En Vallecas al comercio le ha salido un rival: la escasez de vivienda y el boom del turismo está acaparando los bajos
«Ese es uno y ahí tienes otro. ¿Ves ese de ahí? Era un bar. Ahora tiene cuatro habitaciones dentro». Habla una vecina de Vallecas y lo que señala con el dedo son locales a pie de calle que en su día acogieron fruterías, mercerías, droguerías, tiendas de ultramarinos, farmacias o sucursales bancarias y ahora han mutado en viviendas. En algunas habitan familias que se han resignado a hacer su día a día en espacios que, advierten desde una asociación vecinal de la zona, están mal ventiladas. Otras se dedican a un negocio más jugoso: el alquiler vacacional.
Es el enésimo ejemplo de la turistificación de Madrid.
Un barrio en transformación. El distrito de Puente de Vallecas está cambiando. Y de una forma que no acaba de convencer a buena parte de sus vecinos. A lo largo de los últimos años la gente que hace allí su día a día se ha encontrado con que locales que antes acogían negocios de barrio, como fruterías o panaderías, han bajado la persiana para reabrir convertidos en otra cosa bien distinta. ¿En qué? Viviendas. O (cada vez más) alojamientos turísticos, espacios pensadas para los millones de turistas que visitan Madrid cada año.
Los vecinos de Vallecas lo saben por el trasiego de turistas que ven por las calles porque no es extraño que los nuevos pisos turísticos situados en bajos funcionen de forma 100% virtual: los clientes realizan sus reservas a través de plataformas como Booking, pagan y acceden a través de sistemas de apertura con código o los cajetines para candado que se han vuelto tan populares en otros destinos.
«Está aumentando». El fenómeno es lo suficientemente llamativo como para que haya llamado la atención de Europa Press, que hace poco visitó el Puente de Vallecas para charlas con sus habitantes y algunas asociaciones vecinales.
Cambian los matices, pero no el discurso: todas las personas que entrevistó la agencia coinciden en que los espacios que dejan libres los comercios que cierran en la zona ‘renacen’ reconvertidos en viviendas, ya sea para familias o (cada vez más) para turistas. «Está aumentando», reconoce Javier Moral, de la Asociación Vecinal Dona Carlota de Numancia. El acento no lo pone solo en esa reconversión de espacios a pie de calle, sino en qué representa para la vida del barrio.
Ocupados por turistas… y familias. En opinión de Moral las nuevas viviendas a menudo no reúnen «las condiciones de habitabilidad», lo que le lleva a recelar de la eficacia real de las células de habitabilidad. Europa Press explica que dentro de estos locales reconvertidos pueden encontrarse turistas que demandan alojamientos más baratos que los que se anuncian en pleno centro de Madrid (sin renunciar a estar a solo unos minutos de la estación de Atocha), pero también familias condicionadas por la escalada del precio del alquiler.
El problema, insiste Jorge Nacarino, de la Federación de Asociaciones Vecinales de Madrid, es que «muchas veces» esos apartamentos «no reúnen los requisitos suficientes por tamaño o ventilación». La tendencia es más importante de lo que puede parecer a simple vista porque no supone solo un cambio de uso.
Al sustituir peluquerías, zapaterías o farmacias por pisos turísticos el barrio pierde «puntos e encuentro» vecinal y obliga a los residentes a desplazarse cada vez más lejos para encontrar servicios básicos, como supermercados o un banco. La llegada de turistas low cost alienta la apertura de nuevos negocios, pero sobre todo son lavanderías autoservicio o establecimientos de fast food.
Mucho más allá de Vallecas. El cambio de uso de bajos comerciales en barrios como Palomeras Bajas, Entrevías, San Diego o Nueva Numancia es llamativo, pero Puente de Vallecas no es la única zona que está viendo cómo la turistificación transforma su paisaje. Hace no mucho os contábamos cómo una empresa había transformado una antigua oficia bancaria en un baño de pago en pleno casco histórico de Madrid. El negocio acabó quebrando, pero su objetivo era claro: nutrirse de la avalancha de turistas que visitan la ciudad.
Precisamente para paliar los efectos de la creciente presión turística, el Plan Reside impide transformar bajos comerciales en apartamentos para turistas en el centro histórico o reconvertir locales en viviendas en las principales vías terciarias. En el caso de Puente de Vallecas, eso blinda ciertas zonas.
«De baja calidad». Más allá de Madrid otras ciudades que reciben cada año miles de turistas, como Málaga o Santiago, han constatado cambios similares. En la primera, Málaga, el Ayuntamiento elaboró un informe en el que se advierte de que «la presión turística puede causar la expulsión de negocios autóctonos y de valor añadido» que acaban siendo «reemplazados por tiendas de souvenirs y otros comercios orientados exclusivamente a turistas». El informe no se queda ahí y alerta también de la creación de «alojamientos ilegales o de baja calidad».
En la capital gallega otro estudio ha constatado que si a comienzos de la década de 1990 el casco histórico acogía unos 645 comercios orientados a los residentes (ultramarinos, tiendas de ropa y muebles, quioscos, droguerías, farmacias…) hoy son apenas 202. Es más, los locales de alimentación como tal se han desplomado más de un 70% durante ese período. No es algo excepcional. En otras ciudades, como Valencia, han empezado a proliferar lo que denominan «jaulas para turistas», alojamientos para visitantes enrejados y a pie de calle.
Imágenes | Wikipedia y Daquella Manera (Flickr)
Vía | Europa Press








