Si creías que la burbuja de la IA era preocupante es porque no habíamos entrado en su siguiente fase: deuda
Las grandes tecnológicas han emitido 75.000 millones de dólares en bonos y préstamos entre septiembre y octubre de 2025:
- Meta lidera con 30.000 millones.
- Seguida de Oracle (18.000 millones en bonos más un préstamo de 38.000 millones).
- Y Broadcom (27.000 millones).
La cifra equivale a lo que estas tres empresas solían pedir prestado en un año entero.
Por qué es importante. El cambio de liquidez a deuda marca un punto de inflexión en la carrera de la IA. Durante años, estas empresas financiaron sus infraestructuras con flujos de caja, pero ahora están recurriendo al endeudamiento: la deuda no ligada a bonos ha pasado del 15% al 30% de su capital.
El rastro del dinero. Oracle ha cerrado el mayor préstamo sindicado (un préstamo conjunto por parte de varios bancos a un solo cliente) de su historia: 38.000 millones para centros de datos.
Meta, por su parte, está destinando sus 30.000 millones a campus en Virginia y Oregon. Y Broadcom los usa para reforzar su división de semiconductores y sus equipos de red.
La amenaza. Pagar los intereses de toda esta deuda consume ahora el 15% de los beneficios operativos de estas empresas, frente al 10% de hace un año. Y el coste de pedir prestado ha subido: los bonos corporativos están cerca de sus niveles más caros desde 2022.
Si la factura energética sube un 20% —un escenario más que probable dado el estrés en las redes eléctricas— o si la IA no genera los ingresos esperados, estas empresas podrían ver reducida su calificación crediticia y desencadenar una crisis en cadena.
Sí, pero. Los grandes inversores siguen comprando estos bonos, atraídos por rentabilidades del 6%. El dinero fluye porque los tipos de interés oficiales están en el 3,75%, así que prestar a estas tecnológicas parece un buen negocio. El problema es que cualquier cambio brusco en los tipos puede hacer perder valor a estos bonos. Y rápido.
En juego. La deuda financia la revolución de la IA, pero también la hace más frágil y las tecnológicas siguen aumentando su inversión. Si la inflación vuelve o los beneficios no llegan, el mismo endeudamiento que acelera la innovación podría convertirse en un lastre.
Los inversores, mientras tanto, siguen ganando; pero asumen el riesgo de la tormenta.
Imagen destacada | Towfiqu barbhuiya







