ninguna zona del chasis «quema». Si toco la parte superior en el modo silencioso, expulsa aire caliente: señal de que está sacando lo que debe fuera. Pero lo mejor es cambiar al perfil «Extremo» o «Estándar» desde la pantalla táctil: al instante notas cómo el flujo de aire aumenta y lo que sale es aire mucho más fresco. La disipación es inmediata.

Las temperaturas internas acompañan esta sensación física. Incluso bajo carga pesada, la CPU se suele mantener por debajo de los 70 grados y la GPU no suele pasar de los 75 grados. ¿Y el ruido? Aquí tengo una referencia curiosa pero muy clara: hace menos ruido que mi Xbox Series S.

MSI MEG VISION X AI

En el modo silencioso es una tumba. En carga máxima, los ventiladores se notan, tienen presencia, pero el perfil acústico es grave y soportable, nada que ver con el bufido agudo de una consola pequeña sufriendo.

La gestión automática de los ventiladores por IA es correcta, aunque a veces peca de «nerviosa» y acelera los ventiladores más de la cuenta ante picos de carga breves. Personalmente, he preferido gestionarlo yo manualmente desde la pantalla: perfil silencioso para trabajar, perfil extremo para jugar.

MSI MEG VISION X AI, la nota y opinión de Xataka

MSI MEG VISION X AI

Tras semanas conviviendo con el MSI MEG Vision X AI, me queda claro que esto no es solo un ordenador para jugar; es una herramienta (cara) para tareas pesadas de IA. En un mercado donde la innovación suele reducirse a poner más cristal y más luces, MSI se ha atrevido a cambiar la forma en la que interactuamos con la torre. 

La pantalla y la apuesta por la IA no son meros adornos: son un intento genuino de convertir el PC en un copiloto dispuesto a todo, aunque la ejecución del software en Windows todavía tenga aristas por pulir.

Hablemos de dinero, porque 5.000 euros (aproximadamente, varía mucho según la configuración) es una barrera de entrada altísima. Si sacamos la calculadora y sumamos los componentes por separado para montarlo nosotros mismos (un Core Ultra 9, una RTX 5090, placa Z890 de gama alta, 128 GB de DDR5 rápida, SSD PCIe 5.0, refrigeración líquida premium, fuente de 1000W y chasis de diseño), la factura sube como mínimo a los 4.500 – 5.000 euros.

MSI MEG VISION X AI

¿Estás pagando un sobreprecio? Sí. Pero en este caso, ese extra no es impuesto de marca, sino el coste de un ensamblado único: el sistema de cámaras separadas que lo hace más silencioso que una consola, el diseño sin un solo cable a la vista y, por supuesto, una pantalla táctil integrada que no puedes comprar en ninguna tienda de componentes.

La experiencia es, en una palabra, brutal. Tanto para el creador de contenido que necesita renderizar vídeo 8K mientras genera assets con IA en local sin temer por el rendimiento; como para el gamer entusiasta que quiere jugar a Cyberpunk con Path Tracing a 120 FPS sin preocuparse de montar piezas ni ajustar curvas de ventilación.

Este PC no es un producto para las masas, ni pretende serlo. Es un producto de nicho para quien el presupuesto no es un problema y busca lo máximo: máxima potencia, buena estética y exclusividad. Si estás dispuesto a perdonarle los pequeños conflictos de foco de la pantalla táctil, te llevas a casa el PC de sobremesa más avanzado y fascinante que ha pasado por nuestra mesa de análisis.

9,1

Diseño
9

Pantalla
8,0

Rendimiento
10

Software
9

Refrigeración
9,5

A favor

  • El rendimiento es sencillamente inigualable: la RTX 5090 y el Core Ultra 9 pueden con todo
  • Silent Storm AI es una maravilla de la ingeniería: mantiene el equipo fresco y sorprendentemente silencioso
  • Estéticamente es impecable: el diseño back-connect deja un interior limpio digno de exposición
  • La pantalla HMI es muy útil para la monitorización rápida y el control de ventiladores/RGB

En contra

  • La integración de la pantalla táctil con Windows genera fricciones, como el «robo de foco» en algunos juegos
  • El software de control se siente lento y con una interfaz cargada para un equipo de este nivel

Este dispositivo ha sido cedido para prueba por parte de MSI. Puedes consultar cómo hacemos las reviews en Xataka y nuestra política de relaciones con empresas.

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