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EEUU se ha empeñado en que TSMC fabrique chips en Arizona. La realidad: es una idea desastrosa

TSMC, el fabricante de semiconductores más importante del mundo, lleva tiempo impulsando una expansión sin precedentes fuera de Taiwán. La iniciativa incluye grandes proyectos en Estados Unidos, Japón y Alemania, pero no responde a una demanda del mercado, sino a la presión geopolítica y a una guerra de chips que quiere intentar «repatriar» este tipo de proceso. Es una idea terrible.

Morris Chang sabe que es un error. A pesar de la urgencia política, la viabilidad económica de estas fábricas en el extranjero ha sido cuestionada por el fundador de TSMC, el Dr. Morris Chang. Él ya vivió la experiencia anterior con la fábrica de WafertTech en EEUU en 1996, y ha calificado la iniciativa de Arizona como «un ejercicio de futilidad muy caro»

Todo a una hora de distancia. El escepticismo de Chang se basa en la creencia de que la operativa operativa y la rentabilidad de TSMC dependen intrínsicamente de su ecosistema, que está totalmente concentrado en Taiwán. El «clúster» de Hsinchu Science Park permite que cientos de socios tecnológicos puedan operar en un radio de «una hora», lo que facilita la resolución de problemas y proporciona una logística ultrarrápida y una coordinación sin igual. 

TSMC sigue siendo 90% taiwanesa. A pesar de esa expansión global, TSMC sigue siendo profundamente taiwanesa, con más del 90% de su capacidad de fabricación y cerca del 90% de sus empleados en la isla. Es allí donde está su gran base de talento de ingenería masiva y altamente formada y cualificada. Ese es de nuevo un factor clave de su ventaja competitiva, y de hecho la empresa ya advirtió a sus empleados en EEUU de que debían plegarse a la cultura de trabajo de la empresa taiwanesa.

Arizona produce, pero es más cara. Ese intento de replicar la eficiencia taiwanesa en Arizona ha revelado algo importante: aunque TSMC ha logrado un rendimiento competitivo en sus primeras producciones con fotolitografía de 4 nm, el coste de las obleas es significativamente más alto. El suministro local de materias primas y equipos sigue siendo insuficiente, lo que hace que la fábrica depanda de Asia y es un cuello de botella para la eficiencia del ciclo de producción. La escasez de mano de obra cualificada y los permisos y la burocracia, que ralentizan aún más las cosas, añaden costes operativos considerables. 

Japón y Alemania, próximos objetivos. TSMC tiene dos proyectos de expansión importantes en Japón (JASM) y Alemania (ESMC). Estas localizaciones se centrarán en nodos fotolitográficos mucho menos avanzados (28/16 nm) y se centrarán en satisfacer la demanda de algunos clientes especializados como Sony para sensores de imagen en Japón o Bosch en Europa. La escala de estas inversiones es inferior a la de Arizona, que aspira a ser la fábrica de chips avanzados más grande del mundo… si se completan las futuras fases planeadas.

Un arma de doble filo. La expansión de TSMC tiene dos caras. Por un lado, TSMC consolida su liderazgo tecnológico y su papel estratégico como «escudo de silicio» frente a China. Por otro, genera ansiedad interna sobre la posible «fuga» de tecnología avanzada y talento que podría debilitar la soberanía nacional a largo plazo. La presión de EEUU incluso se extendió a vetar la posibilidad de establecer una fábrica de TSMC en los Emiratos Árabes Unidos.

TSMC no se expande por gusto, sino por presión. Tradicionalmente TSMC solo construye nuevas fábricas como respuesta a la demanda real de sus clientes. Aquí el motivo ha sido muy distinto, y la presión geopolítica ha forzado movimientos que de otro modo la empresa probablemente jamás habría hecho. Aquí los distintos programas de subsidios (CHIPS Act en EEUU, Ley Europea de Chips) tratan de repatriar parte de la fabricación y así conseguir mitigar la dependencia asiática, pero no está nada claro que lo logren.

Imagen | TSMC

En Xataka | Japón está reconquistando a toda velocidad la industria de los chips. Acaba de fabricar con éxito su primer transistor de 2 nm

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