Mortadelo y Filemón trabajan para el CSIC: los agentes de la TIA nos explican con sus tebeos la historia de la ciencia
Si pensamos en Mortadelo y Filemón, pensamos también de inmediato en todas las tropelías que los agentes de la TIA tienen que padecer por culpa de los inventos del profesor Bacterio, la translación al idioma carpetovetónico del icónico mad doctor que forma parte fundacional del imaginario de la ciencia ficción. Pero hay más: una exposición intinerante recorre la historia de la ciencia en el último medio siglo de la mano de las creaciones de Ibáñez.
En qué consiste. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas ha estrenado en la Casa de la Ciencia de Sevilla la muestra ‘La ciencia de Mortadelo y Filemón‘, que permanecerá abierta hasta el 15 de febrero antes de iniciar su recorrido por diversas ciudades españolas. La exposición reúne 39 portadas publicadas entre 1975 y 2018, organizadas en cinco bloques temáticos que examinan desde los inventos caóticos de Bacterio hasta crisis climáticas y epidemias. Pura Fernández, vicepresidenta de Cultura Científica del CSIC, destaca en ‘El País’ que Ibáñez convirtió la investigación en algo cotidiano mediante el humor.
Las secciones. La exposición estructura sus 39 portadas en cinco bloques temáticos que documentan la evolución del pensamiento científico español y que enlazan con investigaciones del CSIC a través de códigos QR para los visitantes:
- ‘Un mundo en movimiento bajo la lupa de la ciencia’ examina fenómenos naturales: desde el retroceso glaciar hasta crisis epidemiológicas, pasando por innovaciones agrícolas.
- ‘Innovaciones tecnológicas incorporadas por la T.I.A.’ satiriza inventos que generan más caos que soluciones, cuestionando si la tecnología responde a necesidades reales o impulsos mercantiles.
- El profesor Bacterio protagoniza su propio apartado como arquetipo del investigador aislado del mundo: en ‘El laboratorio de Bacterio, aciertos y accidentes’ sus experimentos fallidos plantean dilemas sobre ética y seguridad en laboratorios.
- ‘La ciencia en el espejo social’ aborda manipulación informativa, pseudociencias y comunicación responsable.
- ‘Ciencia de emergencia para tiempos revueltos’ habla de cambio climático, contaminación atmosférica, especies invasoras como el mosquito tigre, y las intrusiones de polvo sahariano.
Cómo funciona. Francisco Ibáñez construyó durante seis décadas un archivo visual del desarrollo científico español. Lo que comenzó en 1958 como aventuras detectivescas evolucionó hacia una crónica satírica de España, lo que incluía la modernización tecnológica. A partir de los setenta, con España en plena transformación, sus portadas capturaron hitos reales: el despegue de la carrera espacial en ‘El cacao espacial’, la ingeniería genética en ‘La máquina de copiar gente’ o el fenómeno de los drones en ‘Drones matones’, hasta llegar a las alertas climáticas del siglo XXI.
Su método distaba del rigor anticipatorio de iconos del cómic francobelga como Hergé (que en el álbum de Tintin ‘Objetivo: La Luna’ consultó al zoólogo Bernard Heuvelmans y al experto en astronáutica Alexandre Ananoff) o de la exactitud histórica de Goscinny en Astérix. Su territorio era la parodia inmediata: transformaba titulares científicos en slapstick visual, convirtiendo el laboratorio de Bacterio en espejo deformante de la investigación contemporánea.
El CSIC y la cultura pop. El organismo público confía desde hace años en el humor gráfico español para democratizar el conocimiento. Fernando del Blanco, responsable de la biblioteca del Centro de Investigación y Desarrollo del CSIC, inauguró en 2019 ‘La ciencia según Forges’, reuniendo 66 viñetas del dibujante publicadas en ‘El País’ entre 1995 y 2018. Con ésta de Mortadelo compartió metodología: transformar figuras culturales reconocibles en puentes hacia conceptos científicos complejos. El humor permite abordar desde el bosón de Higgs hasta recortes presupuestarios en la ciencia.
Ciencia contra parodia. Tal y como comenta Pura Fernández en el mencionado artículo de ‘El País’, Mortadelo y Filemón consiguen desacreditar prácticas sin deslegitimar la necesidad de conocimiento. Bacterio encarna una mala aplicación de la ciencia: aislamiento, ausencia de revisión por pares, riesgos continuos… Sin embargo, sus inventos abordan fenómenos reales. De este modo, subraya, el público entiende la lectura que propone Ibáñez: Bacterio satiriza mala praxis, no ciencia misma.






