Se suponía que cuando comprabas un coche lo controlabas al 100%. La industria ha conseguido que se nos quiten las ganas
Un propietario de un Hyundai Ioniq 5 N descubrió recientemente que no podía realizar una de las tareas de mantenimiento más básicas en su coche eléctrico: cambiar las pastillas de freno. La razón no tiene nada que ver con lo complejo o no que le resultase la tarea a nivel mecánico, sino con el software propietario de Hyundai y las credenciales de nivel profesional necesarias para acceder a él.
El episodio ha reabierto el debate sobre la reparabilidad de los vehículos electrificados, en una era en la que vamos necesitando cada vez más profesionales especializados en software y electrónica en talleres, y que realizar según qué mantenimiento por nosotros mismos cada vez es más complicado.
El problema de fondo. Las pastillas de freno son componentes de desgaste que cualquier coche necesita reemplazar periódicamente, aunque en vehículos eléctricos duran más gracias a la frenada regenerativa. En la mayoría de coches, este trabajo se puede hacer en casa con herramientas más o menos básicas y con una experiencia moderada en mecánica. Sin embargo, el Ioniq 5 N incorpora un freno de estacionamiento electrónico que debe retraerse completamente mediante un ordenador para permitir el cambio de pastillas, y después recalibrarse para ajustarse al grosor de las nuevas piezas.
Lo que le costó al propietario. Según compartía el usuario SoultronicPear en Reddit, ningún escáner diagnóstico convencional funcionó en su Ioniq 5 N de 2025. Tras probar varias opciones, adquirió una suscripción al software J2534 de Hyundai (con un coste de 60 dólares semanales) y un adaptador homologado (unos 2.000 dólares).
Aun así, el sistema no funcionaba. Tras contactar con los desarrolladores del software, descubrió que la versión para Windows no estaba actualizada para los modelos de 2025, mientras que los concesionarios oficiales utilizan un programa completamente diferente basado en Android.
Una barrera. Cuando acabo recibiendo la versión actualizada del software, apareció un nuevo obstáculo: el sistema solicitaba credenciales de NASTF (National Automotive Service Task Force), una organización de EEUU que valida a mecánicos profesionales y regula el acceso a funciones sensibles del vehículo en el país.
Según TheDrive, en la documentación técnica de Hyundai figura en rojo que «el acceso a pruebas bidireccionales y funciones especiales requiere credenciales de profesional del diagnóstico o profesional de seguridad vehicular de NASTF». Por lo tanto, el propietario no podía acceder de primera mano a este ajuste.
La postura de Hyundai. El medio consultó a la firma, la cuál defendió su procedimiento argumentando razones de seguridad y funcionalidad. «El procedimiento oficial de reparación requiere colocar las pinzas traseras en modo servicio usando nuestro sistema Global Diagnostic System o la aplicación J2534. Esto garantiza la funcionalidad adecuada y la seguridad del cliente», explicó un portavoz.
La compañía añadió que está explorando formas de facilitar el mantenimiento rutinario «equilibrando conveniencia con seguridad», y que su herramienta oficial está disponible para que cualquiera pueda comprarla, aunque cabe mencionar que su precio ronda los 6.000 dólares.
Más allá de la legalidad. Técnicamente, Hyundai no viola las leyes de derecho a reparación porque ofrece acceso a través de sistemas compatibles con el estándar J2534, no solo mediante equipos propietarios. Sin embargo, lo que desde siempre se trataba de una tarea accesible para particulares con conocimientos moderados de mecánica que quisieran hacerlo por su cuenta, ha quedado relegada exclusivamente a talleres profesionales, al menos en este caso.
Un problema creciente. Aunque el caso se centra en Hyundai, la marca coreana no es la única que dificulta las reparaciones en vehículos modernos. La electrificación y digitalización de los automóviles está creando nuevas barreras para propietarios e incluso talleres independientes, que tampoco pueden acceder a estas funciones. Para muchos entusiastas, esto resta autonomía sobre sus propios vehículos y crea confusión, sobre todo en algo que debería ser tan accesible como el mantenimiento rutinario de un coche.
Imagen de portada | Tekton






