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El mayor crucero del mundo es una gigantesca cocina flotante: 1.000 trabajadores solo para hacer la comida

El Icon of the Seas, el barco que ostenta el récord oficial de «mayor crucero del mundo», es una mole fascinante por muchas razones. Todas mayúsculas. No solo es larguísimo (364,7 metros), anchísimo (48 m) y pesadísimo (250.800 toneladas), también es una ciudad flotante capaz de acoger a más de 2.000 tripulantes y 5.600 pasajeros. Para hacernos una idea de qué suponen semejantes cifras, en España hay unos 6.800 municipios que no pasan siquiera de los 5.000 habitantes.

Al repasar esas cifras solemos pensar automáticamente en los ingenieros y astilleros que permiten que estructuras tan grandes puedan surcar los mares, pero hay otro reto que es igual de (o incluso más) complicado: dar de comer a semejante tropa, en su mayoría turistas que esperan comer y beber como auténticos reyes.

Ciudades flotantes. Quizás suene a tópico, pero es que no hay mejor forma de definir un crucero que como una ‘ciudad flotante’. Los números no dejan dudas. Si hablamos solo de pasajeros (a mayores está la tripulación), el Icon of the Seas, Star of the Seas, Utopia of the Seas, Wonder of the Seas o Symphony of the Seas (por citar solo algunos ejemplos) pueden acoger a más de 5.000 personas. 

O lo que es lo mismo, 5.000 bocas y estómagos que alimentar en pleno océano. Una tarea nada sencilla y que podemos comprender mejor gracias al último buque de esa lista, el Symphony, que durante un tiempo fue el mayor crucero del mundo.

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¿Cómo se cocina en un megacrucero? Hace unos años Sophie-Claire Hoeller, una reportera especializada en viajes de Business Insider, decidió responder esa pregunta de una manera bastante práctica: comprobándolo ella misma, in situ, a bordo del Symphony of the Seas, de la compañía Royal Caribbean. 

Escogió ese buque porque por entonces (2019) aun faltaban años para la entrega del Icon y ostentaba el título de crucero más grande del mundo. La experiencia de Hoeller fue fascinante. No solo por su relato, sino por las cifras que fue recabando durante su estancia en el megacrucero, en el que durante las semanas más caóticas del año podían comer hasta casi 9.000 personas, entre viajeros y empleados. 

Y recordemos: la gente se alimenta varias veces al día. De hecho Allan Gentile, cocinero del área de innovación culinaria, explica que hay pasajeros que entre desayunos, almuerzos, cenas y tentempiés llegan a comer ocho veces al día.

No apto para chefs desorganizados. Como siempre dice más una cifra que una larga explicación, allá van unas cuantas de las recabadas por Hoeller durante su visita al Symphony: el barco contaba por entonces con 23 restaurantes a bordo en los que se servían 30.000 platos diarios y trabajaban 1.850 personas encargadas de alimentar a los pasajeros, lo que incluye desde chefs a friegaplatos.

Quizás parezca mucho personal, pero es que la cocina funciona sin pausas, por lo que requiere un equipo culinario de más de un millar de personas capaces de hacer las delicias de los viajeros mientras el megabuque se mueve entre las olas.

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Mucho persona, mucha comida. No solo hay mucho muchísimo personal. Para alimentar a semejante clientela el crucero necesita cargar con una cantidad ingente de viandas. Para ser más precisos, Hoeller explica que cada sábado, antes de emprender una singladura de siete días, el Symphony se carga con decenas de toneladas de alimentos, lo que requiere a su vez de una organización milimétrica.

«En promedio, cargamos 500 palés cada sábado y tenemos que terminar a las cuatro de la tarde para zarpar de Miami», explicaba Jaret de Silva, responsable del inventario. «Es un gran desafío». Para movilizar semejante cantidad de mercancía necesitan 30 camiones y un presupuesto semanal de un millón de dólares. 

Un equipo de 18 personas se encarga de almacenar luego con cuidado la comida, que se somete a una organización minuciosa para abastecer a la veintena larga de restaurantes del barco. A modo de referencia, cada uno de esos puntos de comida debe pedir sus provisiones al almacén con al menos un día de antelación.

La logística, la clave a bordo. La tarea es incluso más compleja de lo que parece porque no todos los restaurantes del barco (23) disponen de su propia cocina. Hoeller explica que hay 12 restaurantes especializados que sí tienen sus propios fogones a bordo del Symphony of the Seas, pero el resto de los platos se elaboran básicamente en seis cocinas: tres centradas en abastecer al comedor principal y otras tres en las que se elabora comida para el resto de locales.

«La comida se prepara las 24 horas del día los siete días de la semana», aclara la reportera de Business Insider, que precisa que en total el crucero cuenta con 285 chefs dedicados a menús que pueden variar de un viaje a otro. Al fin y al cabo no demanda la misma comida un barco lleno de familias con niños que un público más senior, una clientela mayoritariamente asiática que otra de Europa.

Otra clave: antelación. Como nadie quiere quedarse desabastecido en el océano (menos aún si ha pagado una suma considerable para disfrutar de unas vacaciones relajantes), los responsables de llenar las bodegas del Symphony se encargan de apilar más comida de la que en teoría necesitarán sus huéspedes y tripulantes.

El ‘colchón’ de emergencia con el que trabajan está pensado para dos días, aunque esa cifra aumenta a tres días durante la temporada de huracanes. Por supuesto, no llega con estibar la carga correctamente. Al igual que en cualquier otro restaurante, la comida debe estar en condiciones adecuadas y con una temperatura controlada.

¿Tanto se come a bordo? Sí. Las cifras vuelven a ser mayúsculas, hiperbólicas. Durante un crucero de una semana se devoran de media 15.000 libras de carne de vacuno, lo que equivale a alrededor de 6.800 kilos. Y esa ni siquiera es la cifra más impresionante. Si hablamos de pollo el consumo se dispara a 20.000 libras (9.100 kg) y si nos centramos en huevos, la demanda asciende a 10.000 docenas. 

Cada jornada los pasajeros y tripulantes dan cuenta además de unas 5.000 libras de patatas, alrededor de 2.300 kg. Y como no hay comida que se precie sin postre a todo eso se añade un surtido de 100 tipos de pasteles elaborado por los chefs.

Imágenes | Wikipedia, Royal Caribbean 1 y 2

Vía | DAP

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