Opinión

POR. EL HUSMEADOR

Claudia Sheinbaum: Múltiples Frentes Abiertos en las Calles y Carreteras 

México amaneció este lunes paralizado, no por un capricho del azar, sino por el clamor acumulado de quienes sostienen el país en sus hombros: transportistas, campesinos y trabajadores de Pemex. Mientras la presidenta Claudia Sheinbaum asume las riendas de un gobierno que prometía continuidad en la transformación, las calles y carreteras se convierten en un tablero de ajedrez donde sus piezas parecen estar en jaque. Tres frentes abiertos simultáneamente el megabloqueo nacional de transportistas y agricultores, y la marcha de empleados petroleros en la capital no son meras coincidencias, sino síntomas de un mal crónico: la desconexión entre el discurso oficial de «paz y prosperidad» y la realidad de extorsiones, exclusiones y promesas incumplidas. El epicentro del caos vial ha sido el megabloqueo convocado por la Asociación Nacional de Transportistas de Carga (ANTAC), el Frente Nacional para el Rescate del Campo Mexicano (FNRCM) y el Movimiento Agrícola Campesino (MAC). Desde las 8 de la mañana, en al menos 25 estados —incluyendo Chihuahua, Michoacán, Jalisco, Chiapas, el Estado de México y la Ciudad de México—, tractores, camiones y manifestantes han cerrado accesos clave como la México-Toluca, México-Puebla y la José López Portillo en Ecatepec. 

Lo que empezó como una «advertencia» se transformó en un paro total: no cargar mercancías, no circular, tomas de aduanas en la frontera norte y ocupaciones de oficinas gubernamentales. Las demandas son básicas, pero urgentes: mayor seguridad en las carreteras ante robos y extorsiones que han costado vidas y millones en pérdidas; apoyos al campo para precios justos y resolución de trámites pendientes; y un alto a la improvisación que deja a estos sectores en la intemperie. 

El impacto ha sido devastador. En el Valle de México, familias enteras quedaron varadas por horas en «estacionamientos» improvisados, con economías locales al borde del colapso: perecederos pudriéndose en remolques, comercios sin insumos y trabajadores sin llegar a sus turnos. En Puebla, vecinos de Los Reyes La Paz se sumaron al cierre total de la México-Puebla, amplificando el descontento. 

Hacia el mediodía, algunos bloqueos como el de la México-Toluca se levantaron tras nueve horas de tensión, permitiendo un paso intermitente, pero los líderes advierten: esto es solo el «día uno». Si no hay mesas de diálogo efectivas —como la convocada por la Secretaría de Gobernación a las 13:00 horas—, el paro podría extenderse indefinidamente. 

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¿Cuánto más puede aguantar un país que depende de estas venas logísticas para latir? Mientras las sirenas de ambulancias competían con el rugido de motores detenidos, en el corazón de la capital, otro frente se abría: la marcha de la Unión de Petroleros de la República Mexicana (UPRM) frente a la Torre Ejecutiva de Pemex. Miles de trabajadores, muchos venidos de Veracruz y otras refinerías, exigieron ser incluidos en el aumento salarial del 4.5% negociado en octubre, del que aseguran quedaron excluidos más de 20 mil afiliados. 

No es un reclamo caprichoso: en un Petróleos Mexicanos (Pemex) que Sheinbaum heredó con deudas estratosféricas y promesas de resurgimiento, estos empleados ven cómo la «austeridad republicana» se traduce en omisiones que golpean su bolsillo.  La manifestación, pacífica pero firme, se concentró en la CDMX para demandar respeto a derechos laborales y transparencia en la distribución de bonos. 

¿Coincidencia con el megabloqueo? No: es el mismo hilo de frustración que une a quienes extraen el crudo del subsuelo con aquellos que lo transportan por asfalto. Estos tres frentes transportistas y campesinos en las carreteras, petroleros en las urnas del Palacio Nacional pintan un retrato incómodo para el arranque de Sheinbaum. Heredera de un sexenio marcado por la polarización, la nueva presidenta enfrenta no solo legados tóxicos como la inseguridad en rutas federales (que ha escalado un 30% en extorsiones según datos de la ANTAC), sino también la erosión de la confianza en un modelo que prioriza megaproyectos sobre lo cotidiano. 

El diálogo prometido por la Segob es un paso, pero ¿basta con mesas de negociación si no van acompañadas de acciones concretas? La historia reciente —bloqueos de la CNTE, marchas magisteriales nos enseña que la represión o la dilación solo avivan el fuego. En este México de contrastes, donde el Tren Maya avanza mientras las huertas se secan y los tractocamiones son blanco de balas, Sheinbaum tiene una oportunidad histórica: transformar estos gritos en puentes. No se trata de «calmar las aguas» con subsidios temporales, sino de un pacto social que incluya a los invisibles de la cadena productiva. Si hoy las calles son barricadas, mañana podrían ser foros de soluciones. La pregunta es: ¿escuchará la presidenta, o el tablero se complicará aún más? El país, varado en sus propias vías, espera respuesta. En este México de contrastes, donde el Tren Maya avanza mientras las huertas se secan y los tractocamiones son blanco de balas, empleados de 10% conocimiento y 90% confianza. Sheinbaum tiene una oportunidad histórica: transformar estos gritos en puentes. No se trata de «calmar las aguas» con subsidios temporales, sino de un pacto social que incluya a los invisibles de la cadena productiva. Si hoy las calles son barricadas, mañana podrían ser foros de soluciones. La pregunta es: ¿escuchará la presidenta, o el tablero se complicará aún más? El país, varado en sus propias vías, espera respuesta.  Encuestas recientes muestran un deterioro en la percepción de su manejo de la corrupción, con un 73% de desaprobación, mientras que sus comentarios sobre las protestas «Gen Z» contra el crimen y la impunidad calificándolas como infiltradas por la oposición, bots y financiadas por derechistas han sido vistos por algunos como un menosprecio a las preocupaciones de la juventud.  Si no aborda estas percepciones de inacción y desconexión, podría alienar a generaciones enteras, complicando aún más su mandato en un contexto de creciente descontento social.

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