El boom de empresas desarrollando reactores SMR no es casualidad: es justo lo que el poder militar quería
Estamos viviendo un renacimiento nuclear muy bien financiado gracias a los pequeños reactores modulares (SMR). El reciente acuerdo entre los Estados Unidos y el Reino Unido para construir 20 de estos minirreactores es solo la punta del iceberg. Empresas como Amazon, Google y Microsoft han apostado por ellos. Se dice que son más rápidos de construir, más flexibles, más baratos, y vitales para descarbonizar la red. Pero las cifras no terminan de cuadrar.
Hay gato encerrado. Como señalan investigadores de la Universidad de Sussex en un análisis para The Conversation, los SMR no solo son «la fuente más cara por kilovatio de electricidad generado» cuando se comparan con el gas natural, la nuclear tradicional y, sobre todo, las renovables. Muchos diseños no han salido aún del Power Point.
Entonces, si no son la mejor opción ni la más barata, si la mayoría de diseños no se ha construido comercialmente en ningún lugar del mundo, ¿por qué este boom político y financiero? La respuesta tiene poco que ver con la factura de la luz y mucho que ver con el poder militar.
Subsidios. Todo esto los mercados ya lo saben: apoyan los SMR porque son una forma de aprovechar miles de millones de dólares en subsidios gubernamentales. El factor que se ignora en casi todos los debates energéticos es la dependencia militar de la industria nuclear civil.
Mantener un programa de armas nucleares o una armada de submarinos de propulsión nuclear requiere un acceso constante a tecnologías de reactores, materiales específicos y, lo más importante, personal altamente cualificado. Sin una industria nuclear civil, dar soporte esta capacidad militar se vuelve astronómicamente más caro.
Submarinos. Estados Unidos opera 66 submarinos nucleares; el Reino Unido tiene nueve. Estos buques requieren una base industrial nacional y nuclear robusta. Aquí es donde una empresa como la británica Rolls-Royce se convierte en la pieza clave: ya construye los reactores de los submarinos británicos y está lista para construir los nuevos SMR civiles.
Rolls-Royce lo admitió abiertamente en 2017: un programa civil de SMR «liberaría al Ministerio de Defensa de la carga de desarrollar y retener habilidades y capacidad». Con una industria fuerte, los costes militares quedan «enmascarados» bajo programas civiles. Así, el dinero para mantener la flota de submarinos no sale completamente de los presupuestos de defensa, sino de los presupuestos de energía, pagados por los contribuyentes y los consumidores a través de las facturas de la luz más altas.
Un patrón global. En Estados Unidos, el Pentágono ve los minirreactores nucleares como una parte esencial de su futura estrategia energética en el campo de batalla, así como de la infraestructura espacial y el desarrollo de nuevas armas de alta energía, como sistemas láser antidrones y antimisiles.
Pero el empuje militar de los SMR no es exclusiva del mundo anglosajón. Es el modus operandi de todas las potencias nucleares. En China y en Rusia ni siquiera disimulan los vínculos inseparables entre sus programas civiles y militares. Y en Francia, el presidente Emmanuel Macron lo dijo sin rodeos: «sin energía nuclear civil, no hay energía nuclear militar; sin energía nuclear militar, no hay energía nuclear civil».
¿Y las renovables? Lo irónico de este asunto es una carta que acaba de publicar The Guardian firmada por altos mandos militares europeos ya retirados. Es una carta a favor de que la inversión en energías renovables salga de los presupuestos de Defensa.
Estos antiguos líderes de la OTAN argumentan que la crisis climática es una amenaza para la seguridad nacional. Sostienen que invertir en energía solar y eólica nos haría más resistentes a amenazas de países agresores como Rusia. «Debemos poner fin a nuestra dependencia del petróleo y el gas extranjeros», escriben. «Una dependencia de los combustibles fósiles hace que nuestros países sean menos seguros». La soberanía energética, al fin y al cabo, es una cuestión de seguridad nacional.
Imagen | Rolls-Royce







