Estado de México

Congreso mexiquense aprueba iniciativa simbólica, mientras evita atender problemas reales de reforestación.

La iniciativa, defendida como si significara en realidad  un avance ambiental, ignora que la recuperación forestal requiere programas serios, continuos y técnicamente supervisados, no actos simbólicos que se descargan sobre particulares sin acompañamiento real.

Fernanda Ruiz

Toluca Edoméx; Mientras los bosques del Estado de México continúan bajo el asedio de talamontes y la reforestación oficial avanza a cuentagotas, el Congreso local celebró con entusiasmo una iniciativa que, aunque emotiva, parece más pensada para el discurso que para resolver los problemas ambientales de fondo. Las comisiones unidas aprobaron la propuesta del diputado Israel Espíndola para que familiares de recién nacidos o personas fallecidas reciban un árbol joven como “símbolo de vida y memoria”. Sin embargo, la medida deja más dudas que certezas.

Aunque legisladores de Morena destacaron su “valor simbólico” y su supuesto impacto forestal, ninguno explicó cómo garantizar que los ciudadanos tengan un lugar adecuado para sembrar el árbol, o si las familias cuentan con las condiciones necesarias para su cuidado. Las y los diputados tampoco respondieron a un cuestionamiento elemental:

¿Qué pasa con quienes viven en departamentos, colonias urbanizadas o zonas sin espacios verdes disponibles?

La iniciativa, defendida como si significara en realidad un avance ambiental, ignora que la recuperación forestal requiere programas serios, continuos y técnicamente supervisados, no actos simbólicos que se descargan sobre particulares sin acompañamiento real. Además, el dictamen deja la entrega sujeta a la “disponibilidad” y “suficiencia presupuestal”, lo cual abre la puerta a que muchos ayuntamientos simplemente no participen o limiten el beneficio.

Mientras tanto, en la vida real fuera del salón legislativo, los talamontes operan con total libertad, devastando zonas forestales de Zinacantepec, Ocuilan, Amanalco, Donato Guerra y otros municipios donde las denuncias ciudadanas se multiplican sin una respuesta contundente del Estado. La recuperación de los bosques mexiquenses no depende de buenas intenciones ni de árboles entregados al azar, sino de acciones articuladas, recursos, vigilancia y voluntad política.

En lugar de impulsar leyes que atiendan el problema de raíz como fortalecer a Probosque, blindar zonas forestales, aumentar la vigilancia o establecer sanciones efectivas, la LXII Legislatura optó por una medida que funciona mejor para la fotografía que para la ecología. Al final, la pregunta queda en el aire:

¿Qué tienen realmente en su agenda las y los diputados mexiquenses, si sus propuestas no generan beneficios tangibles para la población?

Sembrar árboles, sí.Pero con planeación, programas públicos reales y acciones contra quienes destruyen los bosques, no responsabilizando a las familias, que muchas veces no tienen ni el espacio ni las condiciones para sembrar un retoño que probablemente no sobrevivirá.

La naturaleza necesita más que simbolismos. Necesita políticas públicas serias

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