OpenAI necesita mucho dinero. Y para que se lo sigan dando está prometiendo cosas que cuestan aún más dinero

Que OpenAI está en apuros es algo de lo que venimos hablando desde hace tiempo, pero las últimas semanas han agravado aún más la situación si cabe. La empresa sigue quemando dinero como si no hubiera un mañana y los ingresos no acompañan. OpenAI necesita inversores y para justificar esas inversiones necesita diversificar hacia nuevos mercados. Lo va a tener muy difícil.
El problema. Por un lado tenemos una OpenAI que dominaba el mercado de los chatbots IA con ChatGPT, pero ya no goza de la ventaja tecnológica de antes. El propio Sam Altman reconoció en un correo interno que Google les estaba alcanzado tecnológicamente con Gemini 3 y las cifras de usuarios indican que Gemini se acerca peligrosamente, con 650.000 usuarios mensuales frente a los 800.000 usuarios semanales de ChatGPT. Perder el liderazgo en el mercado que ellos mismos crearon sería un grave problema, pero desafortunadamente para OpenAI, no es el único.
El otro problema. Las proyecciones de gasto de OpenAI para los próximos ocho años son de 1,4 billones de dólares, dicho por el propio Sam Altman. Hagamos una pausa: 1,4 billones europeos, es decir, 1.400.000.000.000. Trece cifras, ahí es nada.
Para justificar esas inversiones astronómicas, Altman habla de entrar en robótica, servicios de computación en la nube y el muy anticipado (aunque nada concretado) dispositivo personal diseñado por Jony Ive y que será «el iPhone de la IA». Suena bien, el problema es que de momento OpenAI no tiene la infraestructura y tampoco dice cómo planea entrar a competir en estos mercados.
Los negocios de OpenAI. La barrera de entrada para crear un chatbot IA en 2022, cuando salió ChatGPT, era muchísimo más baja que la que presentan los sectores con los que OpenAI está coqueteando. En la newsletter del Wall Street Journal señalan algo clave: son mercados con una competición feroz y empresas enormes muy consolidadas desde hace años. Veamos al panorama al que se enfrentan:
- Robótica: los robots humanoides aún son un segmento en desarrollo y tenemos dudas de que se convierta en mainstream, pero ya hay muchas empresas compitiendo para meter un mayordomo robótico en nuestra casa. Que OpenAI fabricara sus propios robots parece del todo improbable porque no tienen la infraestructura y les costaría un dineral, algo que no tienen. El escenario más factible sería trabajar con alguna empresa de robótica para integrar su IA. En Estados Unidos tendría que competir con Figure y Tesla, ambas con su propia IA. En China, con Unitree y Deep Robotics. Complicado.
- Cloud computing: conseguir potencia de cómputo es otro de los problemas de OpenAI y el centro de sus acuerdos milmillonarios con Amazon, NVIDIA o AMD por mencionar algunos. Montar su propio negocio en la nube significaría competir con gigantes de la talla de Microsoft, Google o Amazon, que además son sus propios socios y los necesita. Eso por no mencionar que
- Dispositivos personales: es el sector en el que tienen un plan más concreto, y aún así no conocemos apenas nada de ese supuesto «iPhone de la IA», un dispositivo tan revolucionario que el smartphone sería cosa del pasado, o eso decían Ive y Altman. No hemos visto ni una imagen del dispositivo y el proyecto se ha retrasado, pero suponiendo que OpenAI acabe lanzándolo, tiene la difícil tarea de convencer al mundo de que es mejor que un smartphone. Humane no lo logró.
De momento les funciona. En octubre OpenAI cerró una venta de acciones que elevó su valoración a 500.000 millones de dólares, lo que la convirtió en la startup más valiosa del mundo. Es una cifra astronómica sobre todo teniendo en cuenta que los gastos de la empresa también son astronómicos; sólo en el último trimestre perdieron la friolera de 11.500 millones de dólares. Los inversores han seguido confiando hasta ahora, la pregunta es hasta cuándo seguirá la fiesta. OpenAI necesita que dure varios años para poder tener ese negocio que va a costar 1,4 billones construir.
Imágenes | Wikipedia
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