Sarampión: el Edomex reacciona tarde y mal ante un brote anunciado

Fue hasta que se confirmaron casos en municipios como Naucalpan y Tlalnepantla cuando se improvisaron jornadas emergentes y declaraciones de “vigilancia intensificada”.
Valeria Vargas
Toluca, Méx.— La Secretaría de Salud del Estado de México ha vuelto a quedar reprobada en materia de prevención. A pesar de las alertas nacionales e internacionales sobre el repunte del sarampión, la dependencia estatal actuó tarde, sin una estrategia clara ni campañas sostenidas de vacunación, permitiendo que una enfermedad oficialmente erradicada hace décadas vuelva a amenazar a la población infantil.
Durante años, el Edomex redujo silenciosamente su cobertura de vacunación, una omisión grave que hoy cobra factura. Mientras la Organización Panamericana de la Salud advertía desde 2023 sobre el riesgo de brotes en América Latina, la autoridad mexiquense no reforzó la inmunización ni garantizó abasto suficiente de biológicos. Fue hasta que se confirmaron casos en municipios como Naucalpan y Tlalnepantla cuando se improvisaron jornadas emergentes y declaraciones de “vigilancia intensificada”.
El discurso oficial presume el despliegue de cientos de miles de dosis, pero en realidad se trata de acciones reactivas y descoordinadas, sin continuidad ni presencia permanente en las zonas de mayor riesgo. En comunidades rurales y colonias marginadas, el acceso a la vacuna sigue siendo limitado, y los módulos de atención funcionan de forma intermitente o sin suficiente personal.
Paradójicamente, mientras el sarampión reaparece, las autoridades estatales insisten en que “la situación está bajo control”. Sin embargo, los hechos muestran lo contrario: la desconfianza ciudadana, el desabasto intermitente y la falta de información oportuna han debilitado la respuesta sanitaria. El problema no es solo epidemiológico, sino político y administrativo: una estructura de salud más concentrada en justificar cifras que en proteger vidas.
Expertos en salud pública han señalado que la prevención no se mide por el número de vacunas aplicadas en campaña, sino por la cobertura sostenida y el seguimiento de esquemas completos. En ese sentido, el Edomex ha fallado. Durante la pandemia de COVID-19 se desmantelaron programas de vacunación rutinaria, y tres años después la Secretaría de Salud no ha sido capaz de restablecerlos con eficiencia.
Hoy, el regreso del sarampión es un síntoma de algo más profundo: la debilidad estructural del sistema de salud estatal, la falta de planeación y la costumbre de reaccionar cuando el daño ya está hecho. El llamado de los especialistas es claro: si el gobierno del Estado de México no refuerza la vacunación continua, la capacitación del personal y la transparencia de sus datos, el brote podría extenderse y comprometer la salud de miles de menores.
En lugar de celebrar campañas emergentes, la Secretaría de Salud mexiquense debería reconocer su error histórico: dejó de vacunar a tiempo y ahora enfrenta una crisis que pudo haberse evitado.












