Mientras todo se pone por las nubes, un producto está más barato que nunca en España: la cocaína

Quienes se dedican a sondear el mercado de la coca se han encontrado con un fenómeno curioso: mientras sube el IPC y se disparan los precios de productos como el café o cacao, la cocaína emprende el camino inverso. Su coste parece estar en caída libre. Si hace unos años se hablaba de más de 30.000 euros por kilogramo de polvo blanco, hoy hay fuentes que lo sitúan en apenas 13.000, un desplome que coincide además con un aparente aumento del tráfico y un elevado consumo.
Una ecuación difícil de despejar.
¿Qué dicen las cifras? No es fácil hablar sobre el tráfico y el precio de la cocaína. Hay datos y gente dedicada a su estudio, pero por razones obvias mucha de la información disponible se basa en estimaciones. La última la compartía hace unos días El Periódico de Cataluña en un amplio reportaje en el que asegura que ahora mismo el kilo de cocaína en el mercado negro ronda los 13.000 euros.
El mismo diario recuerda que hace no tanto el ladrillo de kilo rondaba los 20.000 euros, pero es que si se echa mano de la hemeroteca se encuentran informaciones que muestran que hace una década escasa se cotizaba a entre 27.000 y 29.000 euros en las Rías Baixas o incluso por encima de 30.000 en Madrid y Valencia.
Es más, hace solo unos meses La Voz de Galicia aseguraba que la referencia oficial con la que trabajaba el Ministerio de Interior a la hora de calcular el valor de la droga intervenida fijaba el valor del kilo en algo más de 30.500 euros.

¿Es algo nuevo? No. Y eso es lo curioso. Los medios llevan más de un año informando sobre la caída en la cotización de la coca, en ocasiones con ligeros vaivenes. Ahora lo hace El Periódico, pero es que hace un año lo hacía la prensa gallega y en 2023 incidía en el mismo mensaje ABC, que ya por entonces recogía las palabras de Fernando Iglesias, responsable del Servicio de Vigilancia Aduanera en Galicia: «Su precio ha caído en picado y eso desemboca en una oferta brutal».
«Los precios de la cocaína se han devaluado casi a la mitad respecto a hace solo unos pocos años, y eso es un indicador clarísimo de la abundancia actual de esta droga», concordaba el responsable de la Fundación Gallega contra el Narcotráfico. Según los datos que manejaba por entonces ABC, el kilo de coca colombiana que hace 20 años se pagaba a 30.000 euros había pasado a cotizarse por 17.000.
Los precios, eso sí, se refieren siempre a un kilo. Curiosamente ese abaratamiento acelerado de la droga no parece haberse trasladado a la calle. Donde el gramo sigue costando lo mismo que antes: se mantiene en torno a los 50 y 60 euros, a pesar de que quienes manejan gran cantidad de droga lo hacen con un costo mucho menor.
¿Hay más tendencias? Sí. De nuevo se basan en estimaciones e indicios, pero son igual de interesantes. La primera nos habla del tipo de droga que se consume. No solo se ha abaratado el kilo de coca, también parece ser más pura.
Eso al menos es lo que se desprende de los datos de Energy Control, una agencia dedicada a analizar muestras entregadas por compradores anónimos. Sus estudios reflejan que, de media, las muestras que le llegan tienen una pureza que supera el 70%. Otros estudios han constatado también un aumento de la pureza.

¿Qué pasa con el consumo? Si hay una tendencia clara (y relevante) es la que nos habla de la demanda, que puede analizarse partiendo de dos pistas clave: los estudios sobre consumo y las incautaciones de alijos. En el primer caso (demanda) destaca el Informe Europeo sobre Drogas 2025, que revela que España es el país con un mayor porcentaje de población que ha tomado coca alguna vez en la vida. El dato alcanza aquí el 13,3%, bastante por encima de Francia y Dinamarca (9,4%).
¿Disponemos de más pistas? Sí. El estudio europeo, presentado en junio, deslizaba que hay indicios de que el consumo se está incrementando en la UE e incluso aconsejaba a las administraciones que se preparen para un repunte de la demanda de tratamientos. El porcentaje de personas que reconocen haber probado el polvo blanco también ha ido aumentando a lo largo de los últimos años.
La última encuesta EADES (2024) indica que el 13% de los individuos de 15 a 64 años reconocen haber consumido cocaína alguna vez, lo que marca el máximo de la serie histórica. En 2022 ese indicador marcaba 11,7% y si nos vamos a los primeros años de los 2000 el dato era todavía más bajo. El Observatorio Proyecto Hombre también ha constatado su aumento entre los usuarios que buscan desintoxicarse: en cuestión de una década ha pasado de ser la principal adicción del 27% de usuarios a extender su sombra hasta alcanzar aproximadamente el 41%.

¿Qué hay de las incautaciones? Son otro termómetro. Al fin y al cabo que se ‘cacen’ más o menos alijos depende de la puntería de las autoridades, pero también de la intensidad del tráfico. El Periódico recuerda que la policía solo logra apresar un porcentaje relativamente bajo de toda la droga que llega a los puertos.
A falta de datos más actualizados, la Estadística Anual de Drogas 2024 publicada en julio por el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO) muestra que el año pasado Interior registró un alza en las incautaciones de cocaína del 5,2%, lo que las sitúa en aproximadamente 123 toneladas.
«Hay más cocaína que nunca»reconocen fuentes policiales a El Periódico sobre la situación que se vive en ciudades como Barcelona. El mismo medio precisa que en 2023 y 2024 Vigilancia Aduanera localizó algo más de 60 millones de toneladas de coca oculta en contenedores que llegan por mar de América del Sur. ¿El motivo de esos datos? Una posibilidad es un cambio en las rutas que desciende el volumen desplazado por Holanda y Bélgica y sitúan a España como puerta a Europa.
¿Qué pasa con los precios? Si la demanda parece no estar resintiéndose… ¿Por qué bajan los precios, al menos en los canales en los que se mueven kilos (otra cosa es el precio en las calles)? Quienes analizan el fenómeno deslizan varias hipótesis.
Hay quien apunta al excedente generado durante la pandemia y quien señala los cambios en el mercado y sus actores. Una de las principales teorías se centra en otro punto: el acuerdo de paz alcanzado en 2016 entre el Estado colombiano y la guerrilla, un pacto que liberó hectáreas de selva para el cultivo de coca.
Tampoco ayudó que se decidiese prescindir de la fumigación aérea con glifosato como herramienta para erradicar las plantaciones, ya que restó una baza clave a las autoridades en la lucha contra el narcotráfico. La medida se adoptó por el impacto del químico a nivel medioambiental y en la salud de la población, pero en abril el ministro de Defensa deslizó que el Estado se estaría planteando recuperar las fumigaciones. En septiembre hubo mensajes en esa misma dirección.
Imágenes | Ministerio de Gobierno Ecuador (Flickr), Ministerio del Interior 1 y 2, Colin Davis (Unsplash)





