Tenemos el primer mapa de alta resolución de la desertificación en España y es una advertencia brutal: el 40% del suelo ya está 'enfermo’
Durante años hemos hablado de la desertificación como una amenaza futura o una sombra que se cernía sobre la península Ibérica. Ahora, gracias a la ciencia de datos y al trabajo conjunto de la Universidad de Alicante (UA) y el CSIC, hemos dejado de hablar de futuros probables para hablar de presentes tangibles, y que la verdad nos hace replantearnos muchas cosas.
La realidad. Para poder hacernos una idea de lo que se enfrenta nuestro país, los investigadores han preparado el Primer Atlas de la Desertificación de España (ADE). Esto no es solo un mapa, sino que es una radiografía completa de la salud del suelo español basada en décadas de datos que teníamos acumulados y que han servido para conocer la tendencia del país.
El diagnóstico en este caso es bastante claro: más del 40% del territorio nacional sufre un proceso de degradación. Pero aunque esta es una cifra alarmante, no es lo más preocupante. El propio Atlas revela nuestra relación con el agua: la tecnología y el regadío intensivo están ‘maquillando’ un problema que está avanzando de manera silenciosa bajo nuestros pies y que no estamos viendo.
Un suelo agotado. Para entender esta investigación hay que matar primero un mito: la desertificación no significa que España se esté convirtiendo en el Sahara lleno de dunas, aunque es una realidad que la aridez va en aumento.
Como explican los coordinadores del proyecto, Jorge Olcina (UA) y Jaime Martínez Valderrama (CSIC), la desertificación es la degradación de la tierra en zonas secas. Es un proceso por el cual el suelo pierde su capacidad biológica y económica para producir. Deja de ser fértil.
Los datos. Hay dos puntos a tener en cuenta en este caso. El primero de ellos es que el 40,9% ahora mismo está mostrando signos de degradación. Pero si nos vamos a las ‘tierras secas’ como son las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, el porcentaje de territorio “enfermo” se dispara al 60,94%.
La paradoja del regadío. Uno de los puntos más interesantes en este caso es el papel que está teniendo la tecnología agraria. Y es que aunque ahora mismo se puede pensar que el sistema de regado puede combatir la desertificación, el estudio apunta que en muchos casos lo puede acelerar. Es decir, el efecto contrario.
El informe detalla cómo la agricultura de regadío intensivo actúa como un «mecanismo de encubrimiento». Gracias a los fertilizantes y a la extracción masiva de agua subterránea, podemos ver cultivos muy verdes en superficie, lo que nos hace pensar que no hay problemas con ellos. Pero la realidad es muy diferente.
La demostración. El Atlas ha cruzado los datos de la cantidad de clorofila y biomasa que se puede ver sobre la tierra, con el estado de los recursos hídricos y la realidad aflora. Para la ciencia estamos ahora mismo manteniendo ese verdor a costa de agotar los acuíferos y salinizar los suelos, como puede ocurrir en el mantenimiento de cultivos muy rentables como los aguacates en el sur peninsular.
Un dato demoledor del informe ilustra esto: en la cuenca del Guadiana, el 86% de los acuíferos presentan índices de sobreexplotación o degradación vinculados a este fenómeno. Y es que estamos dando mucho peso a mantener el color verde mientras nos estamos ‘cargando’ nuestros recursos hídricos.
El estado por zonas. El Atlas, que consta de más de 60 mapas temáticos generados mediante Big Data e Inteligencia Artificial, permite hacer zoom sobre las zonas críticas. La «zona cero» de la desertificación en Europa se dibuja claramente en el sureste peninsular, donde hay algunas regiones muy afectadas:
- Región de Murcia: es la comunidad más afectada, con una presión hídrica extrema y una aridez en aumento.
- Comunidad Valenciana y Andalucía con grandes extensiones de cultivo intensivo que solapan con zonas de alta vulnerabilidad climática.
- Canarias con una situación insular que añade un factor de riesgo extra a la gestión del suelo.
- La Mancha y Aragón que son zonas del interior que, aunque menos mediáticas, sufre una degradación acelerada por la transformación agrícola.
Caso concreto. Además de esta información, el informe apunta a ubicaciones estratégicas como por ejemplo la Sierra de Gádor en Almería que sufrió la minería del XIX y por eso deforestó encinares y espartales con 52.000 toneladas de carbón vegetal de medio millón de árboles destruidos, dejando a los suelos esqueléticos que perduran siglos pese a las repoblaciones.
Cambiando las reglas. Esto es algo realmente importante, porque hasta ahora España dependía de mapas más generalistas o desactualizados. El ADE cambia esto al introducir variables socioeconómicas en la ecuación. No solo mira cuánto llueve (que cada vez es menos y de forma más torrencial), sino cómo usamos el agua que va cayendo.
El documento advierte que el 42% del territorio nacional consume más del 80% del agua dulce disponible. En un contexto de cambio climático, donde las lluvias serán más erráticas y las temperaturas más altas, mantener este modelo es físicamente imposible.
Imágenes | giovanni cordioli Being Organic in EU









