Estado de México

Diputados mexiquenses exigen proteger a jornaleros en Canadá, pero ignoran la crisis del campo en el Estado de México

Mientras el Congreso pide vigilancia y derechos laborales para trabajadores agrícolas en el extranjero, aquí los agricultores sobreviven con apoyos de apenas dos mil pesos al año y sin condiciones para quedarse a trabajar en su propio estado.

Fernanda Ruíz

Toluca, Méx.— El Congreso del Estado de México volvió a mostrar su desconexión con la realidad del campo mexiquense. Esta vez, diputadas y diputados aprobaron un exhorto para que los representantes estatales y organizaciones laborales participen en la Reunión Anual del Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales México–Canadá, con el argumento de “proteger los derechos” de los jornaleros que migran al extranjero.

La postura parecería viable… si no fuera porque en la entidad los agricultores sobreviven con apoyos simbólicos y una ausencia casi total de políticas públicas que les permitan vivir y trabajar dignamente sin abandonar su tierra.

Mientras los legisladores presumen sensibilidad, la realidad es que ellos  viven gracias a su dieta mensual, camionetas, choferes, asesores y privilegios pagados con dinero público demuestra lo contrario a la realidad de la población.

El Estado de México tiene registrados cerca de un millón de agricultores, pero el presupuesto destinado para ellos apenas alcanza los 2 mil pesos anuales por productor; una cifra insultante que no cubre ni una semana de insumos, pero que año tras año se mantiene sin ajustes reales.

Pese a este abandono histórico, diputados locales ahora piden que otros países protejan a quienes se ven obligados a emigrar porque aquí no hay trabajo, no hay apoyos y no hay condiciones mínimas para quedarse.

¿En qué México viven los legisladores?

Definitivamente no en el del campo abandonado, donde los jornaleros venden su mano de obra por necesidad, no por elección.

Jornaleros: explotados afuera, extorsionados adentro, la realidad nacional tampoco es desconocida: quienes no migran a Canadá terminan viajando a estados del norte, donde son víctimas de abusos, hacinamiento, explotación laboral y extorsiones por parte de pseudo empresarios, intermediarios y, en muchos casos, autoridades corruptas.

Ese México duro, injusto y violento no aparece en el discurso del Congreso local. Para la mayoría de los diputados, la prioridad parece ser hacer pronunciamientos internacionales mientras ignoran la miseria y la falta de oportunidades que expulsa a miles de familias mexiquenses cada año.

“Defender” desde el privilegio, es fácil hablar de derechos laborales cuando se hace desde un curul con ingresos garantizados, gasolina pagada, bonos, apoyos para gestión y un ejército de asesores listos para redactar discursos.

Pero es más difícil voltear a ver el campo estatal, donde los productores resisten con nula infraestructura, ausencia de créditos, semillas caras, insumos inaccesibles y una cadena de intermediarios que se lleva la mayor ganancia.

Los diputados exigen respeto para los migrantes mexicanos en Canadá, pero no han sido capaces de construir un sistema estatal que evite que esos mismos trabajadores tengan que abandonar su hogar.

El contraste que exhibe al Congreso, mientras el exhorto presume preocupación por la salud, seguridad y vivienda de los jornaleros en otro país, en el Estado de México miles de familias viven de cosechas cada vez más caras en su producción  y cada vez menos rentables.

¿Cómo puede el Congreso pedir a Canadá lo que el propio Estado de México niega a sus agricultores?

Un campo que exige dignidad, no discursos, el desafío no está en enviar representantes a reuniones internacionales, sino en transformar la vida del millón de agricultores mexiquenses que hoy trabajan sin apoyos, sin seguridad, sin mercado y sin respaldo gubernamental.

Mientras el Congreso no atienda esta realidad, cada pronunciamiento seguirá siendo un acto de cinismo político: defender en el extranjero lo que aquí no se garantiza.

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