En silencio, China está ganando la carrera de la IA gracias a algo muy simple: energía barata
«China va a ganar la carrera de la inteligencia artificial», advirtió Jensen Huang, director ejecutivo de Nvidia. Muchos pensaron que exageraba, interesado en avivar la demanda de sus chips. Pero, como ha explicado la analista June Yoon en su columna para el Financial Times, el argumento de Huang encierra una verdad incómoda: la disponibilidad de electricidad —no de chips— se está convirtiendo en el factor crítico para el desarrollo de la IA.
Un modelo como GPT-4 puede consumir más de 460.000 megavatios-hora al año, el equivalente al gasto energético de 35.000 hogares estadounidenses, según un estudio. Los centros de datos del mundo —ya colosales— podrían duplicar su consumo eléctrico antes de 2030. Y eso cambia las reglas del juego.
Cuando los chips sobran, pero faltan enchufes. La carrera por la IA comenzó con una fiebre por las GPU. Las grandes tecnológicas se lanzaron a comprar cada chip Nvidia disponible, pero pronto descubrieron algo más preocupante: no había suficientes enchufes para conectarlos. El propio Satya Nadella, CEO de Microsoft, lo dijo sin rodeos: «El mayor problema que tenemos ahora no es el exceso de chips, sino la energía».
La demanda eléctrica se ha disparado tanto que Google, Microsoft y Amazon ya contemplan levantar reactores nucleares para mantener encendidos sus servidores. La paradoja resume bien el momento: el liderazgo digital de Occidente tropieza con un límite físico, el de la energía barata.
La energía como nueva geopolítica. La analista June Yoon lanza una pregunta que reordena el mapa tecnológico: ¿y si la carrera de la IA no tuviera que ver con los chips, sino con la electricidad? Si el siglo pasado se definió por el petróleo, este lo hará por la corriente
China ya no vive del petróleo: lo genera. Ha pasado de ser un petroestado dependiente del crudo a convertirse en el primer electroestado del planeta. Más de una cuarta parte de su electricidad procede de renovables y su red crece a una velocidad que ningún otro país puede igualar. Ahora esa soberanía energética alimenta un nuevo frente: la inteligencia artificial.
¿Cómo ha encontrado la fórmula? Desde septiembre, el Gobierno chino subvenciona hasta un 50% el coste energético de los centros de datos que utilicen chips nacionales. Las provincias del interior —Guizhou, Gansu, Mongolia Interior— se han convertido en «corazones eléctricos» de la IA china: allí la energía es abundante y barata, y los gobiernos locales ofrecen tarifas históricamente bajas, de apenas 0,4 yuanes por kilovatio-hora.
La medida tiene un doble propósito:
- Compensar la menor eficiencia de los chips domésticos frente a los de Nvidia.
- Impulsar la independencia tecnológica en plena guerra comercial.
Como ha detallado Bloomberg, estas regiones están conectadas por líneas de ultra-alto voltaje (UHV) que transportan energía renovable desde el interior hacia las zonas costeras donde se concentran las grandes tecnológicas, como Alibaba, Tencent y ByteDance. El objetivo es claro: garantizar energía abundante y de bajo coste para los clústeres de entrenamiento de IA. Según Rystad Energy, el consumo eléctrico de los centros de datos podría más que duplicarse antes de 2030, rozando 1.800 teravatios-hora en 2040. Pekín se prepara para absorberlo.
El resultado es un ecosistema energético planificado, centralizado y pensado para escalar la IA. Un ejemplo es el Parque Solar de Talatan, que se extiende como un mar de espejos metálicos: más de 600 kilómetros cuadrados de paneles que se combinan con parques eólicos e hidroeléctricos. Desde allí, la energía viaja por líneas de alta tensión hasta los centros de datos de la costa. Es una postal del nuevo poder chino: sol, viento y silicio.
La ventaja eléctrica de China. La estrategia está funcionando también en los mercados. Según Bloomberg, las acciones de las empresas eléctricas chinas han subido hasta un 40% en una semana, impulsadas por la demanda de los centros de datos de IA. UBS prevé que la demanda de electricidad en China crecerá un 8 % anual hasta 2028.
Mientras tanto, en Washington, la administración Trump ha lanzado un AI Action Plan para acelerar la construcción de centros de datos y eliminar trabas a proyectos energéticos. Pero, como apuntan los analistas del FT, las mejoras en los chips se estancan en un solo dígito, mientras que la energía renovable china crece a dos dígitos cada año.
El poder está en el enchufe. En la carrera por la inteligencia artificial, los chips son el cerebro. Pero el corazón late con electricidad. Estados Unidos conserva el liderazgo tiene los mejores semiconductores (de momento); China, la red que los mantiene encendidos.
Como escribió June Yoon, todas las superpotencias tecnológicas de la historia —de la Inglaterra del carbón a la América del petróleo— se levantaron sobre una fuente de energía barata. Hoy, la inteligencia artificial necesita electricidad como antaño necesitó vapor. Y en ese nuevo tablero, China parece haber encontrado la clave: enchufar el futuro antes que nadie.
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