Estado de México

Regala IEEM más de 5 mil celulares: un gasto cuestionable para un organismo que sólo opera cada tres años.

Nadie discute el valor de la educación cívica, pero el problema radica en confundir la vocación del IEEM. Su función central es organizar, vigilar y garantizar elecciones limpias, no equipar escuelas ni asumir tareas educativas que corresponden a otras dependencias del Estado.

Fernanda Ruíz

Toluca, Méx., 5 de noviembre de 2025.– El Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) anunció la donación de 5 mil 310 teléfonos móviles a escuelas públicas y privadas del estado como parte de su programa Red Digital, una estrategia de educación cívica dirigida a niñas, niños y adolescentes.

La decisión, presentada como un esfuerzo para “ampliar el alcance social” del Instituto, fue aprobada por la Junta General y celebrada por la consejera presidenta Amalia Pulido Gómez, quien aseguró que este acuerdo “simboliza que en el IEEM cada recurso cuenta” y que los dispositivos, al dejar de ser útiles para las labores institucionales, pueden seguir generando valor social.

Sin embargo, el anuncio abre una discusión inevitable sobre la magnitud de los recursos tecnológicos con los que cuenta el órgano electoral y el costo real de mantener una infraestructura sobrada para una institución que sólo tiene actividad plena cada tres años.

El IEEM ha justificado la donación como parte de un proceso de reutilización. No obstante, el hecho de que existan más de cinco mil celulares disponibles para regalar pone en entredicho la racionalidad del gasto público. ¿Cuántos servicios de telefonía tiene actualmente el Instituto? ¿Cuánto costó originalmente adquirir y mantener esos equipos?

El IEEM es uno de los organismos locales más costosos del país, con un presupuesto que ronda los mil millones de pesos en años electorales, y que en periodos no electorales mantiene nómina, arrendamientos, asesores y ahora, evidentemente, un parque tecnológico sobredimensionado.

Aunque los dispositivos serán donados a planteles de educación media y superior para fortalecer la Red Digital, el fondo del asunto es otro: ¿por qué un organismo electoral requiere más de cinco mil teléfonos celulares?

La Red Digital fue creada en 2022 y, según datos del propio IEEM, acumula casi 600 mil participaciones en más de mil 600 escuelas. El programa busca promover valores como la convivencia pacífica, el respeto a la ley y la participación ciudadana.

Nadie discute el valor de la educación cívica, pero el problema radica en confundir la vocación del IEEM. Su función central es organizar, vigilar y garantizar elecciones limpias, no equipar escuelas ni asumir tareas educativas que corresponden a otras dependencias del Estado.

El gesto puede leerse como una acción de responsabilidad social, pero también como una estrategia de visibilidad institucional en un año no electoral. En lugar de rendir cuentas claras sobre el destino de su presupuesto, el IEEM busca proyectar una imagen de organismo útil, entregando tecnología adquirida con recursos públicos que, por evidente exceso, hoy reparte como donación.

El trasfondo político del altruismo

En el discurso oficial, la donación se presenta como una muestra de eficiencia y compromiso con la comunidad. Pero en los hechos, revela una contradicción: mientras el gobierno estatal impulsa medidas de austeridad, el IEEM exhibe una capacidad de gasto que contrasta con la realidad de miles de escuelas que operan con carencias básicas.

La pregunta que flota es inevitable: si el Instituto puede regalar más de cinco mil celulares, ¿cuántos equipos, líneas y servicios telefónicos paga todavía con dinero público?

Transparencia pendiente

El IEEM tiene la oportunidad —y la obligación— de aclarar el origen de los dispositivos, su costo, su año de adquisición y los contratos asociados a su mantenimiento. No se trata de criticar la donación per se, sino de exigir rendición de cuentas sobre el manejo de recursos en un organismo que debería ser ejemplo de transparencia.

A fin de cuentas, el problema no es que los celulares lleguen a las escuelas, sino que hayan sobrado tantos en un instituto que se apaga entre elecciones. Mientras el IEEM busca mantener presencia pública con acciones de “valor social”, los contribuyentes siguen preguntándose si ese valor compensa el alto costo de mantener a flote un aparato burocrático que, al parecer, gasta más de lo que se justifica por su función real

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